Nada de 'selfies', nada de 'Kate' y nada de sombreros después de las seis: las reglas de oro para dar la mejor de las bienvenidas a los Duques de Cambridge a Canadá
La segunda jornada de los Duques ha sido tan memorable como la primera con una estelar llegada en un hidroavión, una partida inolvidable en un aerodeslizador y una ajetreada jornada de compromisos en Vancouver
La llegada de los Duques de Cambridge a Vancouver ha sido una de sus más memorables hasta la fecha y el recibimiento de los canadienses antológico, cuando ayer por la mañana la pareja real se embarcó en el segundo día de su gira por Canadá a bordo de un hidroavión
Vítores y aplausos sonaron en todo el Centro de Vuelo del Puerto de Vancouver, mientras los Duques de Cambridge correspondían con sonrisas y saludos en su trayecto a tierra firme para comenzar un ajetreado día de compromisos oficiales
Grandes multitudes aguardaban la llegada de los Duques, que se mostraron visiblemente abrumados al salir de la aeronave
La calurosa acogida que los canadienses les habían otorgado en Victoria, Columbia Británica, al príncipe Guillermo y a su esposa, la duquesa Catherine, fue rebasada, si es posible, por la que les concedieron en Vancouver, pese a la amenaza de lluvias
Los Duques recibieron a su llegada a Vancouver una lluvia de muestras de cariño, agradecimientos y, también, regalos
La Duquesa, la top fashion influencer de Reino Unido, dio argumentos incontestables de su nuevo título con un segundo atuendo sublime de Alexander McQueen en rojo y blanco, un guiño premeditado a los colores del país anfitrión, que combinó con unos zapatos de tacón de Hobbs y un bolso de mano de Miu Miu a tono
Aun sin hacer acto de presencia (aguardaban el regreso de los Duques al cuidado de su niñera), los pequeños George y Charlotte de Cambridge se convirtieron en recurrente tema de conversación y en principales destinatarios de los obsequios de los canadienses
Los Duques asistieron a un chequeo médico a un bebé de tres meses, Jasmine Hydrochuk, que iba vestida para la ocasión de punta en rosa con su vestido, su diadema y su cubrepañal a juego. “Miren su vestidito”, dijo el príncipe Guillermo y la Duquesa agregó dirigiéndose a la madre de la pequeña: “Es tan increíblemente dulce. No puedo creer lo buena que es. Siempre que pesábamos a George y Charlotte, no se quedaban quietos ni un segundo”
Los Duques de Cambridge visitaron una organización benéfica con programas específicos para refugiados, mujeres, niños y jóvenes, incluidos los recientemente reubicados de Siria