La fiesta continúa. Para los novios de Mónaco y sus invitados en el night-club Jimmy'z, a menos de doce minutos en coche de Palacio por la carretera de la costa, para los príncipes Alberto y Charlene, que han tenido que abandonar la celebración nupcial por exigencias de la agenda oficial, en el Baile de la Cruz Roja, punto culminante de la temporada de verano en el Principado y siempre una de las veladas de mayor glamour de todo el calendario social monegasco.
La tradicional cena, organizada por la Sociedad de los Baños de Mar (SBM), que gestiona la familia Grimaldi desde 1863, ha reunido esta noche en el Sporting de Montecarlo a cerca de 850 invitados en torno a la pareja soberana, que ha llegado con las rutilantes sonrisas traídas de la Boda Real y con las grandes galas que edición tras edición -se cumple hoy la 67ª- les han hecho merecedores del título de reyes de elegancia.
La princesa Carolina nunca falta en este tradicional evento, pero en esta ocasión tuvo un muy buen motivo para ausentarse: la boda de su hijo Pierre, a la que acudió como madrina y representante por antonomasia del glamour de Mónaco en un enlace civil solemne primero y folclórico después.
El príncipe Alberto y la princesa Charlene, vistiendo de nuevo de sutil elegancia la señalada ocasión con un bonito jumpsuit rojo con una sola manga y clutch y zapatos dorados, inauguraron el baile con un vals de enamorados poniendo nuevamente los puntos sobre las íes más retorcidas y disfrutaron a continuación de la actuación del cantante Sting y de otros tres grupos que hasta él último momento han sido sorpresa. Una selección musical del más alto nivel en la que como es costumbre el príncipe Alberto ha tenido la última palabra.