La Familia Real británica busca personal para su querido –y últimamente asaltado– Castillo de Windsor, la residencia real situada en el condado de Berkshire, a poco menos de cuarenta kilómetros de Londres. Se busca hombre o mujer que pueda garantizar el mantenimiento en condiciones óptimas del castillo. Aquel que opte a este puesto (de cuarenta horas de trabajo semanales y veinticinco días de vacaciones al año, sin contar los fines de semana), y logre cubrir la vacante tendrá que asumir las siguientes responsabilidades: el cuidado de las obras de arte que alberga el histórico edificio entre sus muros; la organización de las tareas domésticas diarias; y la limpieza de todas y cada una de las estancias del castillo. Si las cuentas no fallan tiene, solo considerando los cuartos exclusivos para la realeza, cincuenta y dos dormitorios, noventa y dos despachos y setenta y ocho cuartos de baño, ubicados en sus 48 x 24 metros.
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A cambio de esta ingente cantidad de trabajo (eso sí, en un entorno paradisiaco e histórico) se ofrece un plan de pensiones no contributivo, un almuerzo saludable diario –en la convocatoria se insta a que, para ser coherentes con la política de sostenibilidad que promueven los Windsor, no se desperdicien los alimentos–; un servicio de atención psicológica dentro del recinto palaciego, para preservar la salud mental y emocional de los empleados, y un salario que, en esta ocasión, no aparece indicado en la oferta de trabajo. Sin embargo, a tenor de anteriores convocatorias, los expertos calculan que podría situarse en torno a los veintiséis mil euros anuales. En este sentido, cabe recordar un hecho insólito que sucedió hace casi una década: en abril de 2015, el personal del Castillo de Windsor denunció –o, al menos, ciento veinte de los doscientos trabajadores que hacen que todo funcione con la exactitud de un reloj– que su salario estaba por debajo “del nivel mínimo digno para vivir” y amenazó con iniciar una huelga. En la actualidad, trabajan en el Castillo de Windsor unas quinientas personas dado que ya se ha convertido en una atracción turística, que se puede visitar por el módico precio de veintiocho euros.
Las cosas de palacio
En 2015, el sindicato mayoritario de los trabajadores aireó el sueldo inicial que percibían los trabajadores del Castillo de Windsor, 18.720 euros anuales. La Familia Real británica no se había visto, hasta entonces, envuelta en un conflicto de este cariz. Isabel II reaccionó con premura, y aunque no negoció con el sindicato, según adelantó un portavoz de palacio, sí procuró que se llegase a un acuerdo satisfactorio entre todos. Frente a las amenazas de los trabajadores, las fuentes palaciegas quisieron dejar claro que “los empleados cobran por encima del salario mínimo y gozan de dádivas extras, como la comida de mediodía”.
En los últimos años, han surgido muchas ofertas de empleo para trabajar al Servicio de Su Majestad. En 2021, se publicó una convocatoria para cubrir una vacante en un puesto de seguridad en el Palacio de Buckingham. El salario ofrecido era de poco menos de treinta mil euros anuales. Los miembros de la Guardia Real, toda una institución monárquica y, también turística, sobre todo durante su cambio de guardia, al parecer perciben unos treinta y cuatro mil ochocientos euros al año. Por su parte, según se desveló en 2019, los ayudantes de los establos reales cobran un sueldo de casi veintisiete mil euros anuales, más o menos lo mismo que recibe el chef experimentado que buscó Palacio en 2020 y a quien también se le pedía acompañar a la Familia Real en sus viajes oficiales.
Hay que tener en cuenta que las necesidades de personal por parte de la realeza británica son continuas. Para dimensionar lo anterior, basta con recordar el número de Palacios Reales que son propiedad de la Corona británica y que el Monarca tiene en fideicomiso –a esta categoría pertenece el Palacio de Buckingham, el Castillo de Windsor, el Castillo de Holyrood y el de Hillsborough, en Irlanda del Norte–; y aquellos que han sido heredados como propiedad privada, como el castillo de Balmoral y Sandringham House. En la actualidad, hay unas mil doscientas personas trabajando al Servicio de Su Majestad, con diferentes perfiles y obligaciones: asistentes personales, cocineros, chóferes, mayordomos, miembros de seguridad, expertos en tecnologías de la información para cuidar, entre otras cosas, los archivos reales. Estos últimos, en cuanto a salario se refiere, son de los más afortunados, porque, según la última oferta de empleo hecha pública, su sueldo podría llegar a los sesenta mil euros anuales. En 2022, surgió la noticia de que el Rey Carlos III, con el fin de ayudar a sus trabajadores a encarar la elevada inflación, había decidido conceder a su personal una paga adicional de casi setecientos euros.
