Poco a poco, los caminos profesionales de Meghan Markle y el príncipe Harry se van separando, sin que esta decisión tenga porque estar relacionada con su vida sentimental o familiar. Mientras la duquesa de Sussex está apostando por una carrera empresarial y tener presencia en los Estados Unidos como una cerebrity más, su marido confirma que es más feliz involucrado en misiones humanitarias o de servicio público y continúa con las batallas que abrió en el Reino Unido con su salida de la realeza británica. Durante las horas que el duque de Sussex estaba en Ucrania interesándose por un centro que atiende a víctimas de la guerra que ha causado la invasión rusa, Meghan tomó un vuelo a Nueva York para vivir la noche de Broadway.
La duquesa de Sussex sorprendió el pasado 10 de abril asistiendo al musical Gypsy en el Majestic Theatre de Nueva York, una recomendación que sus amigas, Oprah Winfrey y Gayle King, hicieron hace unas semanas, sobre el estreno de un musical mítico de la Época Dorada de Broadway que a pesar de estrenarse en 1959 es ahora cuando se ha escogido por primera vez a una actriz negra para el papel protagonista de Mama Rose.
Meghan Markle se fundió en un abrazo con la actriz, Audra McDonald, describiéndola como "absolutamente impresionante" y una experiencia mágica que le puso la piel de gallina. No hay que olvidar que la actriz de 54 años nacida en Berlín, de nacionalidad estadounidense y que acumula el mayor número de galardones del mundo del teatro es una "histórica" defensora de Meghan Markle, ya en el 2019 le apoyó públicamente durante una intervención en la cadena estadounidense NBC News, donde dijo que no entendía el odio injustificado que estaba recibiendo en el Reino Unido. En el 2023, en declaraciones a Vanity Fair, Audra McDonald volvió a recalcar su apoyo: "No sé cómo sigue caminando por este mundo con la gracia, la fuerza y el propósito que tiene, dada la insoportable cantidad de odio a la que ha sido sometida, pero lo hace. Ojalá no tuviera que hacerlo".
Según contó Page Six, Meghan Markle aprovechó su fugaz paso por Nueva York para cenar en The Polo Bar, uno de los muchos lugares que hay el Midtown East para clientes de alto perfil. En este caso, el restaurante fundado por Ralph Lauren en Nueva York está inspirado en el estilo clásico y sofisticado que rinde homenaje al mundo ecuestre y al estilo de vida asociado con el polo, deporte que práctica el príncipe Harry, también el rey Carlos III y el príncipe Guillermo fueron muy aficionados en su época. El ticket medio ronda los cien euros y entre sus platos estrella destaca la hamburguesa clásica al estilo americano, el sandwich de corned beef, los pasteles de cangrejo y la tarta de zanahoria.
Mientras, al otro lado del Atlántico, el príncipe Harry volaba de Londres a Ucrania. Después de tener que comparecer en el tribunal de apelaciones a causa de la batalla que mantiene abierta con el Gobierno británico a cuenta de la seguridad que le fue retirada a su familia cuando decidió no seguir trabajando para la Casa Real británica, el hijo del soberano se trasladaba a Leópolis para conocer el trabajo que hacen de forma gratuita en el Centro Superhumans, especializado en pacientes que reciben prótesis, cirugía y apoyo psicológico gratuitos, y llegó acompañado de una delegación de los Juegos Invictus.
Horas después de ambas citas, Harry y Meghan se reencontraban en California, donde disfrutaban de un desayuno con sus hijos, los príncipes Archie y Lilibet, con los que disfrutaban de un desayuno para el que Harry llevó algún dulce tradicional ucraniano que le brindaron durante su visita.