Convertirse en hermano mayor fue para Guillermo una maravillosa experiencia que vivió con mucha ilusión. Según las palabras de su propio padre, estaba "como pez en el agua" y se desenvolvía con mucha soltura, cuidándole y siempre siendo consciente del ejemplo que tenía que darle. Desde el principio, ambos hermanos demostraron tener un vínculo muy especial y se convirtieron no sólo en los mejores compañeros, sino también en confidentes tanto en los buenos como en los malos momentos. Su relación también tuvo un punto de inflexión el 31 de agosto de 1997 tras el triste fallecimiento de su madre, que les unió aún más y les hizo darse cuenta de que siempre, pasara lo que pasara, estarían ahí el uno para el otro.