Desde que a finales del pasado abril anunció su regreso a la vida pública mientras continúa con su tratamiento contra el cáncer, Carlos III sigue acometiendo una apretada agenda de actos institucionales. Este miércoles a las once de la mañana, el soberano de 75 años y su mujer, la reina Camilla (76), acudían a una importante cita para presidir la majestuosa ceremonia de la Orden del Imperio Británico ante casi dos mil invitados, que ha tenido lugar en la catedral de San Pablo, en Londres.
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La de Harry y Meghan no es la gira más incómoda para Carlos III
Tras su llegada en coche oficial, el jefe del Estado y su esposa subían juntos las escaleras que dan acceso al templo anglicano construido en el siglo XVII, sede de la diócesis y que se ubica en Ludgate Hill, el punto más alto de la ciudad. Ataviados con la tradicional capa confeccionada en satén de color rosa con líneas en gris perla, iban escoltados por un joven paje real que ayudaba a llevar la prenda del monarca. Un atuendo en cuyo costado izquierdo está bordada la estrella de ocho puntas hecha en plata para los miembros de la Gran Cruz, que en el medio lleva un anillo rojo con el lema de la Orden (Por Dios y por el Imperio).
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El multitudinario servicio religioso reunía allí a personas de todas partes del Reino Unido y de la Commonwealth, incluyendo a varios poseedores de condecoraciones honoríficas. Los Reyes eran primero recibidos por el alcalde de la City, Michael Mainelli, y a continuación por el Deán de la iglesia antes de ocupar su asiento preferencial. La Orden del Imperio Británico fue establecida por el rey Jorge V en 1917 para recompensar las contribuciones más destacadas durante la Primera Guerra Mundial, además de honrar a un sector representativo más amplio de la sociedad, tanto militar como civil.
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El pasado 24 de abril, tal y como anunció el Palacio de Buckingham en un comunicado, la reina Camilla fue nombrada gran maestre y primera dama de la Gran Cruz de la Excelentísima Orden del Imperio Británico. Otros 'royals' con esta distinción fueron el príncipe Felipe, duque de Edimburgo (1936-2021) y marido de Isabel II; así como la Reina Madre (1936-1953) y Jorge VI cuando este último fue príncipe de Gales (1917-1936).
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Hace justo una semana, la catedral de San Pablo también albergó una misa con la que se conmemoraba el décimo aniversario de los Juegos Invictus, la competición creada por el príncipe Harry para los veteranos de guerra. El duque de Sussex, que había viajado desde su residencia en Estados Unidos hasta Londres, fue el anfitrión de un acto donde no estuvo presente ningún miembro de los Windsor. De esta forma, se evidenciaba una vez más las tensas relaciones que el hijo pequeño de Carlos III tiene con su familia, desde que en 2020 decidió dar un paso atrás en sus obligaciones reales.
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El monarca, por su parte, ha vuelto a retomar sus compromisos con la Corona y durante los últimos días se mostraba especialmente activo. El martes por la tarde, estuvo en el acto donde se descubría su nuevo retrato oficial, el primero desde que fue coronado en mayo del 2023. El lunes, hizo entrega del cargo de coronel en jefe del Cuerpo Aéreo del Ejército a su primogénito, el príncipe Guillermo, en una visita a la base militar en Middle Wallop, Hampshire. Fue ahí donde, además, habló de los efectos secundarios que le está dejando su tratamiento contra el cáncer, como es el hecho de haber perdido el sentido del gusto.