¿Crees en las casualidades? Con la Casa Real británica a veces cuesta trabajo hacerlo. Si la semana pasada pasada tuvo lugar la "guerra de las mermeladas", cuando el Palacio de Buckingham recordó que ellos venden mermelada justo después de que Meghan Markle lanzara en Estados Unidos su nueva marca de mermeladas, ahora asistimos a un nuevo asalto padre e hijo. Este lunes se confirmó que el príncipe Harry regresaría a Londres el próximo 8 de mayo para celebrar el décimo aniversario de los Juegos Invictus, pues este viernes, se anuncia que Carlos III vuelve al trabajo con una fiesta en los jardines del Palacio de Buckingham, un acto que se celebrara casi al mismo tiempo que el acto de su hijo pequeño. Asistimos a un nuevo asalto de programación y contraprogramación en la agenda, un clásico de los Windsor.
Han pasado tres meses desde que el soberano británico se retiró de los actos masivos para recibir tratamiento contra el cáncer, así que su regreso, que comenzó con un acto en el que Carlos III acudió pletórico a encontrarse con otros pacientes de cáncer en un hospital londinense, ha sido muy esperado. Si bien parece oportuno que el jefe del Estado vuelva al trabajo (bajo supervisión médica) en la misma semana que se cumple un año de su coronación, lo que no se podía prever es que lo haga precisamente el 8 de mayo, justo el día en el que el príncipe Harry está en Londres para participar en el décimo aniversario de los Juegos Invictus. Un acto que podría gozar de bastante cobertura mediática, ya que se trata de un servicio de acción de gracias en la Catedral de San Pablo, el lugar en el que se casaron Carlos y Diana en 1981, pero, sobre todo, porque se trata de un acto público del príncipe Harry en el Reino Unido y en un momento en el que la monarquía británica está parcialmente retirada de la vida pública.
Los planes de Carlos III, que ha anunciado varias fiestas en el jardín para este mes de mayo, pueden variar las expectativas de Harry: por un lado, la atención que reciba no será la misma, y, por otro, se añade una variable a ese encuentro padre e hijo con el que los medios británicos llevan una semana fantaseando. "El rey ha dejado una puerta abierta a la reconciliación", publicaba la semana pasada The Mirror. Si finalmente ese encuentro se produce lo sabremos, pero si no tiene lugar será porque ahora la agenda del soberano está ocupada. Padre e hijo, que en otro tiempo estuvieron unidos en torno a los Juegos Invictus, no se ven desde el pasado febrero, cuando el príncipe Harry voló desde los Estados Unidos para reunirse con su padre tras anunciarle que tenía cáncer, hay que recordar que ese día se vieron durante 45 minutos ya que el rey tenía programado retirarse a Sandringham tras haber comenzado el tratamiento.
Así comenzó la era de hacer la 'guerra' por libre
Esta maniobra ya es todo un clásico en la Casa Real británica, sobre todo, entre Carlos III y sus dos hijos, los príncipes Guillermo y Harry: uno de ellos programa un acto (el que sea) y el otro sorprende contraprogramando, de modo que la atención se divide y la historia menos potente se diluye en el flujo informativo. En definitiva, se hacen sombra. Sobre maniobras así la historia reciente está llena, hay que recordar que el príncipe Harry emitió su primer comunicado hablando de Meghan cuando el príncipe Carlos y su mujer estaban de gira por los países árabes. El comunicado de Harry fue muy controvertido y reconocía por primera vez que la actriz Meghan Markle era su novia, una noticia a nivel mundial. Con el tiempo se ha hecho público el enfado de ese día en la oficina de Carlos y Camilla, que se encontraban de viaje oficial por países árabes, una gira pensada para darle especial relevancia al heredero y que se vio totalmente eclipsada.
