El Gran Ducado de Luxemburgo exhibe su esplendor en su día grande
Ayer Luxemburgo se lució. Festejaba el Día Nacional, la fecha reservada por miles de ciudadanos, incluidos por supuesto todos los miembros de la Familia Ducal, para salir a las calles a celebrar con el buen tiempo el nacimiento del gran duque Enrique (16 de abril). Un año más los Grandes Duques, sus hijos y sus nueras volvieron a reunirse al completo para señalar la ocasión como se merecía, con los esfuerzos que eso supone a algunos, ya que varios de los hijos de los soberanos residen en la actualidad en el extranjero con sus propias familias.
El Gran Ducado hizo de cada acto del programa toda una fiesta y se exhibió en todo su esplendor. Todos participaron en todas las celebraciones que, a diferencia de otros años, comenzaron con una ceremonia en el edificio de la Filarmónica, a la que acudió la Familia Gran Ducal en pleno. El primer ministro luxemburgués Xavier Bettel tomó la palabra para hacer un llamamiento a la solidaridad: "En un país en el que la mayoría de la población vive confortablemente, debemos ocuparnos de aquellos que no tienen tanta suerte".
El gran duque Enrique también pronunció un breve discurso en el que se mostró preocupado por la situación compleja de la Unión Europea, en vísperas al referéndum de Reino Unido sobre su permanencia en la UE. "Tenemos que ser conscientes de que existe una gran distancia entre la realidad cotidiana de los ciudadanos y el funcionamiento de las instituciones", dijo el Monarca que se mostró, en todo caso, convencido de que la Unión Europea sigue siendo un proyecto ilusionante. El acto estuvo amenizado por la música de artistas como Angélique Kidjo o Gast Waltzing.
El acto civil dio el turno a los más ceremoniales del Día Nacional. La Familia Gran Ducal se vistió de tiros cortos para acudir a una misa Te Deum en la Catedral de Luxemburgo. La alfombra roja que conducía al templo se convirtió en una pasarela de elegancia: ricos encajes, brillantes sedas, primorosos algodones calados... Todas las damas reales se coronaron con exquisitas pamelas y sofisticados tocados, compitiendo con la exuberancia de la Royal Ascot, y acaparando en su misma medida todos los elogios de los garantes de la moda.
El arzobispo de Luxemburgo Jean-Claude Hollerich animó en esta ocasión a que la cohesión social se intensificara en el país, a través de la promoción del asociacionismo, en una época en la que "el individualismo se ha convertido en primordial". A la ceremonia religiosa acudieron también altos representantes de la Cámara de Diputados, del Gobierno, del Consejo de Estado, de la Magistratura y del Cuerpo Diplomático.
A mediodía los Gran Duques, acompañados de los Herederos, presidieron en la Avenida de la Libertad de la capital luxemburguesa el desfile militar, en el que también participan instituciones de la sociedad civil, como la Cruz Roja. El desfile se clausuró con el paso por los cielos de un Hercules C-130 y un Awacs E3A. Gracias al excelente tiempo el desfile fue presenciado por miles de personas, que saludaron a los soberanos y sus hijos con un caluroso aplauso. Por la noche la Familia Gran Ducal hizo su puesta de largo para celebrar una recepción en Palacio, a la que acudió lo más granado de la sociedad luxemburguesa.Un gran espectáculo de fuegos artificiales desde el histórico Fuerte Thüngen, que pudo contemplarse en toda la capital, puso el gran final al gran día.
Como ocurre en otros países, como Mónaco o Liechtestein el cumpleaños del Jefe del Estado no coincide con la celebración del Día Nacional. El gran duque Enrique cumple años en abril pero las celebraciones se traslada a junio para poder disfrutar de mejor tiempo. Esta tradición fue iniciada por la abuela del soberano, la gran duquesa Carlota (nacida un 23 de enero) y seguida por su padre, el gran duque Juan, nacido un 5 de enero.