A estas alturas es evidente de que el príncipe Andrés no pasará a la historia por ser el heroe británico de la guerra de las Malvinas, su participación fue tan breve como fructífera para su imagen personal y reforzó su papel dentro de la monarquía británica hasta el punto de llegar a hacer sombra a su hermano mayor, el entonces príncipe Carlos. Sin embargo, han pasado más de 40 años desde ese momento y el segundo hijo varón que tuvo Isabel II con el duque de Edimburgo esta marcado, primero, por el Caso Epstein y, después, por todas sus derivadas como el conflicto que mantiene con el rey Carlos a cuenta de la mansión en la que vive y se niega a abandonar, el último símbolo del privilegio que le dio ser el hijo favorito de una reina que falleció en el año 2022. Ahora el príncipe Andrés vuelve a la actualidad porque se ha estrenado A Very Royal Scandal, una miniserie de televisión sobre la entrevista que el duque concedió en noviembre de 2019 y que supuso el fin de su vida en activo como príncipe de la Casa Windsor. Esta producción, que es la segunda que explora este tema, ha reabierto la herida por la que sangran York e ilustra muy bien las emociones que impulsan a cada uno. Mientras el Reino Unido contempla de nuevo la caída del príncipe favorito, él se deja ver una vez por semana montando a caballo por los terrenos reales de Windsor.
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Si hace unos meses Netflix estrenaba La gran exclusiva, basada en la entrevista que el príncipe Andrés concedió al programa Newsnight de la BBC, ahora Amazon MGM Studios estrena Un escándalo muy real, pero cambiando el punto de vista: si la primera producción ofreció la visión de la productora que negoció y cerró la entrevista, Sam McAlister, ahora el foco se pone, entre otras cosas, en Emily Maitlis, la periodista que entrevistó al príncipe. Ambos tienen en común un reparto galardonado, experimentados productores y algunos asesores que vienen de The Crown. Sin embargo, la que se estrena ahora ha conseguido mostrar a un príncipe de Andrés perdido e incapaz de pensar, ni por remota casualidad, que su mundo de privilegios podía terminarse. El príncipe Andrés que interpreta Michael Sheen es más complejo que el que nos mostró Rufus Sewell; un hombre que necesita aprobación constante, ajeno al funcionamiento del mundo real y que solo guarda lealtad a su clan inmediato, los York. En este sentido se ve cómo al príncipe Andrés solo le preocupa cómo el Caso Epstein afectará a sus hijas, las princesas Beatriz y Eugenia, y a su posición, pero no a la Corona, ni a la presente y mucho menos a la futura.
En medio de una tormenta de dimensiones impredecibles, el duque de York quería que su hija Beatriz, que ya estaba prometida con su marido, tuviera una boda igual que la que había tenido la princesa Eugenia el año anterior, en otoño de 2018, y eso hubiera sido posible de no ser por su vinculación en la trama de Jeffrey Epstein, algo que es posible que nunca se aclare ya que el hijo de Isabel II, en vísperas del último jubileo de su madre, llegó a un acuerdo extrajudicial para evitar sentarse en el banquillo. Isabel II protegió al príncipe Andrés hasta el final y le toleró comportamientos y actitudes impensables en otros miembros de la Casa Real, sin embargo, no hubo ninguna maniobra que indicara que el príncipe Andrés estuviera dispuesto a protegerla a ella ni a la Casa Real.
'Yo luché por mi país y por la reina'
Otra cosa que retrata A Very Royal Scandal es la relación entre el príncipe Andrés y el príncipe Carlos, a pesar de que este último no sale en la serie. La historia es una que se repite generación tras generación, tal y como contó el príncipe Harry en sus memorias, y es la complejidad de unas relaciones familiares que están jerarquizadas desde la cuna. En la nueva serie el príncipe Andrés responde furioso a la advertencia que le hace el príncipe Carlos sobre los problemas de imagen que esa entrevista podría tener para la institución y lo hace golpeando donde al heredero más le duele, su relación con Camilla. "Yo luché por mi país y por la reina", recuerda el príncipe Andrés en la ficción, una frase que ilustra algo que ha sido constante en su biografía, evocar a su pasado militar.
La serie también explora cómo es la relación del príncipe Andrés con su exmujer, Sarah Ferguson, con la que sigue viviendo a día de hoy en el Royal Lodge de Windsor, la mansión que el rey Carlos III quiere que cambie por una modesta y que de momento no ha conseguido. "Somos los divorciados más felices", dice ella reproduciendo una frase que ha dicho la duquesa de York en varias ocasiones y mostrando como su relación de amistad, su concepto de equipo y la protección de sus hijas está por encima de todas las cosas. Por otro lado, se recrea la conversación en la que el príncipe Andrés se aproxima a Jeffrey Epstein envuelto en problemas de dinero a raíz de unas deudas que había contraído la que entonces ya era su exmujer.
'Tú trabajo consistía en protegerlo de sí mismo'
Otro tema que han recuperado los productores de esta serie es el clima de desconfianza que los trabajadores de la institución, es decir, los funcionarios reales, secretarios y miembros del equipo de Isabel II tienen con él. Los relaciones públicas de Isabel II no confiaban en él ni en su criterio a la hora de afrontar la entrevista en particular y todo el Caso Epstein en general, una muestra es que uno de ellos está en la entrevista grabándolo todo. "Soy el hijo de la Reina. Si quiero salir en la tele y defenderme, lo haré", grita el príncipe Andrés en la ficción. Cuando la entrevista dio el giro que él no esperaba, los primeros en caer fueron los miembros el equipo de Andrés. "Tú trabajo consistía en protegerlo de sí mismo", le dice el secretario de confianza de Isabel II (que ahora trabaja para el rey Carlos) a la abogada que trabajaba con el príncipe Andrés y lo hacía (según esta última serie) con una actitud tan maternal como la que le trataba también Sarah Ferguson.
Con este estreno en el Reino Unido se ha vuelto a abrir un tema complejo: ¿qué hacer con el príncipe Andrés? En este sentido, tanto Carlos III como el príncipe Guillermo en su posición de heredero de la Corona saben que es una pieza irrecuperable para la institución, pero tampoco lo dejan caer del todo, ya que sigue siendo un Windsor y el padre de Eugenia y Beatriz de York, dos princesas que sí han contado con la protección de los pesos pesados de esta nueva era. Refugiado en su mansión de Windsor, situada dentro de los terrenos reales que le brindan protección y discreción, monta a caballo una vez por semana y esporAdicamente reaparece en algún acto familiar. Mientras su historia se sigue escribiendo, el príncipe Andrés goza de la "jubilación" que Isabel II nunca tuvo.