De esta técnica han hablado tanto corresponsales de realeza, que han bromeado con semanas en las que la programación y la contraprogramación era constante, y también lo ha hecho el propio príncipe Harry en sus memorias. "Mi padre y Camilla no deseaban que Willy y Kate desviaran la atención de ellos ni de sus causas. Muchas veces habían regañado abiertamente a mi hermano por ese motivo. Por ilustrarlo con un ejemplo: un portavoz de la oficina de prensa de mi padre reprendió al equipo de Willy porque Kate tenía previsto hacer una visita a un club de tenis el mismo día en que mi padre tenía otro compromiso. Cuando le dijeron que era demasiado tarde para cancelar la visita, el portavoz advirtió: 'Pues asegúrense de que la duquesa no salga en ninguna foto con una raqueta de tenis en la mano'. Sin duda, una fotografía de este estilo, tan atractiva y victoriosa, habría apartado a mi padre y a Camilla de toda primera plana. Y eso no podían tolerarlo bajo ningún concepto".
Por otro lado, en sus memorias Harry señaló que parte de ese secretismo que tienen entre ellos se debe también a la necesidad de evitar filtraciones. Sin paños calientes: el duque de Sussex en su libro insinúa que era el entorno de Camilla el que filtraba informaciones sobre él o sobre Guillermo, para desviar la atención o como intercambio para retirar una información propia. El entorno de la reina Camilla deslizó que ella estaba dolida por el libro, desde luego fue la peor parada tras esa publicación.
El libro de Harry, la pieza clave que prolonga la ruptura familiar
Esta competición por obtener la máxima cobertura y que esa cobertura sea positiva es posible debido a la propia organización de la institución, ya que cada uno de ellos tiene una oficina independiente que vela por sus propios intereses. Hasta hace poco tiempo estaba el Palacio de Buckingham para Isabel II, Clarence House para los herederos Carlos y Camilla, el Palacio de Kensington para los duques Guillermo y Kate, y, hasta su salida, una oficina para los duques de Sussex. Si bien es cierto que tras la salida de los duques de Sussex y la muerte de Isabel II esto se redujo a dos, la competición parece que sigue en marcha.
Esta forma de comunicar, peculiar si la comparamos con otras monarquías, es relativamente reciente y se puede decir que se creó en torno a Carlos III. El biógrafo Robert Hardman lo tiene claro, todo comenzó a comienzos del nuevo milenio cuando Carlos y Camilla contrataron a un nuevo secretario de prensa Mark Bolland, dedicado exclusivamente al perfil mediático de su superior directo, ajeno al resto de la Familia Real, lo que dejó descolocado a los tradicionalistas de Palacio, que entendían la gestión mediática como una reacción a los acontecimientos. Bolland creó estrategias muy proactivas y novedosas en torno a la imagen y relaciones públicas del príncipe de Gales, todas ellas encaminadas a que Camilla fuera aceptada como su pareja, también dentro de la institución.
Así comenzó la era de hacer la guerra por libre, algo que los príncipes Guillermo y Harry fueron perfeccionando con el tiempo. Ejemplos no faltan, en el verano del 2019, cuando los duques de Sussex estaban siendo duramente criticados por haber cogido un avión privado, los duques de Cambridge viajaron a Balmoral en un vuelo de bajo coste para un descanso familiar. Fue otra casualidad cuanto menos peculiar, ya que no es frecuente que trascienda esos detalles sobre desplazamientos del heredero y su familia si están enmarcados en su tiempo privado.
En los últimos meses, incluso en momentos muy delicados, también ha habido programaciones algo inusuales, ya que la princesa de Gales y Carlos III prácticamente se pisaron los comunicados a la hora de anunciar sus ingresos hospitalarios. Tampoco ha habido mucha coordinación entre las dos agendas que permanecían en activo, la de la reina Camilla y el príncipe Guillermo. Ahora, con el príncipe Harry en el Reino Unido, comienza un nuevo episodio de la forma en la que los Windsor nos cuentan las cosas.