La decisión que Eduardo VIII tomó cerca de un año después de llegar al trono de Inglaterra cambió el rumbo de su vida, pero también de la historia. Dejó la corona para casarse con su gran amor, Wallis Simpson, una mujer americana y divorciada que no tenía cabida en el palacio de Buckingham por aquel entonces, hace 87 años. El hermano de Jorge VI, padre de Isabel II, decidió cederle la Corona y vivir como duque de Windsor y esposo de Wallis en un movimiento que a menudo ha sido comparado con el que el príncipe Harry hizo casi 80 años
Eduardo VIII y Wallis Simpson se casaron el 3 de junio de 1937 en el imponente Chateau de Cande en la localidad francesa de Tours. Muy lejos de Londres, donde solo un mes antes aclamaban al nuevo Rey, Jorge VI. Sin ningún miembro de la familia real a su lado, la pareja dio el 'sí, quiero', acompañados de unos pocos amigos íntimos
A pesar de lo íntimo de la ceremonia, la expectación era enorme. El antiguo rey de Inglaterra se casaba en soledad con la mujer rechazada por Palacio. La historia era digna de llenar las páginas de los periódicos y los fotógrafos utilizaban sus métodos para captar la primera imagen de los recién casados
Pese a conseguir unirse a su gran amor, la melancolía en la mirada de Eduardo VIII era evidente. Tras convertirse en marido y mujer gracias a la bendición del reverendo J.A. Jardine, que desafío las estrictas normas de la iglesia anglicana sobre los matrimonios en segundas nupcias, posaron junto a sus invitados el General Metcalfe y el empresario Herman Rogers
Según una biografía de Andrew Morton, el gran amor de Wallis Simpson no fue Eduardo VIII, sino el millonario estadounidense Herman Rogers, uno de los pocos amigos presentes en la boda y su principal apoyo durante su exilio en Francia. Siempre de acuerdo con el biógrafo, tiempo después de la boda, Simpson intentó sin éxito conquistar a quien era también su confidente. Nada de esto se intuía entonces, cuando Wallis se casó de azul celeste con quien abandonó todo por ella
Cómo no iba a hacerse eco la prensa francesa de un rey exiliado en Francia con una mujer magnética como Wallis Simpson que escandalizó a la sociedad británica. La portada del Petit Journal refleja a la perfección la soledad de la pareja en un fantástico Chateau propiedad del multimillonario Charles Bedeaux y la tristeza en la mirada del duque de Windsor, que ha conseguido lo que más deseaba, pero por un altísimo precio
Sin duda, un enlace atípico que contrastaba con la multitudinaria coronación de su hermano ante 8.000 invitados solo un mes antes. La salida de de Eduardo VIII de la familia real, su determinación y manera de anteponer el amor a la Corona ha hecho que muchos le señalen como el precursor del príncipe Harry, pero las diferencias son muchas. Ni el destino de cada uno era el mismo, ni muchísimo menos el contexto social y político
No hubo felicitaciones oficiales ni de los líderes internacionales, pero el pueblo francés no les dejó solos del todo y, a su manera, les deseó suerte a los recién casados con cárteles en las calles
A pesar de que no fue su boda soñada, sí fue el principio de una nueva vida para ambos seis meses después de la abdicación del Rey en diciembre de 1936. Aún así siempre le pesaría el rechazo familiar y no haber conseguido ni siquiera que le concediesen a su esposa el tratamiento de Alteza Real, una especie de premio de consolación que su hermano no estuvo dispuesto a darle