Si bien es cierto que la celebración de la Navidad en Sandringham forma parte de la agenda privada de la familia real, no lo es menos que el paseo hasta la iglesia de Santa María Magdalena en Norfolk, donde asisten cada año a la misa, es un auténtico baño de multitudes para los Windsor. No se trata de un acto oficial, pero la asistencia a esta liturgia tiene mucho de simbólico. No ha sido demasiado sorprendente ver por segundo año consecutivo al príncipe Andrés detrás de los miembros senior de la familia real, aunque no se le había visto en público desde la coronación de Carlos III. Lo que ha sido inesperado es que le acompañase su exmujer Sarah Ferguson, que asiste a este servicio religioso por primera vez en más de tres décadas.
Siempre ha sido muy querida y aún conserva esa espontaneidad y cercanía que tanto agradecen los ciudadanos que se acercan a las inmediaciones a saludar a la familia real. Con un abrigo verde con tocado a juego y su perenne sonrisa, Fergie, como la llaman cariñosamente, charló con algunos de ellos y también recogió un ramo de flores y algún otro obsequio durante su camino a la iglesia.
Sarah Ferguson habla de su operación de cáncer de mama y agradece el apoyo de sus dos hijas
La última vez que la duquesa de York participó en esta tradición fue en 1991. Entonces caminaba junto a su entonces marido y charlaba entre risas con Diana de Gales que no soltaba la mano del pequeño Harry, de tan solo siete años. Faltaban solo unos meses para que se hiciese pública una separación no exenta de polémica que supuso que no volviese a ser invitada a ningún acto de la familia real, ni público ni privado, hasta décadas más tarde.
Su situación ha cambiado mucho con el paso de los años. En primer lugar, mantiene una excelente relación con su exmarido el duque de York. No solo residen juntos en la imponente Royal Lodge, también ha sido un apoyo fundamental para él cuando le arrolló el escándalo de Jeffrey Epstein. Esa buena relación se extiende a muchos otros miembros de la familia, como su sobrino el príncipe Harry, que fue el primero en hacerle partícipe de un evento junto a la realeza al invitarla a su boda con Meghan Markle en 2018. También apreciaba enormemente a Isabel II e incluso heredó sus queridos corgies. Carlos III continuó con este progresivo deshielo cuando el año pasado ya la invitó a pasar la Navidad en Sandringham, aunque no se unió a los Windsor en la misa tradicional como sí hizo el pasado 25 de diciembre junto al duque de York, sus hijas, las princesas Eugenia y Beatriz y sus yernos, Jack Brooksbank y Edoardo Mapelli Mozzi.
El incierto futuro del príncipe Andrés tras el acuerdo que le ha permitido eludir el juicio
La presencia de Sarah Ferguson junto al príncipe Andrés lanza también otro mensaje: la expareja sigue formando un equipo, un frente común en un momento complicado para el hermano de Carlos III. Retirado de la vida pública desde 2018, no aparecía en público desde la coronación, pero igual que hizo el año pasado después de tres de ausencia, ha vuelto a la misa navideña en un momento delicado. La caída del duque de York ha sido un descenso por fases y no parece haber tocado fondo tras el acuerdo millonario con la denunciante para evitar un juicio por abusos. Su relación con Jeffrey Epstein podría seguir pasándole factura después de que un tribunal de Estados Unidos dictaminase que se deben hacer públicos documentos relacionados con más de 170 personas implicadas con el financiero que apareció muerto en su celda en agosto de 2018, lo que podría salpicar de nuevo al duque de York.
Los Windsor, unidos en la misa de Navidad de Sandringham