Si alguien tiene ganas de cerrar este año, esos deben ser los Windsor, quienes han superado un 2024 lleno de imprevistos y sustos. Lejos queda el tiempo en el que el Reino Unido se preguntaba qué ocurría en su casa real para descubrir que tanto Carlos III como Kate Middleton estaban enfrentándose a un cáncer. La imagen de trono vacío y la incertidumbre quedan atrás; ahora la Familia Real británica tiene muchos motivos para brindar y una nueva oportunidad de dar una imagen de unión, fortaleza y esperanza para un reinado repleto de desafíos. Durante las últimas cuatro décadas, los Windsor han celebrado las fiestas navideñas en Sandringham House, donde estas fiestas hay ausencias de última hora.
En la majestuosa residencia campestre que la Reina Victoria compró para su hijo, el futuro Eduardo VII, en el condado de Norfolk, las tradiciones que impuso Isabel II permanecen prácticamente intactas. Pero Carlos III ha venido a flexibilizar algunas normas y ha abierto las celebraciones a las "casas satélite", desde los Middleton hasta los Parker Bowles, lo que contrasta con una ausencia esperada y otra inesperada. Se sabía que los duques de Sussex no se unirían a los Windsor por quinto año consecutivo, pero no se contaba con la baja de otras nueve personas: el príncipe Andrés, Sarah Ferguson, Beatriz de York y Edoardo Mapelli Mozzi con su hija Sienna así como Eugenia de York junto a Jack Brooksbank y los pequeños August y Ernest.
A raíz de la última polémica en la que se ha visto envuelto, el duque de York no estará en las celebraciones de la Familia Real y, por tanto, tampoco acudirá la que fue su mujer y madre de sus hijas, Sarah Ferguson, con la que sigue manteniendo una excelente relación y viven bajo el mismo techo. Según Daily Mail, el hermano del monarca ha tomado esta decisión voluntariamente y permanecerá durante las navidades en Royal Lodge, su residencia habitual y también motivo de discrepancias con Carlos III porque no quiere trasladarse a Frogmore House. Tiempo atrás, Beatriz y Eugenia de York habían decidido que estas fiestas estarán con sus familias políticas por primera vez desde que casaron.
Invitados para una nueva era
Los hijos, nietos y hermana de la reina Camilla también tendrán su sitio en la Navidad de la Familia real británica. La esposa de Carlos III está muy unida a sus hijos Laura Lopes y Tom Parker-Bowles, que por primera vez pasará estas fiestas con los Windsor. Tom es padre de Lola, de 17 años, y Freddy, de 14. Laura es madre de Eiza, de 16 años, y de los gemelos Gus y Louis, de 14. Los chicos fueron pajes en la coronación. Es habitual que Camilla reciba a los suyos en su casa privada de Wiltshire, que tiene desde antes de casarse con Carlos y a la que le gusta escaparse para recargar las pilas y descansar. Su hermana Annabel Elliot forma parte del grupo llamado compañeras de la Reina, que ejercen las funciones que hacían las damas de honor de Isabel II, así que este año todo puede pasar y no sería sorprendente si la totalidad de los Parker-Bowles se sume. Lo mismo ocurre con la familia Middleton, la familia de la princesa de Gales, que igual que los Parker-Bowles han sido el gran apoyo de la Familia Real británica en su año más complicado.
¿Por qué en Sandringham?
Desde 1862, Sandringham es el refugio rural de los monarcas del Reino Unido y desde 1988 la Familia Real británica celebra los días más entrañables del año. Sin embargo, no siempre fue así. Durante los años setenta del siglo XX, cuando Carlos, Ana, Andrés y Eduardo, los cuatro hijos de Isabel II y Felipe de Edimburgo. eran pequeños disfrutaban de esta época en el Castillo de Windsor, pero desde finales de los años ochenta coincidiendo con las obras de acondicionamiento de la fortaleza, la Navidad real regresó a Sandringham.
A Isabel II le gustaba estar en Sandringham, a donde llegaba en tren, desde diciembre hasta primeros de febrero, coincidiendo con el aniversario de la muerte de su padre Jorge VI, quien precisamente murió en este lugar mientras dormía el 6 de febrero de 1952 cuando tenía 56 años. Además de la espectacular casa de campo de 32 kilómetros cuadrados de terreno, cerca del pueblo del mismo nombre, en los terrenos de Sandringham hay una granja orgánica, un aserradero, propiedades residenciales y comerciales, parroquias y pequeñas comunidades locales situadas en este área de excepcional belleza natural de la costa de Norfolk. Esta espectacular casa fue construida por Eduardo VII y su esposa la princesa Alejandra de Dinamarca en un estilo jacobino y desde entonces ha sido una propiedad muy querida por todos los monarcas.
Además de la casa principal, se encuentran otras viviendas como Anmer Hall, la casa de campo de los príncipes de Gales; Appleton House, que fue demolida en 1984, Park House, Wood Farm, donde pernoctan en Navidad los duques de York y que fue el retiro de Felipe de Edimburgo tras jubilarse; York Cottage, que desde el año 2000 se usa como oficina inmobiliaria.
