Día Nacional de Mónaco con aroma de bebés: Sasha Casiraghi se presenta a los monegascos de la mano de su abuela
La princesa Charlene, que sale de cuentas 'antes de Navidad' en palabras del príncipe Alberto, se asoma al balcón en una de sus últimas apariciones oficiales antes de dar a luz
El Día Nacional de Mónaco cobraba un especial significado este año de dulce espera para los Grimaldi, pero nadie esperaba una sorpresa mayúscula y con aroma a bebé como ésta: la presentación oficial del pequeño Sasha Casiraghi a los monegascos. Y seguida de otra: una de las últimas apariciones de la princesa Charlene antes de dar a luz. Y de otra más: la asistencia de Tatiana Santo Domingo, que se rumorea que vuelve a estar embarazada.
Todos querían ver a la princesa Charlene, que vive la recta final de su embarazo alejada del mundanal ruido tras los muros de la fortaleza de los Grimaldi, por eso los objetivos de los fotógrafos se quedaron tristes (aunque se animaron poco después) cuando no la vieron a acompañar al príncipe Alberto, a su llegada a la catedral, para asistir al tradicional Te Deum, oficiado por el Arzobispo del Principado. Tampoco los hermanos Casiraghi, habituales de esta cita, asistían esta vez al servicio religioso junto a las princesas Carolina y Estefanía, las únicas acompañantes del soberano hasta el momento, que una vez más se convirtieron en garantes del glamour Grimaldi. La primera con un traje tweed de en tonos azul y granate, la segunda con un abrigo bicolor (azul marino y negro) con solapa abierta y vestido gris de líneas minimalistas. Las apariencias una vez más engañaban.
Estaba por llegar el Día Nacional más inolvidable. Andrea Casiraghi y Tatiana Santo Domingo, con atuendo amplio por lo que su aparición de hoy no servirá de predictor de un posible embarazo, se unieron a la Familia Principesca en el tradicional desfile ante la escalinata de Palacio. La pareja acudía muy bien acompañada por el pequeño gran protagonista del día, el rubiales como su padre Sasha Casiraghi, un lindo muñeco que ha hecho las delicias de todos. De absolutamente todos, pero especialmente de la princesa Carolina, a la que hemos visto ejercer de abuela amorosa. El niño, vestido para la especial ocasión con una austriaca beis, un peto de terciopelo verde y una camisa blanca, no podía haber debutado en la agenda oficial monegasca de mejor manera que asistiendo a la tradicional Fiesta Nacional y asomándose al balcón de Palacio. Ese mirador en el que los Grimaldi han hecho partícipes al mundo de sus alegrías y tristezas.
Completaban la comitiva real Pierre Casiraghi, sin su inseparable novia mientras no haya anuncio de compromiso o boda, y la princesa Alejandra, toda una bella jovencita con uno de los peinados de moda –la trenza de espiga. Hasta que, por fin, la princesa Charlene concedió a los monegascos su deseo y al mediodía se asomó, con un traje negro y una estola de color crema, al balcón junto a su marido, el príncipe Alberto. A excepción de Carlota Casiraghi, cuya ausencia es siempre notable, no le ha faltado a esta celebración ni beso de amor.