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Los reyes Carlos y Camilla acaban de concluir un viaje oficial por las islas del canal de la Mancha. Después de su paso por Jersey, donde conocieron más sobre las tradiciones, la agricultura, la ganadería y la pesca de este territorio, la pareja real dio el salto a la isla vecina de Guernsey, donde la Reina apareció con su pie derecho vendado y con una ligera cojera. Aun así, continuó con su intensa agenda institucional, acompañando al Rey en todos sus compromisos y donde tuvo la oportunidad de recibir la primera de las felicitaciones por su 77 cumpleaños que tiene lugar este miércoles.
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En el segundo día de este tour, Camilla de Reino Unido fue vista usando un vendaje que abarcaba el tobillo y gran parte del empeine de su pie derecho. Pese a todo no tuvo que llevar calzado especial y usó sus zapatos bicolor de tacón ancho, que suele utilizar de manera frecuente. En esta ocasión se ha decantado por un vestido y abrigo en crepe de seda azul eléctrico de Fiona Clare. Según la prensa británica, la Reina sufrió una lesión durante el primer día de su desplazamiento por la isla de Jersey. En concreto se trataría de un esguince provocado al tropezar y torcerse el tobillo. En ningún momento mostró señales de incomodidad y recurrió a un paraguas como improvisado bastón mientras recorría algunos puestos locales donde probó zumos, helados y quesos.
Pese al dolor, la molestia y una leve cojera, la reina Camilla siguió con su frenética agenda. El matrimonio real llegó a la isla en helicóptero, momento en el que el estandarte real y las campanas de la iglesia repicaron. Acto seguido, se dispararon 21 salvas desde el castillo de Cornet, una fortaleza protegida con 800 años de antigüedad que alberga cuatro museos relacionados con su historia y con la Marina.
La ceremonia de bienvenida tuvo lugar en St Peter Port, la capital de Guernsey, donde la Reina estuvo sentada. En este evento, el rey Carlos presidió una sesión especial de los Estados de Deliberación del Parlamento local a la que le sucedió un homenaje, una tradición que se hace en Guernsey cuando el monarca británico visita por primera vez este territorio. La última ocasión en la que se pudo ver este ceremonial fue en 1957, durante el debut de la reina Isabel II en estos territorios.
Aunque es su estreno como monarca en las islas del Canal, Carlos III ya había estado hace unos años en esta ciudad y así lo recordó a su llegada, donde dijo que tenía “buenos recuerdos” de su paso por la isla en 2012 con motivo del Jubileo de Diamante de su madre. “Sé que esta zona tiene un significado especial por muchas razones, ya que está muy cerca de donde las tropas fueron recibidas con tanto entusiasmo por la población en 1945, cuando se liberó a las islas de la ocupación en tiempos de guerra. También es donde, con orgullo y alegría, muchas personas aquí presentes dieron la bienvenida a los participantes cuando organizasteis los Juegos de las islas del año pasado”.
La siguiente cita fue un paseo por las calles de St Peter Port donde tuvieron oportunidad de saludar a la multitud congregada que acudió en masa al recibimiento, ya que el martes se declaró día festivo en Guernsey para conmemorar la visita real. Algunos de los vecinos desearon a la Reina felicidades y un grupo de escolares le cantó el Feliz Cumpleaños. Además, fueron agasajados con una pinta de cerveza de la marca local Little Big Brew. Tras el primer sorbo y tirando de humor británico, el monarca dijo que le gustaba el aroma y se interesó por el proceso de fabricación, aunque dijo que era mejor que no bebiera más. En su recorrido por la artesanía de la isla, la reina Camilla se fijó en un puesto de jerséis y dijo: “Realmente protegen del frío. En origen eran jerséis de pescadores ". El día acabó con un té multitudinario al que acudieron 77 veteranos militares.
El otro contratiempo de su viaje por el canal de la Mancha
El esguince de la reina Camilla se suma al otro contratiempo que tuvieron los Reyes a su llegada a las islas del Canal. El primer día y tan solo días después del ataque que sufrió el expresidente estadounidense, Donald Trump, Carlos III y su mujer tuvieron que ser evacuados y llevados a un hotel por una alerta de seguridad. Afortunadamente, se trató de una falsa alarma y tras un breve descanso continuaron con el programa establecido.