La gran pasión que el duque de Edimburgo sentía por el enganche ecuestre ha quedado reflejada de una manera muy conmovedora en su solemne y emotiva despedida, ya que el coche de caballos que él mismo diseñó, junto con sus adorados ponis Fell, han estado presentes en el funeral por el marido de Isabel II. El carruaje verde oscuro, que usó desde que tenía 91 años para dar paseos por los terrenos de Windsor y otras propiedades reales, ha permanecido en el patio del castillo de Windsor, junto a los dos mozos de cuadra del príncipe Felipe, ante el paso del ataúd transportado en el Land Rover que él mismo escogió antes de su muerte. En el carro, se han dispuesto algunos detalles personales y simbólicos del duque de Edimburgo para honrar su figura; los guantes, la bufanda y la manta que llevaba los numerosos paseos que ha realizado en él.
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Nada le gustaba más al duque de Edimburgo que recorrer el campo en su carruaje. "Me estoy haciendo mayor, mis reacciones son más lentas y mi memoria poco fiable, pero nunca he perdido las ganas de conducir por la campiña británica", explicó el propio príncipe Felipe en el libro que escribió sobre el deporte del enganche, en el que siguió compitiendo hasta pasados los ochenta años. Se vio obligado a dejar el polo a los cincuenta, en 1971, por artritis en las muñecas, así que decidió buscar un nuevo hobby que se convirtió en una de sus mayores pasiones durante la tercera edad. "Supongo que podría haberlo dejado estar, pero nunca me ha gustado ser espectador", admitió. Ni el tenis, ni el golf ni el squash funcionaban con su artritis, y la vela le habría alejado de casa los fines de semana.
Como parte de la Federación Ecuestre Internacional participó en la redacción de las primeras normas de las carreras de enganche en 1968 y unos años más tarde estuvo en Budapest y Alemania viendo el primer campeonato europeo y el campeonato del mundo. Comenzó a entrenarse con el que fuera el experto de equitación de la Household Cavalry, Tommy Thompson, dando comienzo a su carrera como deportista profesional en 1973. Siete años después fue miembro del equipo británico, que ganó en los campeonatos que se celebraron en Windsor, y se llevó la medalla de bronce en los europeos que tuvieron lugar en Suiza al año siguiente. Pero no solo disfrutó con la competición también lo hizo como profesor. Entrenó a Lady Penny Romsey, condesa de Mountbatten de Bourma, que ha estado presente en su funeral, y también enseñó a su nuera, la condesa de Wessex, y a su nieta Lady Louise Windsor, de 17 años.
Que el marido de Isabel II pudiera practicar este deporte a pesar de su avanzada edad no significa que no fuera peligroso, prueba de ello es que en 1994 llegó a tener "ocho siniestros". Uno de ellos ocurrió cuando se acercó demasiado a unos raíles y salió volando del carruaje, tal y como el mismo contaba en su libro 30 Years On And Off The Boat. Se retiró en 2003, ya entrado en los ochenta, cuando muchos de sus compañeros habían dejado la competición hacía algunas décadas. Pero por supuesto, siguió conduciendo su equipo de caballos de raza poni Fell por los terrenos de Windsor, algo que los condes de Wessex recordaron esta misma semana con mucho humor. Sophie de Wessex aseguraba que tuvo que ayudar a su suegro a salir de algunas zanjas de la zona. "Al principio sí, solía tener algunos problemas", contó riendo el príncipe Eduardo. "Más recientemente también", añadió su mujer.