Como tú. Como yo. Como cualquier otro. María Teresa de Luxemburgo y su hijo también han lidiado contra la dislexia, la alteración que afecta la capacidad de la lectura, la escritura y la ortografía de los niños en el proceso de alfabetización. Por eso, aparte del interés común, la Gran Duquesa tiene un interés personal en participar en el foro sobre los trastornos del aprendizaje, La dislexia no es una discapacidad, que se celebrará el próximo 30 de enero en el Palacio de Congresos de Kirchberg del pequeño gran ducado.
Después de haber luchado a brazo partido al lado de su tercer hijo, el príncipe Luis, contra la dislexia, está directamente sensibilizada con la causa. Sabe realmente cómo se sienten y cómo pueden llegar a sufrir padres e hijos, y sabe también que hay esperanza: "Los padres no deben desalentarse", subrayó en la conferencia de prensa previa. Compartió su experiencia para ayudar a otros y reveló que vivieron un drama familiar cuando el príncipe Luis fue diagnosticado tardíamente de dislexia con 10 años de edad. "Fue impresionante cómo consiguió convencerme durante todo ese tiempo que podía leer, cuando ¡él no podía!".
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La Gran Duquesa explicó que el príncipe Luis, hoy un hombre felizmente casado y padre de familia, tenía muy buena memoria y grandes talentos como la creatividad. Otras herramientas u otros dones gracias a los cuales fue capaz de encontrar otras maneras de aprender. El trastorno no impidió que el Príncipe alcanzara su pleno potencial y siguiera adelante hasta lograr una licenciatura en Ciencias de la Comunicación por la Richmond American International University de Londres. "En ese momento, yo no sabía a quién acudir. La ayuda de la organización SCAP fue fundamental para entender y apoyar a mi hijo en su desarrollo cognitivo", confesó la gran duquesa María Teresa.
La Gran Duquesa confía en que su hijo sea un modelo a seguir para otros niños con trastornos similares, de manera que tampoco ellos vean en la dislexia un impedimento para cumplir sus sueños profesionales. María Teresa de Luxemburgo también se solidariza con los padres, a quienes insta a que no se desanimen ante la dislexia de un niño y a que alcen la voz para que deje de ser un tabú: “Tenemos miedo de lo que otros considerarán de nuestro hijo, de que serán juzgados... Pero hay que levantar el velo sobre estos trastornos y entender que no hay nada de qué avergonzarse”.
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El foro sobre de los trastornos del aprendizaje del próximo 30 de enero contará con la presencia del príncipe Luis de Luxemburgo y se centrará en la comprensión de los mismos trastornos del aprendizaje, que aún hoy siguen siendo poco conocidos. Además de invitar a las partes interesadas de toda Europa para compartir sus experiencias, se estudiará los sistemas para la integración de los jóvenes con trastornos de aprendizaje en las escuelas ordinarias. El objetivo es ayudar a los jóvenes afectados de manera que no queden excluidos de la enseñanza general.
Victoria y Carlos Felipe de Suecia, otros disléxicos
El príncipe Luis, que reside en Londres con su familia, trabaja ahora asesorando a diversas empresas británicas en el campo de la responsabilidad social corporativa, ocupación que concilia con sus causas sociales. Cuando aún no había cumplido los 20 años, el Príncipe viajó a la India con una ONG para enseñar inglés en los barrios más pobres de Mumbai y posteriormente fue becario en las oficinas centrales de la Cruz Roja en Ginebra.
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No es el único miembro de la gran familia de la realeza que padece dislexia. Victoria y Carlos Felipe de Suecia también son disléxicos y también han abordado abiertamente su problema. El príncipe Carlos Felipe, flamante esposo de la princesa Sofía y futuro papá, habló en una entrevista que concedió el año pasado sobre la mala pasada que le jugó este trastorno durante una intervención en la Gala de los Premios del Deporte sueco de 2013, en la que equivocó unos números y generó cierta confusión en el auditorio. Muchos medios se cebaron entonces con el Príncipe, lo que supuso para él, según sus palabras, una “experiencia traumática”. “Fue una sensación terrible ser retratado en los medios como estúpido y carente de inteligencia. No fue para nada divertido”.
A pesar del desliz, decidió acudir de nuevo a la Gala al año siguiente para demostrarse a sí mismo que lo puede hacer mejor y para animar a toda la gente con dislexia a no rendirse nunca, “y demostrar a los 700.000 disléxicos que hay en este país que uno puede levantarse y aprender de sus errores”. El príncipe Carlos Felipe, que realizó estudios de diseño gráfico y que ha expuesto varias veces como fotógrafo, recordó además que tanto su padre, el rey Carlos Gustavo, como su hermana Victoria, Princesa heredera y una de las 17 personalidades eminentes de la ONU, también padecen ese trastorno genético. Como tú. Como yo. Como cualquier otro.
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