¿Víctor o Victoria? Parece que esa fuera la cuestión que quisiera ponerse sobre la alfombra roja de los premios Princesa Grace a debate, y la tradicional cita en Estados Unidos bajo la bandera de Mónaco no dejó lugar a las dudas en su respuesta: el talento no tiene género, ni tampoco lo tiene el glamour de una Princesa del siglo XXI. Charlene de Mónaco, que presidió la entrega en solitario, dejó la clásica elegancia del vestido de paillettes de la edición pasada en Palacio y vistió la gala de este año en el gran salón de Cipriani 25 Broadway en Nueva York con un traje de corte masculino de Ralph Lauren para apoyar a artistas emergentes en el teatro, el baile y el cine estadounidenses en memoria de su antecesora.
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Como el yin y el yang en el universo, dandy y lady reinaban en el atuendo de la princesa Charlene. A la chaqueta sobre los hombros, la camisa con pechera, los tirantes de caballero y el pantalón recto daban el toque femenino el pronunciado escote, la gargantilla de brillantes, la manicura en rojo y los zapatos de tacón, si bien se decantó por un maquillaje muy natural, a base de sombras, colorete y gloss en tonos dorados y nude, que hacía el efecto de cara lavada. La princesa Charlene, como contrapunto, era toda ternura en sus maneras tanto con la pequeña que fue a recibirla con un bonito ramo como con sus invitados con los que también tuvo la gentileza de posar. Algunos de ellos, al igual que la Princesa, cambiaron de género la etiqueta, como la actriz Sara Bruner y el diseñador de vestuario Ramaj Jamar, en la imagen superior, o la directora de cine Anaiis Cisco, en otra de las instantáneas de grupo.
Esta vez Charlene de Mónaco no acudió a la ceremonia con el príncipe Alberto, pero estuvo muy bien acompañada durante la noche por toda una constelación de estrellas. La Princesa compartió escenario con las actrices Bebe Neuwirth, Tyne Daly y Katharine McPhee y el actor Leslie Odom Jr., que ejercieron de maestros de ceremonias, e hizo entrega al director, productor y filántropo Tim Daly, por su extraordinario arte y por su ejemplar dedicación, del premio Príncipe Rainiero III, que ha reconocido en ediciones anteriores a astros como Julie Andrews, Mikhail Baryshnikov, James Cameron, Glenn Close, Queen Latifah, George Lucas, Mandy Patinkin, Sibylle y Robert Redford, Twyla Tharp, Pauletta y Denzel Washington, Cicely Tyson y Dick Van Dyke.
“Es un privilegio presidir la Gala de los Premios Princesa Grace de este año y participar en una celebración que apoya el gran trabajo de artistas inspiradores en teatro, danza y cine. Es un honor para mí presentar a Tim Daly, el Premio Príncipe Rainiero lll. Además de su impresionante trabajo como actor tanto en el escenario como en la pantalla, aplaudo su dedicación a apoyar las artes a través de su compromiso de una década como presidente de The Creative Coalition”.
Las actuaciones de Emma Duncan, Carly Hughes y Marcella Lewis amenizaron la velada, pero las miradas que no se encontraban clavadas en el escenario o incluso en la Princesa es que se habían perdido antes en algún lugar persiguiendo a Pauline Ducruet, representante del nuevo glamour Grimaldi y diseñadora en ciernes. No era para menos. La hija mayor de Estefanía de Mónaco, que luce ahora media melena, reivindicó la sensualidad femenina con un vestido negro de escote asimétrico y amplia abertura lateral, de Christian Siriano. Enseñó pierna al estilo de Angelina Jolie y no renunció ni al labial rojo ni al brillo de las joyas de Chopard. Porque la noche era para todos. Víctor y Victoria.