En torno a un árbol de Navidad
No hay Navidad en Palacio sin su árbol y en la Familia Real británica se lleva poniendo desde el siglo XVIII, cuando la reina Carlota, de origen alemán y esposa de Jorge III, lo introdujo. En 1800 organizó una fiesta de Navidad para niños en Windsor y como no encontró tejo puso un pequeño árbol en una maceta de cuyas ramas colgaban dulces, almendras, frutas y juguetes, todo ello iluminado por pequeñas velas. Sin embargo, la soberana que realmente lo puso de moda, como tantas otras cosas, fue su nieta, la reina Victoria, tatarabuela de Isabel II. La costumbre rápidamente se extendió por el país y se popularizó decorar árboles a raíz de que Illustrated London News imprimió un grabado de la reina Victoria, su marido el príncipe Alberto y su familia reunidos alrededor de un abeto adornado en Windsor en 1848. En la actualidad, es el Rey y los miembros de su familia los que suelen dar los últimos toques al abeto navideño, incluidos adornos de corgis, los perros de la recordada Isabel II. Estos árboles se colocan en diversas residencias reales, incluido uno artificial en el comedor de Sandringham, siendo tradición que Buckingham ponga tres.
24 de diciembre
Regalos: de poco valor y divertidos
La monarquía británica ahonda sus raíces en Alemania, un pasado que se quiso borrar el 17 de julio de 1917, en el transcurso de la Primera Guerra Mundial, cuando Jorge V, bisabuelo de Carlos III, decidió renombrar a la dinastía germana Sajonia-Coburgo- Gotha por la británica Casa Windsor para evitar cualquier lazo de la monarquía con Alemania. En aquel entonces Reino Unido y el país germano estaban en pleno conflicto y había un fuerte sentimiento germanófobo en el país. Aún así, parte de esa herencia bávara ha llegado hasta nuestros días como la entrega de regalos en Nochebuena, en lugar de en Navidad. Todos los invitados colocan sus regalos en mesas con caballetes dispuestos en el Salón Rojo y debidamente etiquetados para que cada miembro coja el suyo. Son regalos de poco valor y divertidos. Este ritual se lleva a cabo sobre las 16.00 horas, coincidiendo con la hora del té que va acompañado de un bizcocho grande de jengibre o de miel y nata, pastelitos y bollos que se acompañan de sándwiches sin corteza y son servidos en cuadraditos rellenos de jamón y mostaza inglesa, queso Sage Derby y pollo Branston Pickle.
En su libro de memorias, el príncipe Harry cuenta cómo es la entrega de regalos en Sandringham. “En una gran sala con una larga mesa cubierta por un mantel blanco con tarjetas que contenían nuestros nombres. Por costumbre, al empezar la noche, cada uno buscábamos nuestro sitio y nos plantábamos delante del montón de regalos. Luego todos empezábamos a abrirlos a la vez. Un todos contra todos en que los miembros de la familia se apuntaban sus tantos hablando al mismo tiempo, tirando de los lazos y rasgando el papel de regalo”, recuerda el duque de Sussex.
Un partido de fútbol americano
Durante una década, los príncipe Guillermo y Harry jugaban un partido de fútbol americano con personal de Sandringham antes de la cena de Nochebuena. En 2015 rompieron con la tradición de jugar en el mismo equipo y a partir de 2016, Guillermo usaba calcetines del Aston Villa y Harry del Arsenal. Ahora que la relación es inexistente entre los hermanos, quizá el príncipe de Gales se anime a que sus hijos sigan con esta práctica.
Nochebuena: seis platos y un menú escrito en francés
Tras el intercambio de regalos, llega la gran cena de Nochebuena cuyo dress code en época de Isabel II era formal e incluía vestidos largos, tiaras y joyas para las damas y smocking para los caballeros. Una tradición que promovió la Reina Madre, abuela de Carlos III. Una vez que Isabel II había elegido su vestido para la cena, se fijaba un aviso escrito a mano en el pasillo de los vestidores detallando lo que usará para que las doncellas pudieran seleccionar un vestido adecuado para el resto de las mujeres Windsor, según contó en su libro la modista de la Reina, Angela Kelly.
En esta cena se servía el cóctel favorito de Isabel II, que también era el favorito de la Reina Madre, el zaza, que consiste en medio vaso de vino tinto del tipo Dubonnet, medio de ginebra seca y todo ello adornado con ralladura de naranja. La cena se sirve a luz de las velas, tiene seis platos y el menú suele estar escrito en francés.
25 de diciembre
Un desayuno británico servido en la cama
Según el antiguo chef de Palacio, Darren McGrady, quien estuvo entre 1982 y 1998 siriviendo las cenas y comidas de Navidad, las damas de la Familia Real tienen el privilegio de desayunar en la cama y suelen optar por un desayuno ligero con fruta cortada en rodajas, medio pomelo, tostadas y café en su habitación. Mientras, los miembros masculinos de la familia toman un abundante desayuno a las 8:30 horas con huevos, tocino, champiñones, arenques ahumados y riñones asados.
