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Carlos III quiere que su hermano se mude del Royal Lodge a Frogmore Cottage

La última maniobra del príncipe Andrés: un superviviente en palacio

El duque de York ha convencido a las autoridades del palacio de que tiene fondos suficientes y legítimos para seguir viviendo en su residencia oficial de treinta habitaciones y treinta millones de euros


11 de noviembre de 2024 - 13:20 CET

Carlos III y el príncipe Andrés están protagonizando uno de los grandes enfrentamientos de este reinado:  mientras el rey trata de imponer su forma de gestionar el patrimonio de los Windsor, su hermano se aferra con uñas y dientes al último símbolo de una vida que ya no lo pertenece. Si hace una semana trascendió que el soberano había retirado a su hermano la asignación económica y vitalicia de más de un millón de euros anuales, con el fin de forzar su mudanza a un lugar más modesto, ahora el príncipe Andrés contraataca con una maniobra financiera con la que ha convencido a las autoridades contables del palacio de que tiene fondos suficientes para seguir viviendo en el Royal Lodge, su residencia oficial de treinta habitaciones y treinta millones de euros. La otra batalla fratricida de los Windsor no parece tener fin y está dejando claro que, aún sin el amparo y la protección de Isabel II, el príncipe Andrés es todo un superviviente.

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© GTRES

Ha sido el rotativo The Times el que en las últimas horas ha publicado que el príncipe Andrés ha logrado reunir fondos para permanecer en el Royal Lodge, una financiación que ha sido aprobada por el guardián del tesoro privado, Michael Stevens, y con la que habría convencido a las autoridades del palacio de que dispone de dinero suficiente proveniente de "fuentes legítimas" para mantenerse allí. Lo que todavía es una incógnita es cuánto dinero ha conseguido y cómo lo ha hecho. Sin olvidar la gran de pregunta: ¿por cuánto tiempo? Ya que sin un flujo permanente de ingresos parece insostenible aferrarse a una propiedad con elevados costes de mantenimiento y que por contrato con el Crown Estate (el patrimonio público del soberano) tiene que pintar, renovar y reparar cada cinco años. Es más, en las últimas imágenes tomadas desde el exterior la fachada sufría un evidente deterioro. 

© Cordon Press

Royal Lodge

Esta maniobra llega después de muchos intentos por parte del rey Carlos III de que cambie esa mansión por una más modesta, Frogmore Cottage, la antigua casa que Isabel II cedió a los duques de Sussex tras su boda y que ellos sometieron a una profunda remodelación que pagaron después de su salida. Sin embargo, el príncipe Andrés se niega a trasladarse a esta casa, que también se encuentra en los terrenos de Windsor, y permanece refugiado en la descascarillada mansión que comparte con su ex mujer, Sarah Ferguson y que recuerda el poder real que un día tuvo y perdió a raíz del caso Epstein.

 Durante los últimos meses el rey Carlos III ha buscado sin éxito la forma de que su hermano pequeño cumpla con sus directrices como nuevo cabeza de familiar, sin embargo, la relación entre ellos nunca fue fácil y el duque de York nunca pareció dispuesto a cumplir con las normas de su hermano y superior jerárquico. Antes de cortar esa financiación vitaliza, Carlos III probó suerte despidiendo al equipo de seguridad privada (10 personas) de su hermano, algo que vino a demostrar la teoría de Harry y Meghan de que el soberano tiene más poder de decisión con respecto a la seguridad de los miembros de la realeza de lo que cuentan. El plan era que si el príncipe Andrés comenzaba a pagar por su propia seguridad, valoraría que era mejor trasladarse a un lugar de dimensiones más pequeñas, pero no fue así. El duque de York está haciendo verdaderos malabares para continuar en su casa, hasta el punto de que algunos medios británicos se han referido a él como "un ocupa en palacio". 

Entramos en Frogmore Cottage, la idílica casa en Reino Unido a la que Meghan y Harry no podrán volver 

Fiel a los York, aferrado al pasado y cuestionado por el Palacio: así se retrata al príncipe Andrés en la última serie que recrea su final 

La negativa a valorar otras opciones, entre ellas la fabulosa propiedad de Frogmore Cottage, hacen pensar que la lucha no es por la casa, esa por el estatus. Andrés se está aferrando al último vestigio de su vida como príncipe, pero ya no tiene ni deberes como miembro trabajador de la Familia Real ni patrocinios reales ni ningún tipo de representación, así que el Royal Lodge (que fue la residencia oficial de la Reina Madre) se considera demasiado grande para alguien con su estatus actual. Hay que recordar que sus apariciones públicas se limitan a sus paseos a caballo por esos mismos terrenos de Windsor y que no acude a un acto oficial desde que se celebró en la Capilla de San Jorge la misa en memoria del rey Constantino de Grecia, acto en el que reapareció con la duquesa de York generando todavía más confusión en un momento muy complicado, cuando los príncipes de Gales tuvieron que encajar el diagnóstico de cáncer de Kate. 

Por otro lado, desde hace meses se especula con la posibilidad de que el príncipe Andrés no haga otra cosa que ganar tiempo para una futura negociación en la que sean sus hijas, las princesas Eugenia y Beatriz, las que hereden ese contrato de arrendamiento de 75 años. De ser así el plan podría funcionar ya que tanto el rey Carlos III como el príncipe Guillermo tienen mucho cariño a las princesas York, a las que han sabido mantener al margen de la caída que protagonizó el príncipe Andrés, una figura pública irrecuperable para los nuevos jefes de la casa. 

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En febrero de 2024 los duques de York acudieron juntos a una misa en memoria del rey Constatino de Grecia, una acto oficial que organizaba la reina Camilla y que se celebró en la Capilla de San Jorge del Castillo de Windsor

Esta información llega solo un mes después de que el biógrafo real, Robert Hardman, revelara en su nuevo libro (Charles III: New King. New Court. The Inside Story) que el nuevo soberano habría dado instrucciones precisas para cortar la paga vitalicia que recibía el duque de York, se cree que superaba el millón de libras anuales. Los motivos eran los evidentes: si ya no representa a la Corona, algo que dejó de hacer en el otoño de 2019 tras su desastrosa entrevista que ha inspirado recientemente hasta dos películas diferentes, ya no tiene por qué recibir una asignación anual. Robert Harman reveló este dato apoyándose en la confirmación por parte de una fuente palaciega: “El duque ya no es una carga financiera para el Rey”. Hay que recordar, el que biógrafo real que lleva tres décadas escribiendo sobre los Windsor, en la última biografía que escribió sobre Isabel II ya insinuó que el duque de York podría ser un problema en el reinado de Carlos III, al ser una persona que se considera merecedora de un trato especial, en parte porque Isabel II, como madre, nunca fue imparcial con él y le mantuvo todo tipo de privilegios hasta cuando era evidente que no era posible que regresara a la vida oficial.