La imagen que no se dio en vida de Isabel II, ha llegado después de su muerte: luto y unión han venido de la mano. Los príncipes Guillermo y Harry, junto a sus esposas, Kate, ya convertida en princesa de Gales, y Meghan Markle, duquesa de Sussex (aunque en público el nuevo rey se haya resistido a mencionar este título) paseando juntos como si nada hubiera pasado. Sucedió la tarde del sábado, es decir, 48 horas después de que la Reina de 96 años hubiera fallecido en el Castillo de Balmoral. Sin duda esa imagen, histórica ya, es un punto de inflexión en unas relaciones muy deterioradas. Como dijo Kate, "en momentos así hay que estar unidos", pero inevitablemente surge la duda de si esta imagen de unión fraternal ante el inicio de una nueva era, la era "Charles III" que tiene a Guillermo como brillante heredero, es una reconciliación o solo una tregua.
45 minutos de negociaciones
Nadie se lo podía creer, pero la monarquía británica es única dando golpes de efecto. Un audio negro con los cristales tintados avanzaba por The Long Walk – una de las entradas al Castillo de Windsor, la que usaron Harry y Meghan el día de su boda- entonces las cuatro puertas se abren a la vez y de allí salen por un lado Guillermo (que conducía el vehículo) y Harry y por otro Kate y Meghan. Los cuatro viajando en el mismo coche, una imagen anómala ya que rara vez compartían coche, ni en aquella época en la que aparentemente se llevaban bien. Acto seguido un portavoz de Palacio anuncia: "El Príncipe de Gales invitó a los duques de Sussex a unirse a él y a la princesa de Gales antes". Una invitación que según medios británicos se habría producido a raíz de una llamada del rey Carlos al príncipe Guillermo.
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Lo que dejó claro el breve comunicado es que Harry y Meghan estaban allí porque el príncipe Guillermo había querido, una aparición que no estaba programada y que se presenta como una decisión de último minuto para sembrar paz en memoria de su abuela. Sin embargo, horas después The Times (y otras cabeceras británicas) describen este momento como una incómoda tregua que costó 45 minutos de negociaciones. Hay que hacer un paréntesis para recordar que, de forma velada o explícita, las dos parejas se han acusado mutuamente en numerosas ocasiones de filtrar información con el fin de influir en la opinión pública y establecer su propia narrativa. Sea como fuera el flujo de información, esos 45 minutos de negociaciones han salido a la luz, el tiempo dirá a quién beneficia esta imagen, probablemente a todos. ¿Qué se dijeron en ese tira y afloja? Eso no ha trascendido, pero es probable que en ese vehículo se cortara la tensión. Aunque ahora los Windsor sean conscientes de que tienen que dar imagen de unidad para que Carlos III consolide su reinado en un país fragmentado, las heridas que generó la salida de los Sussex de la Casa Real británica no han dejado de sangrar, todavía menos cuando está a punto de publicarse la autobiografía "más honesta" del príncipe Harry.
Es evidente que ninguno estuvo cómodo durante esos 40 minutos que los cuatro pasearon entre flores y tributos dejados por una multitud en memoria de Isabel II. Harry y Meghan se cogían fuerte de la mano y volvían a darse un baño de masas como los de antes, eso sí, caminando ligeramente por detrás de Guillermo y Kate y siendo conscientes de que en ese momento eran unos "invitados" en terreros reales, a pesar de seguir manteniendo una residencia en los terrenos de Windsor, la polémica Frogmore Cottage, esa exposición pública ya no les pertenece. ¿Por qué resulta tan difícil enterrar el hacha de guerra? Entre otras cosas porque Harry y Meghan siempre tuvieron amables palabras de agradecimiento para Isabel II, pero no para el nuevo rey, y mucho menos para Guillermo y Kate. Tanto durante la entrevista con Oprah Winfrey como en la biografía que firma Omid Scobie sobre los Sussex –con la que Meghan tuvo que reconocer haber colaborado ante un tribunal- la pareja hace un retrato negativo sobre los nuevos príncipes de Gales. En concreto el nombre de "Kate", entre Meghan y Oprah, se dice un total de 19 veces en la entrevista que cayó como una bomba en el Reino Unido. Fue entonces cuando salieron esos episodios de quién había provocado el llanto de la otra o quién no había apoyado a quién. Por no hablar de las acusaciones de racismo que hicieron que el príncipe Guillermo se saltara el lema de guardar silencio para contestar en pleno acto oficial: "No somos para nada una familia racista"
Del protagonismo al segundo plano y viceversa
Hay que remontarse a otro día histórico para recordar la última vez que los cuatro estuvieron juntos, fue el 9 de marzo de 2020, con motivo del Día de la Commonwealth, y para Harry y Meghan fue su último acto como miembros de la Familia Real. Ese día todavía había más tensión que ahora: Harry apretaba la mandíbula y se le perdía la mirada, Meghan estaba visiblemente ilusionada ante la vida que comenzaban en América, Guillermo estaba nervioso y se colocaba la corbata una y otra vez, mientras que Kate clavaba la mirada en un programa de mano. Los Sussex habían desafiado a la monarquía introduciendo alternativas en una institución inmovilista y eso era un ataque frontal al futuro de los príncipes de Gales y al de sus hijos. Ese día terminó con el ahora obsoleto God save the Queen y con Meghan volando a Canadá, entonces nadie esperaba lo que vendría después: la entrevista de Oprah y las múltiples confesiones de Harry poniendo en cuestión el papel del nuevo soberano británico como padre.
El regreso de los Sussex al Reino Unido se produjo el pasado junio con motivo de las celebraciones por los 70 años de Isabel II en el trono y entonces la Casa Real se esforzó por dejar claro que Harry y Meghan no tienen un trato especial. Los Sussex recibieron exactamente el mismo lugar que el resto de nietos de la soberana durante el Trooping the Colour y estuvieron en la misa que se celebró en la Catedral de San Pablo, estratégicamente situados para evitar una foto de ellos cerca de los Windsor de alto rango, sin embargo, no fueron a ninguna de las celebraciones públicas, estaba claro que la consigna de entonces era la de pasar por el Reino Unido de puntillas, priorizando la discreción. Sin embargo, esta salida de los que un día fueron los Cuatro fantásticos de la monarquía británica (que terminaron compitiendo entre sí por el protagonismo) marca un antes y un después en sus relaciones, aunque no en el estatus que los Sussex tienen en la Familia Real. Por delante, quedan diez días de actos en memoria de Isabel II y podría ser el momento en el que Carlos III ponga algo de estabilidad en su familia. No obstante, no se sabe por cuánto tiempo ya que los Windsor contienen la respiración hasta que el libro de Harry, que ya está terminado, vea la luz, una publicación que no tiene fecha pero que apuntaba a que podría llegar la próxima Navidad y convertir este momento de unidad en un espejismo.