Después de siete días en Australia, los duques de Sussex cierran esa etapa, por ahora, ya que regresarán a Sídney este viernes, y abren una nueva agenda en un paraíso cercano. Harry y Meghan van a dedicar cuatro días a visitar la República de Fiji y el Reino de Tonga, para lo que han aterrizado este martes en el Aeropuerto Internacional de Nausori, el segundo más importante del país y situado en Suva, la capital de un país formado por más de trescientas islas (un centenar de ellas despoblada) en el sur del Océano Pacífico.
Si en Fraser Island Meghan lució su vestido más informal hasta la fecha, con una abertura en la pierna de lo más comentada, en Fiji regresó al look “habitual” de las damas de la familia Windsor con un vestido claro de la firma Zimmermann. El tiempo cambió con ella y el país les recibió con lluvias, algo habitual en un mes en el que la estación seca está tocando a su fin.
Lo que realmente complicó la llegada fue el viento que sopló con fuerza hasta levantar la alfombra roja y amenazó en un par de ocasiones con llevarse volando el tocado de Stephen Jones que lucía Meghan. Mientras la prensa británica que está cubriendo la gira oficial bromeaba con haber llevado la nube del Reino Unido a Fiji.
Se calcula que unas 15.000 personas ocuparon las principales carreteras por las que se trasladaron los duques de Sussex dentro de la isla. Primero del aeropuerto a Borron House, para encontrarse con el Presidente de Fiji; después a Albert Park, para la ceremonia oficial de bienvenida, y finalmente al Hotel Grand Pacific para una recepción que el mandatario ofreció en su honor.
Después de que Harry pasara revista a las tropas en el aeropuerto, el matrimonio llegó a Albert Park en donde comenzó una ceremonia oficial de bienvenida que reprodujo el formato de la que tuvo lugar en 1953 con la visita de la Reina y el Duque de Edimburgo.
Durante su encuentro presidencial en Borron House y después de una semana de recibir un verdadero aluvión de peluches para el bebé que está por llegar, la Duquesa ha sido obsequiada con un collar de perlas de Fiji, una de las industrias del país y uno de los recuerdos por el que apuestan muchos turistas.
La ceremonia, conocida como Veirqaraqavi Vakvanua, está llena de guiños a la cultura, la identidad y la herencia de fiyianos nativos, un pueblo mezcla de ancestros melanesios (una de las cuatro subregiones de Oceanía) y polinesio e indo-fiyianos. Allí Meghan y Harry tenían preparados unos paipáis en los que se podían ver por un lado sus nombres y por otro las iniciales de Su Alteza Real.
Uno de los momentos álgidos de la ceremonia y que llevó a la multitud a romper en aplausos fue cuando Harry bebió de un cuenco kava kava, una bebida que se consume en el todas las culturas del Océano Pacífico, hecha con la raíz de una planta y que tiene efectos sedantes. El Príncipe hizo exactamente lo mismo que ha hecho sus abuela en sus visitas al país, aceptar la invitación del anfitrión aunque está tenga un fuerte sabor amargo.
Después de un día lleno de actos oficiales, los duques de Sussex llegaron al Hotel Grand Pacific en torno a las siete de la tarde hora local. En los alrededores seguía concentrada una multitud y Harry y Meghan salieron para saludar desde el balcón de un hotel que fue el mismo que alojó a la Reina y al Duque de Edimburgo en 1953. Después de este saludo, Harry y Meghan se retiraron para prepararse para la recepción y la cena que el Presidente de Fiji ofrecía en su honor.
Al caer la noche en Fiji la sorpresa fue mayúscula. Meghan se vistió de largo por primera vez en público desde que es duquesa de Sussex y eso, unido a sus nuevas curvas premamá, dio la vuelta al mundo en cuestión de segundos. El Presidente de la Republica de Fiji y la Primera Dama ofrecieron una recepción y una cena en el Gran Pacific Hotel en honor a los duques de Sussex y la duquesa deslumbró con un vestido con capa propio de la alfombra roja.