Todo era felicidad en el Reino Unido el 27 de noviembre de 2017, día en el que se anunció el compromiso del príncipe Harry y Meghan Markle. Los británicos siempre tuvieron un cariño especial por el hijo menor de Carlos III y Diana de Gales, del que destacaban su carisma y su don innato para llegar a la gente, además de ser considerado un poderoso activo dentro de la monarquía británica. Por eso, verlo protagonizar su particular cuento de hadas al lado de la protagonista de Suits fue una gran noticia que se vivió con entusiasmo. Lo que nadie podía imaginar entonces es que exactamente siete años más tarde, todo iba a ser tan diferente.
Harry de Inglaterra y Meghan Markle se convirtieron en la pareja del momento. Cada paso que daban empezó a ser analizado al detalle, los actos a los que iban se llenaban de curiosos y ella no tardó en hacerse un importante hueco en los Windsor, a pesar de que la realeza era un universo completamente desconocido para ella, una actriz llegada de un país en el que no existe la monarquía. Eran el mejor ejemplo de que el amor todo lo puede y el país entero se movilizó para su enlace real, celebrado el 19 de mayo de 2018 en la capilla de San Jorge del castillo de Windsor. La alegría se multiplicó el 6 de mayo de 2019 con el nacimiento de Archie Harrison, su primer hijo. Pero nada era lo que parecía, y detrás de esas escenas de felicidad se cocinaba a fuego lento un hito que marcaría para siempre la historia de la Familia Real británica.
Cinco meses del nacimiento de su hijo, el cuarto hijo de Carlos III y octavo bisnieto de Isabel II, todo cambió. Su vida hizo click durante la gira que realizaron durante casi dos semanas a diferentes puntos de Sudáfrica. Estuvieron acompañados por el periodista Tom Bradby, quien grabó todo para convertir esa gira en un documental llamado Harry and Meghan: An African Adventure. Pero ese espacio supuso mucho más que un resumen del viaje: fue un punto de inflexión y el formato elegido por el matrimonio para alzar la voz y abordar públicamente su verdadera realidad.
Ante la cámara, el príncipe Harry habló sobre la presión que sentía al ser miembro de la Familia Real y del estrés que le estaban generando los recuerdos de la relación de su madre con los medios de comunicación: "Creo que es una herida que supura. Ser parte de esta familia, en este papel, en este trabajo. Cada vez que veo una cámara o escucho un clic… Cada vez que veo un flash me hace recordar el peor momento de mi vida", confesaba. También Meghan reconoció al periodista que estaba siendo un reto adaptarse a su nueva vida royal y contó que a raíz de su embarazo le estaba costando cada vez más gestionar la presión. Después de esas confesiones anunciaron que se tomaban seis semanas de descanso. Un mes y medio en el que todo estalló.
Al finalizar ese periodo decidieron dejar de ser miembros senior de la Familia Real británica y mudarse a Estados Unidos. Su deseo, según expusieron, era crear su propia agenda de compromisos, eligiendo solo aquellas causas en las que creen; buscar su propia independencia financiera; y garantizar que su familia se mantenga lejos del foco mediático, protegiendo a su hijo (entonces no había nacido Lilibet Diana). El paso atrás de los Sussex fue una decisión sin precedentes que supuso un auténtico tsunami e hizo que perdieran sus nombramientos militares y los patrocinios reales. No contaban con el respaldo de la opinión pública ni tampoco de los Windsor, con los que se abrió en ese momento una brecha que se ha ido agrandando.
Sin importar los daños colaterales, ellos se mantuvieron firmes e iniciaron una nueva vida en California, donde pasaron de ser miembros de la realeza europea a convertirse en dos estrellas. Inicialmente vivieron en la casa del cineasta Tyler Perry, quien les prestó su vivienda hasta que encontraron su propio hogar en la exclusiva localidad de Montecito, donde tienen como vecinos a Oprah Winfrey, Gwyneth Paltrow o Ellen DeGeneres. En este rincón californiano tuvieron el 4 de junio de 2021 a Lili Diana y han logrado lo impensable: que los nietos del monarca británico, ambos con presencia en la línea sucesoria, crezcan como dos niños anónimos.
El primer golpe en la mesa llegó en marzo de 2021 con la entrevista que dieron a Oprah Winfrey, icono de la comunicación en Estados Unidos con la que hablaron de su salida de la Familia Real y de temas tan controvertidos como un supuesto comentario racista de los Windsor o la versión de Meghan sobre su enfrentamiento con su cuñada, Kate Middleton. Le siguieron otras apariciones que también dieron mucho que hablar como un documental sobre su vida que emitió Netflix (plataforma con la que firmaron un contrato), pódcast, actos benéficos, charlas, asistencia a premios, los Jueegos Invictus y la publicación de las memorias de Harry, tituladas Spare. Un libro muy controvertido en el que no deja en buen lugar a la reina Camilla. De forma simultánea, Harry ha mantenido una guerra judicial abierta con los tabloides británicos y con el gobierno de su país por su seguridad cuando pisa territorio británico.
Los lazos con la Familia Real están prácticamente rotos y solo se han reencontrado en el Jubileo de Platino de Isabel II y en el funeral de la Reina. La enfermedad del monarca y de Kate Middleton apenas ha cambiado su relación, a pesar de que el Príncipe voló de urgencia a Londres al conocer el diagnóstico de su padre. Siete años después de su compromiso, todo ha cambiado para los Sussex, pero cobra más sentido que nunca aquella conversación ante la prensa contando cómo había sido su pedida de mano: "Sucedió en nuestro apartamento, era una noche normal para nosotros, solo estábamos los dos. Estábamos cocinando pollo asado...". Y es que desde que en 2020 tomaron las riendas de su vida, esa escena costumbrista y cotidiana es un reflejo de su día a día siendo, simplemente, Harry y Meghan.