Después, todos acuden a la iglesia de Santa María Magdalena de Sandringham para el servicio religioso del día de Navidad, otra costumbre que se remonta a los tiempos de la reina Victoria. La entrada y salida se convierte en un auténtico desfile de royals británicos donde saludan a los vecinos de la localidad. Además de los reyes Carlos y Camilla, los príncipes de Gales y sus hijos, los príncipes George, Charlotte y Louis, a esta cita tradicionalmente están invitados todas las ramas de la casa, es decir, la princesa Ana y los príncipes Andrés y Eduardo, así como toda su descendencia, hijos y nietos. La presencia del duque de York, así como la notable ausencia de los duques de Sussex, que, por otro lado, solo pasaron dos navidades con la Familia Real, suelen ser los temas más comentados.
Una comida de exactamente 50 minutos de duración
La comida del día de Navidad dura exactamente 50 minutos. Según contó el excocinero, cuando regresan de la iglesia toman algo antes de sentarse a la mesa. No faltan los brindis con el champán Veuve Clicquot y nueces. A las 13.00 horas ya pueden pasar a la mesa con un servicio de mantelería con servilletas blancas almidonadas y perfectamente dobladas, candelabros de plata, jarras de vino y galletas saladas rojas y doradas. Una vez sentados toman un gran almuerzo que incluye una ensalada de camarones o langosta, pavo asado y todas sus guarniciones tradicionales como chirivías, zanahorias, coles de Bruselas y pudin navideño de mantequilla al brandy como postre. Año a año, cada vez hay más comensales a la mesa y ya superan el medio centenar. Los niños comen en otra estancia un poco antes.
Después de esta comida, todos juntos se sientan a las 15:00 horas delante del televisor para ver el discurso del monarca, grabado días antes y que será el tercero que dirige Carlos III a la nación como Rey, se espera que sea especialmente emotivo debido al año tan complicado que ha superado. Tras ello hay un pequeño tiempo de descanso antes de que los Windsor se reúnan para tomar juntos de nuevo el té con el tradicional pastel de frutas navideño, tronco de chcolate, carne picada con mantequilla de brandy, bollos y más sándwiches.
Cena buffet y un juego muy divertido
Si no fuera poco con la comida de Navidad, ese día por la noche, la Familia Real británica se sienta para disfrutar de una cena buffet con entre quince y veinte platos con una variedad de carnes asadas cortadas directamente en la mesa, cabeza de jabalí rellena, lengua de buey, jamones, marisco, verduras, galletas de jengibre pudín y bebidas como brandy o sidra. Justo antes de esta cena, el chef principal va al comedor y corta la costilla del pavo o jamón que se sirve. Después, ofrece un vaso de whisky al monarca y brindan, siendo la única vez en que el cocinero de Sandringham entra en el comedor. Tras la cena juegan a adivinanzas y acertijos, algo parecido al Pictionary hasta que el monarca decida que quiere irse a dormir ya que nadie puede retirarse antes que él.
El paso por la báscula
A principios del siglo XX, Eduardo VII se las ingenió para idear un método que certificara de alguna manera que sus invitados habían disfrutado y comido durante las vacaciones. Así, ordenaba que uno a uno se pesaran cuando llegaban a Sandringham y al irse. El monarca consideraba que si habían cogido al menos un kilo y medio más eso significaba que la Navidad había sido todo un éxito. Isabel II continuó con esta tradición que supuestamente horrorizaba a la princesa Diana, como se muestra en Spencer, la película protagonizada en 2021 por Kristen Stewart.
26 de diciembre
La caza en el día de San Esteban
El 26 de diciembre es el "boxing day", una festividad que se celebra en el Reino Unido, Irlanda, Australia, Canadá, Nueva Zelanda y otros países de la Commonwealth, que proviene de la costumbre de dar ese día libre al personal del servicio doméstico y entregarles una caja con diferentes obsequios, motivo por el cual ese día se ha convertido en una jornada en la que se promueven las donaciones y otros gestos filantrópicos. La madre del rey Carlos tenía la costumbre de hacer entrega de aguinaldos a su personal, justo antes de marcharse a Sandringham. Solían ser marcos de fotos de plata, copas, salseros, pimenteros… Todos pagados de sus fondos privados, grabados con el emblema real y acompañados de un pudin de Navidad. Los que no quisieran regalos podían pedir una tarjeta canjeable en tiendas como John Lewis, grandes almacenes de alta gama. La entrega tenían lugar en el salón de baile del Palacio de Buckingham y en el St George’s Hall del Castillo de Windsor. Era la única oportunidad que tenían algunos de los empleados de hablar personalmente con la soberana de una manera informal y cercana.
Los Windsor comienzan el 26 de diciembre con un kedgeree, un plato tradicional de la cocina inglesa (pero de inspiración india) elaborado con pescado, arroz, mantequilla, huevo duro y curry acompañado con tostadas, una opción nutritiva para la tradicional caza del faisán. Una actividad en grupo con la que se cierra la programación navideña de los Windsor en Sandringham.
-Quiénes son los 36 a los que Carlos III ha invitado a pasar la Navidad