Cuando Harry y Meghan tomaron en el año 2020 la decisión de salir de la Casa Real británica, parecía que lo complicado era salir, sin embargo, cinco años después, es evidente que el desafío reside en mantenerse, crear nuevos proyectos y mantener los que tenían, en el caso del príncipe, levantados bajo el amparo de la institución. Tras varios giros, la actriz estadounidense ha logrado cumplir su sueño y, críticas al margen, ha avanzado de forma notable en su propósito de convertirse en una prescriptora de estilo de vida, en cambio, este éxito no acompaña al príncipe Harry que, a pesar de haber ganado en su histórico enfrentamiento con los tabloides británicos el pasado enero, continúa atrapado en un pasado que le genera una crisis tras otra.
Para Meghan Markle, quien no nació en una cuna de oro y ha aprendido a reinventarse una y otra vez a lo largo de su vida, los altibajos del destino son un terreno familiar. En cambio, el príncipe Harry, moldeado desde la infancia en la cima de un sistema tan único, privilegiado y expuesto como la monarquía británica, parece incapaz de avanzar. La desvinculación de la realeza, que fue su vida durante 35 años, resulta casi imposible, incluso cuando salió con el propósito de la independencia económica y renunciando a títulos y privilegios.
El conflicto que alguna vez sostuvo directamente con su padre, el actual rey Carlos III, y con su hermano, el príncipe Guillermo, ahora ha sido inteligentemente trasladado al Estado británico, de modo que los Windsor se han convertido en meros espectadores del enfrentamiento. Esto ha convertido al duque de Sussex en un adversario del propio sistema que definió su vida, enfrentándose al gobierno por cuestiones de seguridad, mientras ve cómo sus proyectos personales, como Sentebale, se someten a una investigación por parte de un organismo regulador que forma parte de ese mismo Estado al que se enfrenta.
Harry quiere protección para él y para su familia e incluso se ofreció a pagarla de su propio bolsillo
Harry ha regresado al Reino Unido, un viaje que siempre reaviva tensiones, para enfrentarse al Ministerio del Interior por su seguridad personal. Hay que recordar que desde que dejó de ser un miembro activo de la Familia Real británica, dejó de recibir protección financiada por el Estado, lo que ha desembocado en una batalla legal que sigue en marcha. Harry quiere protección para él y para su familia e incluso se ofreció a pagarla de su propio bolsillo. Sin embargo, el gobierno británico rechazó esta propuesta, argumentando que la protección policial no está en venta ni es un servicio disponible para individuos privados. Lo que Harry sostiene, y ha argumentado durante estos días en un tribunal de Londres, es que con él se usó un mecanismo a medida, ya que se le despojó de protección sin la evaluación de riesgos.
Ha sido durante este proceso legal cuando se ha comenzado a hablar del RAVEC, que es un comité destinado a la protección de la realeza y otras figuras públicas, destinado a evaluar los riesgos y decidir el nivel de protección es necesaria en cada caso. Según argumenta el príncipe Harry, dicho comité determinó que Harry y los suyos no necesitaban protección policial financiada de forma pública por su renuncia a los deberes reales, pero no sobre la base de una evaluación de riesgos, lo que según el equipo legal de Harry, es una peculiaridad que no encaja en el marco normativo.
Harry abandona su organización en medio de acusaciones y tensiones internas que cuestionan su legado benéfico
Mientras tanto, ha surgido el escándalo en torno a Sentebale, la organización benéfica que fundó hace dos décadas para apoyar a jóvenes en África afectados por el VIH y el SIDA, un proyecto que levantó con el impulso de la realeza británica y en memoria de su madre, la princesa Diana. La renuncia de Harry como patrono de la organización, junto con la de otros miembros clave, se produjo en medio de acusaciones de mala gestión financiera y conflictos internos con la presidenta, Sophie Chandauka, quien por su parte, ha alzado la voz con duras críticas que directamente apuntan a los Sussex.
Chandauka ha asegurado ante distintos medios de comunicación británicos haber sido víctima de acoso, intimidación, misoginia y racismo, en parte, por negarse a formar parte de la maquinaria que utilizan los Sussex para su imagen pública. Además, la todavía presidenta de Sentabale, hay una correlación negativa entre la salida de los duques de Sussex de la Casa Real británica y la capacidad de la organización benéfica para conseguir nuevos donantes y reclutar personal de alto nivel. Ella habló directamente de "toxicidad de la marca", aunque no hay que olvidar que antes de su salida, Harry contaba con el apoyo de la realeza británica, desde su padre hasta su hermano, para la recaudación de fondos, un apoyo y una visibilidad que perdió tras la ruptura.
Harry, por su parte, ha expresado su frustración y tristeza por el impacto que estas acusaciones tienen en la misión de Sentebale, mientras que otros miembros de su fundación recuerdan que de forma histórica esa financiación ha sido aportada directamente por Harry o a través de recaudaciones de fondos que ha promovido él. Ahora mismo el conflicto está en manos de la agencia pública británica para garantizar que las organizaciones sin ánimo de lucro cumplen con sus objetivos declarados y operan de manera transparente y ética, la Charity Commission for England and Wales.
Cinco años después de su salida, después de la muerte de Isabel II y en pleno reinado de Carlos III, Harry sigue redefiniendo su identidad, al tiempo que busca un legado propio fuera de la realeza. ¿Será capaz de forjar una existencia realmente libre de las barreras que lo han acompañado desde su nacimiento, o esas raíces seguirán condicionando cada decisión que tome?