Pierre Casiraghi pronto dará un paso importante: pasar por el altar junto a la guapa italiana Beatrice Borromeo. Un momento clave en sus vidas en el que estarán rodeados de familia y amigos. Pero en un día tan especial, se torna inevitable recordar a los ausentes, sobre todo a Stefano Casiraghi, padre y fiel reflejo del novio.
De los tres hermanos Casiraghi, Pierre, el pequeño de la familia, fue el que menos pudo gozar de la compañía de su padre. Un trágico accidente náutico le apartó de su lado cuando tenía tan sólo tres años y un mes. Sin embargo, en la actualidad es él quien más se asemeja al italiano.
A la vista está que padre e hijo comparten numerosos rasgos físicos, un porte aristocrático, una elegancia innata e incluso un estilo muy similar a la hora de vestir. Pero el paralelismo va más allá, Pierre y Stefano tienen en común los estudios, la profesión y los hobbies, entre otras similitudes.
Stefano Casiraghi -procedente de una importante familia de industriales italiana, que levantó un imperio con el sudor de su frente y un incomparable olfato para los negocios- estudió Económicas en la Universidad Bocconi de Milán, la misma carrera y el mismo centro en que Pierre se formaría años más tarde. Una inmejorable elección, más si tenemos en cuenta que allí fue donde conoció a la que pronto se convertirá en su esposa, la valiente periodista, Beatrice Borromeo.
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Al terminar sus estudios el hijo pequeño de la Princesa de Hannover también siguió los pasos de su padre en el terreno profesional. Stefano desarrolló gran parte de su trabajo en el sector de la construcción, fundando en 1984 una de las empresas líderes en Mónaco en esa área, ENGECO S.A.M. Actualmente Pierre trabaja en ella y lleva las riendas del sueño que un día ideó su padre.
Tras su boda con Carolina de Mónaco, en 1983, Stefano se convirtió en un gran activo para el Principado, siempre apoyando al príncipe Raniero y a su heredero Alberto, sobre todo en aquellas actividades que se desarrollaban en el terreno deportivo: carreras de coches, eventos náuticos, etc. Algo en lo que ahora su hijo también destaca y es que la pasión por la velocidad y por el mar ha resultado ser algo hereditario.
Durante años Stefano acumuló triunfos en diversas modalidades deportivas, pero sobre todo fue un experimentado piloto de embarcaciones a motor que llegó a lograr el título de Campeón del Mundo, en lo que se conoce como la Fórmula 1 del agua debido a las grandes velocidades que se alcanzan. De hecho perdió la vida intentando revalidar su título el 3 de octubre de 1990 a bordo del Pinot di Pinot.
Pierre también ha demostrado ser un apasionado del mar, apostando en su caso por la vela y formando parte del equipo Maserati, con el que ya ha participado en una regata en las Antillas Menores y con el que tiene intención de batir el récord del mundo ente la ruta San Francisco – Shanghái a través del Océano Pacífico. Además, el nieto de Raniero de Mónaco es miembro permanente del Tuiga, un precioso velero de carreras construido en 1909 y que el príncipe Alberto II puso a punto, en el año 1994, como presidente del Yacht Club de Mónaco.
En tierra firme, Stefano participó en numerosas carreras de coches como la Porsche 944 Cup, e incluso consiguió que la Princesa monegasca le acompañara en la gran aventura de participar en el rally París-Dakar en 1985. Aunque tras volcar el camión con el que competían tuvieron que retirarse de la carrera, conocida por ser una de las más duras que se celebran a nivel mundial.
Sobre cuatro ruedas, Pierre también ha hecho sus pinitos participando con colores de Mónaco en la Volkswagen Scirocco R-Cup 2014 en Alemania o en el rally histórico de Montecarlo, una afición en la que también ha conseguido que su “princesa” le acompañe, tanto cuando es él el que compite –en alguna ocasión acompañado por su futuro cuñado Carlo Borromeo- o cuando asiste de espectador a la Fórmula 1 que se celebra en Mónaco. Momento en el que la pareja se convierte en los guapos más fotografiados de la carrera.
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La lista de similitudes entre Stefano y Pierre no termina aquí, puesto que cuando el joven Casiraghi saca a su prometida a bailar es inevitable recordar a unos jóvenes Stefano y Carolina durante los Bailes de la Rosa que vivieron juntos. Igual que hizo su padre en su día, Pierre no ha mostrado reparos en dejar al descubierto su faceta más cariñosa.
Con unos estudiados pasos de baile, mucha naturalidad y una gran dosis de sentido del humor, el hijo pequeño de la princesa de Hannover se acercó a su prometida –durante el último Baile de la Rosa- para rodearla con sus brazos y fundirse en un romántico beso, como si no existiera nadie más en el Sporting de Montecarlo.
Jovenes, guapos y muy enamorados. Pierre y Beatrice transmiten hoy en día la misma imagen idílica que caracterizó cada una de las apariciones de Stefano y Carolina durante sus años de relación: una pareja unida, compenetrada y que disfrutó cada minuto de su amor.