Anmer Hall, que se aloja en Sandringham -la propiedad de la Reina Inglaterra de 20.000 hectáreas-, ha sido sometida a una larga y cara restauración, estimada en casi un millón y medio de euros para dotar de grandes medidas de protección a la propiedad de estilo georgiano de diez dormitorios con el fin de mantenerla a salvo de intrusos y paparazzi