La princesa Alexandra y Nicolas Bagory volvieron a prometerse amor eterno en la Provenza el 29 de abril, justo una semana después de contraer matrimonio civil en el Ayuntamiento de Luxemburgo. De un día de lluvia en su país natal a otro de sol espectacular en Francia, donde ha pasado todos los veranos de su vida y ha querido celebrar un día tan importante.
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Con la tiara de diamantes de su madre, la gran duquesa María Teresa; flores en el pelo; un vestido de novia con un toque original, y velo de tul con pedrería y perlitas
Precedida por sus cuatro pajes y damas y del brazo de su padre y padrino, el gran duque de Luxemburgo, la novia llegó al altar de la iglesia de Saint-Trophyme mientras sonaba el Canon en re mayor de Johann Pachelbel. Allí la esperaba Nicolas Bagory, el sonriente novio, quien había accedido puntual al templo del brazo de su madre y madrina, Gwenaëlle Podeur.
La novia quería una boda familiar e íntima y cambió la catedral de Notre-Dame de Luxemburgo por la iglesia de Saint-Trophyme, a la que ha acudido a Misa todos los veranos desde niña
Alexandra quería una boda íntima y una iglesia pequeña, y cambió la catedral de Notre-Dame de Luxemburgo por este templo al que siempre acude a Misa con su familia cuando están allí de vacaciones.
Para la ceremonia, la única hija de los grandes duques de Luxemburgo eligió un traje alta costura de Elie Saab, el diseñador libanés que también vistió para sus bodas a sus cuñadas, las princesas Stéphanie y Claire, aunque en estilos muy diferentes. El suyo llevaba un original doble entrelazado en el frontal del vestido (escote y cintura), pequeña cola y un velo de tul salpicado de perlas y pedrería prendido a su recogido, que adornó con flores.
La gran duquesa sorprendió en la boda de su hija con un mono con chal verde esmeralda cogido al hombro derecho con una flor plisada XXL
Diamantes y flores
En la mano, un ramo de lirios, y como complemento rey, la tiara-choker de diamantes de Chaumet. Una de las diademas nupciales de la Casa Gran Ducal, que puede usarse como gargantilla, y también una de las piezas favoritas de la gran duquesa María Teresa. La pieza original estaba coronada por zafiros, pero Josefina Carlota, su primera dueña, los cambió por perlas, aunque su nieta ha optado por quitárselas para dar una imagen más sencilla. Completaban el ajuar unos pendientes de su madre y la pulsera de perlas con cierre de diamantes.
La ceremonia fue oficiada por el obispo de Fréjus-Toulon, Dominique Rey, en este templo de Bormes-les-Mimosas, que está a solo quince minutos en coche de la residencia de verano de los grandes duques Enrique y María Teresa, en Cabasson. La gran duquesa Carlota compró la finca, de 33 hectáreas, en 1949 y la familia sigue teniendo ahí, en el sur de Francia, su refugio sembrado de recuerdos maravillosos de verano.
A la gran duquesa, que decía estos días que «no hay mayor alegría que el que un hijo encuentre la felicidad», todavía le queda ejercer de madrina con Sebastián, el menor de los cinco hermanos
Chaqué y largo
Siguiendo el protocolo marcado para la ceremonia, los caballeros vistieron chaqué y las damas de largo, sorprendiendo la gran duquesa María Teresa con un mono de la misma firma que su hija. En color azul y con una llamativa banda en verde esmeralda con una flor XXL en el hombro derecho. A la gran duquesa, que ejerció de madrina de sus tres hijos y decía estos días que “no hay mayor alegría que el que un hijo encuentre la felicidad”, todavía le queda uno para llevar al altar Sebastián.
Apenas trascendieron detalles de la celebración y no se conoce el número de invitados, entre los que hubo un gran desfile de príncipes, nobles y aristócratas. No faltaron sus tías y tíos, las princesas Margarita y Marie-Astrid, los príncipes Guillermo y Juan con sus hijos; sus primos de Bélgica y Liechtenstein, y, por supuesto, todos sus hermanos.
El príncipe Louis, acompañado por sus dos hijos, Gabriel, de 17 años, y Noah, de 15 —nacidos de su relación con Tessy, de la que se separó en 2017—, y el príncipe Sebastián, el único soltero, fueron los encargados de recibir a los invitados a la entrada de la iglesia. Y el príncipe Guillermo, futuro heredero del Gran Ducado, el otro gran protagonista junto a su mujer, la princesa Stéphanie. Acaban de ser padres por segunda vez, hace un mes, de un niño llamado François, y eran todo alegría cuando llegaron a la iglesia con su primogénito, el pequeño Charles, de dos años. Muy cerca del matrimonio, Félix de Luxemburgo y la princesa Claire, quien llamó la atención con un vestido de seda chiffon en rojo firmado por otro diseñador libanés, Zuhair Murad. Los acompañaban sus hijos: Amalia, de ocho años, y Liam, de siete. Los príncipes Félix y Claire protagonizaron el último enlace de la Familia Gran Ducal, hace diez años, y lo celebraron también la Provenza.
Tras la boda hubo una recepción en la residencia de verano de los grandes duques y toda la familia se unió a los novios para el posado, en el que también participó el príncipe François, de un mes
La anécdota
Según Luxemburger Wort, durante la ceremonia se leyó el primer capítulo del Evangelio de Juan, Las bodas de Caná, sonó la canción luxemburguesa O Mamm, léif Mamm y actuó el coro juvenil Éphata. Asimismo, ondeó la bandera de Luxemburgo con el león rojo frente a la iglesia y estuvo presente el azul de la familia Nassau: desde la alfombra a la ropa de los pajes y las flores con las que se hicieron los arreglos, destacando las hortensias y las espuelas de caballero.
Tras una hora y media de ceremonia, los protagonistas abandonaron la iglesia derrochando alegría, pero negándose al beso que todos les pedían. A cambio, gestos de cariño entre aplausos y felicitaciones y las típicas fanfarrias de gaitas bretonas en honor al novio. Minutos después, se subían a un Roadster MGB Cabriolet decorado con una guirnalda de flores y todo iba sobre ruedas hasta que llegó la anécdota: el vehículo se negó a arrancar, Alexandra intentó a ayudar a su marido y, finalmente, un gendarme tuvo que empujarlos.
Con el futuro por delante, se despedían con el brazo en alto camino de su fiesta en la residencia gran ducal adentrándose en las calles más céntricas, donde los esperaban cientos de curiosos, entre ellos, muchos luxemburgueses que viajaron hasta este pueblo medieval para ser testigos del evento.
Nicolas, de 34 años, cursó Estudios Clásicos y Ciencias Políticas en la Sorbona de París y trabaja en la creación de proyectos sociales y culturales. La princesa Alexandra, de 32, habla seis idiomas y estudió Psicología, Ciencias Sociales y Filosofía en la Universidad de París. Posteriormente, realizó un máster en Estudios Interreligiosos, en el Trinity College de Dublín, especializándose en la resolución de conflictos.