Los duques de Cambridge llegaban el sábado a Belice dispuestos a empaparse de su cultura, su naturaleza y también de su economía. Con estos objetivos ha estructurado su agenda, que a punto estuvo de ver frustrada la primera de sus paradas. La oposición de los residentes, que consideraban que no se había acordado su visita con los líderes de la comunidad, hizo que el Gobierno anunciase un cambio de planes. Finalmente, el príncipe Guillermo y Kate Middleton sí han podido disfrutar de la parte más 'dulce' de su viaje, la que les ha llevado a conocer en primera persona cómo funciona la industria del cacao. Se trata de uno de los pilares básicos de este pequeño país situado al sur de México, motivo por el que la pareja no quería perderse la elaboración del tradicional chocolate maya. Para ello han visitado la granja Che'il de Hopkins, todo un ejemplo de producción y agricultura sostenible.
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Como era de esperar, las cálidas temperaturas en torno a los 30 grados que hay en Belice han provocado que veamos a los Duques con un atuendo de lo más veraniego y gafas de sol que se ponían de vez en cuando. Kate Middleton lucía un bonito vestido largo estampado con dibujos de flores y pájaros, que combinaba distintos colores sobre fondo azul. De mangas cortas abullonadas y a juego con sus pendientes, ha completado su look con unas elegantes sandalias caqui de tacón y un pequeño bolso a crochet. Por su parte, el príncipe Guillermo apostaba por pantalón largo y camisa de lino, que se remangaba en un momento dado para airear sus brazos frente a la humedad. Saludaban primero cariñosamente dando la mano a algunos de los trabajadores o jóvenes asistentes que allí se encontraban, para después ver de cerca cómo los llamados 'tumbadores' recogían el fruto o mazorca de la planta.
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Bajo un precioso paisaje verde por el que han ido caminando, también les hemos visto tomar asiento sobre dos pequeños troncos de árboles cortados y dispuestos sobre el suelo para ese uso, mientras escuchaban con atención las explicaciones que los responsables del lugar les daban sobre la actividad que allí desarrollan. Ha sido en ese instante cuando el príncipe Guillermo y Kate Middleton se atrevían incluso a degustar las semillas que les daban a probar. También se han animado a emular a los empleados de la granja en una de sus funciones, y comprobábamos como la pareja se lanzaba a moler granos de cacao con los utensilios propios de esta labor que allí realizan de forma artesanal. El siguiente compromiso de los Duques les adentraba en la cultura garífuna de Hopkins, un paradisiaco destino de playa bañado en aguas cristalinas.
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Este pueblo tiene su origen en la unión de africanos, caribeños y arahuacos, y cuentan con su propia lengua, creencias y prácticas tradicionales agrícolas además de una música y danzas caracterizadas por los ritmos enérgicos. Allí, la nuera de Carlos de Inglaterra cogía primero una pala y, ni corta ni perezosa, plantaba bajo tierra lo que en un futuro se convertirá en un robusto árbol. Después, para sumarse a la fiesta, agarraba unas maracas y las agitaba al son de las melodías, al tiempo que bailaba muy alegre junto a las lugareñas y tocaba las palmas. Kate Middleton también sacaba su lado más maternal cuando protagonizaba dos adorables escenas junto a una niña y una bebé, a la que acariciaba su pequeño pie. Por último, tras conocer de cerca la cultura autóctona, el príncipe Guillermo y su esposa han tenido la oportunidad de comprobar in situ los esfuerzos de los beliceños por conservar sus ecosistemas marinos. Cabe recordar que la sostenibilidad y la lucha contra el cambio climático están, sin lugar a dudas, entre los principales compromisos de la pareja.
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