El príncipe Harry ha vuelto a escenificar el abismo que le separa de la Familia Real británica en su regreso a Reino Unido. El anhelado encuentro con su padre no pudo hacerse por problemas de agenda, ya que prácticamente al mismo tiempo padre e hijo participaban en diferentes actos públicos, eso sí, apenas separados por tres kilómetros. Aunque los Windsor arroparon al monarca en su primera fiesta de jardín de la temporada, el duque de Sussex subía solo las escaleras de la catedral de St. Paul de Londres para participar en un servicio religioso con motivo del décimo aniversario de los Juegos Invictus. En realidad, el marido de Meghan Markle no estaba tan solo. En la ceremonia estuvo su otra familia, los hermanos de su madre, Diana de Gales, sus tíos maternos, quienes nunca le han fallado en las grandes citas y cuya relación sigue siendo de lo más estrecha a pesar de la muerte de la recordada Princesa.
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Poco después de que el príncipe Harry accediera a la imponente catedral, saludara al reverendo Andrew Tremlett, encargado de oficiar la misa, se veía a su familia materna. El conde Charles Spencer, el más mediático de los hermanos de Diana, y Lady Jane Fellowes, otra de sus hermanas. Solo se echó en falta a Sarah McCorquodale, la mayor del clan. Las tías maternas de Harry están en un discreto segundo plano, pero siempre se han hecho visibles y han apoyado públicamente a su sobrino. En esta ocasión no podían faltar. Los Juegos Invictus son el proyecto más personal e importante que el príncipe Harry arrancó hace diez años y con el que creó unas competiciones deportivas para heridos en actos de servicio y veteranos militares. Fue su aportación tras dejar el Ejército británico para ayudar a los soldados que venían devastados tanto física como mentalmente de las misiones.
Los dos hermanos Spencer entraron juntos en St Paul y Harry les saludó de forma efusiva entre abrazos cuando los vio en el interior y estaban ya sentados en uno de los bancos. Aunque no fueron fotografiados, en la catedral también se encontraban los desconocidos primos del duque de Sussex, George McCorquodale, Ned Spencer y Louis Spencer, vizconde de Althorp, demostrando que esta parte de la familia sigue estando muy unida a él a pesar de la distancia (el príncipe Harry vive en California con su mujer y sus dos hijos).
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Tras su matrimonio con Meghan Markle, la relación de Harry con su padre y con su hermano se fue deteriorando hasta ser inexistente, lo cierto es que los Spencer han seguido como si nada hubiera pasado. Nadie como ellos sabe todo lo que sufrió la princesa Diana y seguramente comprendan los motivos que llevaron a Harry a romper con todo.
De la boda a los bautizos
Los Spencer al completo no faltaron a la boda de los duques de Sussex, que tuvo lugar el 19 de mayo de 2018 en la capilla de San Jorge del Castillo de Windsor. También estuvieron muy presentes en el bautizo de Archie, el hijo mayor de Harry y Meghan que ya tiene cinco años. Harry dio un gran protagonismo a sus tías y quiso que fueran retratadas en las fotografías oficiales del evento en las que además del bebé y sus padres, también figuraban los reyes Carlos y Camilla, el príncipe Guillermo, Kate Middleton y Doria Ragland, la madre de Meghan. Los hermanos de Diana fueron informados a la vez que la reina Isabel del nacimiento de Archie.
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Con el bautizo de Lilibet, la segunda hija de los Sussex que el 4 de junio cumplirá tres años, la historia se repitió. Aunque fue bautizada en Estados Unidos, país en el que nació, y a pesar de que nadie de la Familia Real británica acudió a ver cómo recibía las aguas bautismales, Harry volvió a contar con sus tías, Lady Sara y Lady Jane. Además de a la ceremonia, estuvieron en el almuerzo posterior y en la fiesta por la tarde donde no faltó el baile.
Antes, el 1 de julio de 2021, al conde Spencer, Lady Sarah y Lady Jane se les vio en la inauguración de la estatua que rinde tributo a su hermana y que se levanta en The Sunken Garden, uno de los jardines favoritos de Diana dentro del recinto del Palacio de Kensington. En aquella ocasión estuvieron presentes tanto los príncipes Guillermo como Harry, quienes saludaron a sus tías con dos besos en la cara y abrazos. Fue un acto privado donde el príncipe de Gales y el duque de Sussex aparcaron sus diferencias por unos momentos por el amor a su madre en el día en que hubiera cumplido 60 años.
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