Las peculiaridades del Castillo de Windsor
A la vista de todo lo anterior, sí parece más que razonable que el sueldo mensual, que percibirá quien acceda próximamente al servicio del Rey en el Castillo de Windsor, será de poco más de dos mil euros. Su lugar de trabajo no puede ser más majestuoso, pero su sueldo no podría ser calificado de desorbitante.
Ha de impresionar caminar por los pasillos del Castillo y recorrer todas y cada una de las estancias –más allá de las utilizadas por la realeza, hay un sinfín de cuartos que alcanzan la astronómica cifra de mil habitaciones– y contemplar en solitario su belleza arquitectónica y las obras de arte que adornan sus paredes. Los orígenes del castillo datan del siglo XI, cuando los normandos, a las órdenes de Guillermo I El Conquistador, llegaron a Inglaterra. Los Monarcas británicos han habitado en este castillo desde el siglo XII, por lo cual la historia que esconden sus muros es impresionante. A lo largo de los siglos se han ido incorporando estancias y anexos, como la fabulosa capilla de San Jorge, del siglo XV, donde los Windsor han celebrado algunos de los eventos familiares más significativos de los últimos años –como la boda de Harry y Meghan– y el lugar sagrado en el que está enterrada Isabel II.
El cuidado de las obras de arte del Castillo es una de las responsabilidades de la vacante disponible. No es tarea menor, sino más bien todo lo contrario. Solo alguien extremadamente cuidadoso y de total confianza podría conservar con mimo las obras de artistas de la talla de Van Dyck, Durero, Canaletto o Rubens que se hallan en los impresionantes State Apartments, o la fabulosa colección, la mayor del mundo, de manuscritos y dibujos creados por Leonardo da Vinci.
Los cuarenta años al servicio de su Majestad de Paul 'El Alto'
Si no por el sueldo, sí por el prestigio o por un sentido del deber a prueba de tentaciones, lo cierto es que hay personas que han trabajado para los Windsor durante décadas. Uno de los casos más emblemáticos es el de Paul Whybrew, conocido como Paul El Alto, el mayordomo principal de Isabel II durante cuarenta años, por su metro noventa y dos de estatura. El mundo lo conoció porque aparecía junto a la Soberana en el divertido cameo de Isabel II en el vídeo con el que se dieron por inaugurados los Juegos Olímpicos de 2012. En la actualidad, Carlos III le ha designado una labor sumamente delicada: decidir qué fragmentos de los diarios de su querida madre podrían ver la luz y cuáles no, aunque es más que dudosa la publicación de los mismos.
Una vez visto el perfil que se busca en la nueva oferta de trabajo de los Windsor, y después de conocer el caso de Paul Whybrew, una no puede menos que recordar algunos personajes literarios y cinematográficos que representan, a las mil maravillas, lo que realmente busca la Familia Real inglesa. ¿Cómo no pensar en la estampa de Anthony Hopkins en la maravillosa película Lo que queda del día, dirigida por Jeremy Ivory y basada en la novela de Kazuo Ishiguro, Premio Nobel de Literatura en 2017? El señor Stevens era el primer mayordomo de la aristocrática mansión Darlington Hall. Nadie como él para tener a raya al resto del personal y mantenerlo todo impoluto. Sus guantes de algodón blanco lo decían todo, así como algunas de las frases más emblemáticas de la película: “La cena será servida a la hora habitual, y me complace decirle que no quedará huella alguna de lo ocurrido”. Ese es el talante que hoy buscan los Windsor. La discreción absoluta y la eficiencia más british.