El Sporting Club de Montecarlo se llenó este sábado por la noche de glamour y de realeza. El tradicional Baile de la Rosa de Mónaco reunió a gran parte de los Grimaldi, así como a otros rostros conocidos de la alta sociedad, entre los que se encontraban los duques de Castro. Carolina de Mónaco no faltó a la que se ha convertido sin duda en una de las citas más esperadas del Principado. Junto a ella se encontraban sus hijos: Carlota, Andrea y Pierre Casiraghi, con sus respectivas parejas, Dimitri Rassam, Tatiana Santo Domingo y Beatrice Borromeo, así como Alexandra de Hannover, que posó sin su pareja, Ben -Sylvester Strautmann. Este se sumó después al baile
Carlota Casiraghi reaparece junto a Dimitri Rassam en el Baile de la Rosa
Carolina de Mónaco rescata la joya más especial de su madre para homenajear a Karl Lagerfeld
Alberto de Mónaco quiso apoyar a su hermana en esta edición especial de la celebración que rinde homenaje a la memoria de la princesa Grace Kelly, la primera tras el fallecimiento del diseñador Karl Lagerfeld, gran amigo de la familia y encargado de la decoración del baile durante los últimos años. El hijo de Rainiero y Grace Kelly acompañó a Carolina de Mónaco en una velada inolvidable que contó, sin embargo, con una destacada ausencia: la de la princesa Charlene, esposa de Alberto y madre de sus dos hijos pequeños, Jacques y Gabriella.
Lo cierto es que Charlene de Mónaco no acude a esta cita monegasca desde el año 2014. En aquella ocasión, la exnadadora sudafricana se dejó ver de lo más elegante con un vestido de corte sirena y escote asimétrico en azul oscuro que se transparentaba a la altura de las piernas. En sus manos, el mismo ramo de flores que sostenía también su cuñada, Carolina de Mónaco. Y su cabello rubio peinado hacia atrás con el que conseguía un efecto mojado.
La primera vez que Charlene de Mónaco acudió a esta celebración fue en 2008. Lo hizo en calidad de novia del hijo de Rainiero y para su debut en el Baile de la Rosa eligió un espectacular vestido, también azul oscuro de escote halter que combinó con una media melena. No sería hasta cuatro años después cuando se dejó ver en esta importante cita del Principado en calidad de princesa de Mónaco, de esposa de Alberto. Fiel a su estilo, la soberana monegasca optó entonces por un largo vestido negro de escote palabra de honor adornado a la altura del pecho y con un detalle dorado, rivalizando en distinción y elegancia con la mismísima Carolina de Mónaco y deslumbrando con su savoir faire.