Durante años el príncipe Andrés, presente en el balcón del Palacio de Buckingham desde que era un bebé en brazos de su madre y después como Coronel de la Guardia de Granaderos, fue uno de los protagonistas del Saludo a la Bandera (Trooping the Colour), el desfile militar que conmemora en el centro de Londres el cumpleaños de Isabel II y -en esta ocasión- también su Jubileo de Platino. Aunque por su posición en la línea sucesoria no debía eclipsar a su hermano mayor y heredero, el príncipe Carlos, hubo un tiempo en el que el viento sopló a su favor. El príncipe Andrés era más libre, carismático, simpático, natural, espontáneo y, durante su juventud, estaba considerado "el guapo" de la familia. Además, sucedieron dos hechos que impulsaron su popularidad: se convirtió en héroe en la batalla de las Malvinas tras su servicio en el portaaviones HMS Invincible y protagonizó una historia de amor real, tan real que a día de hoy sigue compartiendo residencia oficial con su exmujer, Sarah Ferguson. En este histórico jueves 2 de junio, en el que su madre celebra los 70 años de reinado, el príncipe Andrés es el gran ausente, aunque por delante quedan cuatro días de celebraciones en los que posiblemente se deje ver.
Ha sido una incógnita hasta el último momento, sobre todo, después de lo que ocurrió el pasado marzo cuando, en contra de todo pronóstico, entró del brazo de su madre en la abadía de Westminster, para asistir a una misa en recuerdo del duque de Edimburgo, en lo que parecía ser su "redención oficial". Sobre esto, sobre el tema del perdón, se ha hablado mucho en las últimas horas a raíz de las controvertidas declaraciones del arzobispo de Canterbury y tampoco se puede obviar que el de hoy es un acto militar y que el príncipe Andrés perdió sus honores a petición de miembros de las propias Fuerzas Armadas, que solicitaron que se dejara de considerar al hijo de la Reina como uno de los suyos.
Pero finalmente el príncipe Andrés, que sigue retirado de la vida oficial, no se ha dejado ver (al menos públicamente) en un desfile que sí ha presenciado su hija Beatriz de York con su marido, Edoardo Mapelli Mozzi, junto al resto de nietos y bisnietos de la soberana, incluido Harry y Meghan, desde la Sede de la Caballería y ocupando un lugar muy secundario. Esta celebración ha servido de anticipo de lo que será el futuro de la monarquía británica, ya que Isabel II ha marcado claramente los que servirán en los próximos años a la institución y los que no.
De ‘invencible’ a héroe caído
El héroe de las Malvinas (para los británicos), el chico duro que encajaba con el cáracter del duque de Edimburgo y de Lord Mountbatten (los hombres que se encargaban de la familia mientras Isabel II se encargaba del Estado) y el hijo que tenía la libertad de bromear con su madre en público comenzó a ver su imagen debilitada durante los años noventa, sucedió a base de escándalos: primero en torno a su matrimonio y después por sus actividades económicas. De forma soterrada, el príncipe Andrés mantenía un pulso con su hermano mayor, el príncipe Carlos, a cuenta de la presencia, el protagonismo y las funciones que él y sus hijas debían tener en la vida oficial. Los duques de York habían decidido que Eugenia y Beatriz fueran princesas británicas desde su nacimiento (un título al que tenían derecho como nietas de la soberana pero que tanto la princesa Ana como el príncipe Eduardo declinaron para su descendencia) y estaba dispuesto a luchar por los privilegios asociados a ese título hasta el final. Esta tensión se arrastró durante décadas y trascendió en varias ocasiones, la última fue cuando el príncipe Andrés movió sus hilos para que la boda de su hija Eugenia con Jack Brooksbank tuviera la misma cobertura mediática y relevancia histórica que la que había tenido el príncipe Harry, que se había casado con Meghan Markle cinco meses antes.
Se puede decir que, hasta ese año de las dos bodas, el príncipe Andrés había esquivado los problemas: tanto los que cuestionaban sus actividades como representante especial de Comercio e Inversión del Reino Unido, los relacionados con la demanda por impago de su lujoso chalet en Suiza, como los relacionados con el Caso Epstein que empezaron a trascender desde el 2010. Quizá fue su pasado de "invencible", lo que llevó al príncipe Andrés a conceder en noviembre de 2019 una entrevista a la BBC para aclarar su amistad con Jeffrey Epstein y zanjar así la acusación de Virgina Roberts, una mujer que aseguraba haber mantenido relaciones íntimas con el príncipe cuando ella era menor de edad. Al príncipe Andrés la entrevista no le salió bien y se tuvo que retirar de la vida pública en lo que parecía el inicio de su fin.
Para Andrés siempre hay luz al final del túnel
Entonces se abrió un periodo arduo y confuso marcado por una batalla legal en la que se dilataron los procesos hasta enero de 2022, cuando se determinó que la denuncia por supuestos abusos sexuales no se archivaba, fue entonces cuando Isabel II, tras un debate interno, despojó a su hijo de los títulos militares, de su dignidad de Alteza Real y de sus patrocinios reales. Sin embargo, para Andrés siempre hay luz al final del túnel y en febrero logró cerrar un acuerdo extrajudicial. The Telegraph aseguró que el pacto entre las partes para no ir a juicio era de 14 millones de euros y que sería la propia soberana británica la que ayudaría a su hijo a pagar la deuda con sus fondos privados. De este modo, la Casa Real británica dio carpetazo al asunto dejando vía libre para la celebración de un jubileo por todo lo alto.
El proceso judicial terminó pero la reputación de Andrés quedó dañada, aunque nunca se debe subestimar el amor de una madre y menos si se trata de su hijo favorito. Un mes después del acuerdo, Isabel II entró del brazo del príncipe Andrés en la Abadía de Westminster durante el servicio de acción de gracias en memoria del duque de Edimburgo. Se trataba de un acto familiar, pero de carácter oficial, de hecho, fue retrasmitido en directo y contó con la presencia de importantes autoridades británicas y los soberanos de monarquías extranjeras, incluidos don Felipe y doña Letizia. El príncipe Andrés se convirtió en el protagonista del día y entonces su retorno comenzó a ser una opción posible de no ser porque sobre él se cierne la "otra batalla" de Buckingham, la que se fragua de cara al futuro. Según el documental La Familia real en guerra, emitido en el Canal 5 de Reino Unido, el príncipe Carlos considera a su hermano "dañino" para la monarquía y considera que su regreso es "imposible". En este escenario, el príncipe Andrés, que sí ha esquivado de momento toda posibilidad de enfrentarse a una condena judicial, podría caer en una "condena" distinta, la de desaparecer, ya que todo apunta a que cuando Carlos sea rey no habrá sitio para él.