Si el palacio de Kensigton quería zanjar las especulaciones sobre el estado de salud de la princesa de Gales, la jugada no les ha podido salir peor. La difusión una fotografía retocada digitalmente en el momento en el que se esperaba con la mayor expectación cualquier imagen de Kate Middleton y a sabiendas de que iba a ser escudriñada hasta el último detalle ha generado desconfianza entre los ciudadanos justo cuando lo que reclamaban era transparencia. La gestión de la crisis que se ha hecho después, lejos de templar los ánimos, ha servido para echar más leña al fuego a una polémica que adquiere cada vez más tintes conspiranoicos.
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No es inusual que muchas de las fotografías personales distribuidas por las casas reales se sometan a retoques fotográficos, normalmente para disimular defectos estéticos sin demasiada importancia, pero el contexto en el que salía a la luz esta imagen no era el habitual. La Princesa se encuentra de baja desde que fue ingresada el pasado 16 de enero para someterse a una operación abdominal planificada y la única imagen que ha trascendido de ella desde entonces ha sido una foto publicada por el diario estadounidense TMZ desplazándose en coche junto a su madre con gafas de sol y visiblemente más delgada. Ya entonces surgieron teorías, más o menos descabelladas, y se especuló incluso con la posibilidad de que no fuese realmente Kate quien aparecía en la fotografía.
La estrategia de Kensington para frenar la conspiranoia ha sido mostrar una instántanea familiar en la que aparece con buen aspecto, sonriente y rodeada de sus hijos. Una buena idea sobre el papel, si no fuera porque ha acabado sembrando aún más dudas. El retoque fotográfico ha hecho que agencias de prensa internacionales, como Getty, AFP, Reuters y Associated Press la retiren de sus catálogos alegando una “inconsistencia en la alineación de la mano izquierda de la princesa Charlotte” ya que la muñeca de la hija de Kate parece desplazada respecto al final de la manga derecha de su chaqueta de punto. Además, el hermetismo que ha rodeado a Kate Middleton desde que fue hospitalizada ha hecho que los ciudadanos reciban con desconfianza el documento gráfico y comiencen a sospechar que tal vez no fue tomado a principios de esta semana como asegura la casa real. No cabe duda de que la conspiranoia no tiene techo y aunque en la mayoría de los casos no necesita una base muy fundada para echar volar, el siguiente movimiento de Palacio parece haber dado alas a la máquina de la rumorología y las especulaciones que tanto trataban de frenar.
La princesa de Gales sale al paso entonces con unas disculpas públicas. Lo hace a través de redes sociales oficiales con un mensaje con un tono informal, tal vez para intentar quitar hierro al asunto. “Como muchos fotógrafos aficionados, de vez en cuando experimento con la edición. Quería expresar mis disculpas por cualquier confusión que haya causado la fotografía familiar que compartimos ayer. Espero que todos hayan tenido un feliz Día de la Madre. C”, ha publicado Kensington en una maniobra que vuelve a dejar más interrogantes en el aire. ¿Hasta dónde ha llegado el experimento con la edición? y, sobre todo, ¿cómo es entonces la fotografía original?.
Polémica por el regreso a la vida pública de Kate Middleton
Llama poderosamente la atención el patinazo comunicativo para una institución en la que las oficinas de prensa de sus miembros han funcionado siempre con increíble destreza, prudencia y también con enorme competitividad entre ellas para salvaguardar la imagen pública de los Windsor. No es fácil conseguir un equilibrio entre los deseos de privacidad de la princesa de Gales que se recupera de un problema de salud y la demanda de información de los ciudadanos y este lunes, en el que probablemente es un nuevo intento por reconducir la situación, el príncipe Guillermo y su esposa se han dejado ver en unas fotografías saliendo en un vehículo del castillo de Windsor.
Los príncipes de Gales en una fotografía de archivo
De la imagen se desprende que Kate está bien, aunque aún se está recuperando, tal y como ha dicho siempre Kensington, que trata de recuperar el relato en medio del caos. Para entender por qué la bola se ha hecho tan grande y ha obligado a palacio incluso a reaccionar ante las especulaciones más inverosímiles hay que volver a ese primer comunicado que nadie esperaba que fuese solo el primero de una sucesión de malas noticias que dejaban fuera de juego a los principales activos de la corona.
La historia de la princesa de Gales española
El 17 de enero, el Palacio de Kensington informó de que Kate Middleton había sido operada con éxito de una cirugía abdominal un día antes y que permanecería ingresada hasta dos semanas para continuar después con su recuperación en casa. Además, estaría de baja, por consejo médico hasta después de Semana Santa con lo que su agenda pública lleva cancelada desde entonces. No se especificó en que consistió esa cirugía y por qué tuvo que ser operada, pero en esa declaración se pedía privacidad y que las actualizaciones sobre el estado de la Princesa se darían cuando hubiera algo realmente importante. Más tarde, y ante la preocupación generada, se confirmó que su intervención no estaba relacionada con un problema canceroso.
La princesa de Gales y Calos III: dos estratagias contrapuestas
Este enigmático comunicado cobró aún más importancia después de que, con 90 minutos de diferencia, el Palacio de Buckingham emitiera otro comunicado en el que explicaba que Carlos III debería someterse a un tratamiento por un agrandamiento de próstata. Bien es cierto que en el caso del monarca su salud es una cuestión de Estado. A esto se añade que haciendo público su diagnóstico quería contribuir a concienciar sobre la importancia de la prevención para evitar un problema que afecta a muchísimos hombres. De todas maneras, el contraste entre ambas comunicaciones ha sido inevitable.
La princesa estuvo trece días en The London Clinic, el mismo centro sanitario en el que el soberano se trató su problema en la próstata. Durante el tiempo en que estuvo ingresada solo se vio al príncipe Guillermo visitándola con el rostro muy serio. No hubo rastro de los tres hijos del matrimonio, los príncipes George, Charlotte y Louis, ni de ningún miembro de la familia Middleton o amigos. Por contra, Carlos III ingresó por su propio pie y junto a Camilla por la puerta principal del hospital y la reina Camilla acudió varios días a ver a su esposo. Por parte de la oficina de los príncipes de Gales se informó que el heredero al trono suspendía su agenda oficial para poder cuidar a su esposa y estar junto a sus hijos para que su rutina escolar se viera mínimamente alterada.
El rey Carlos y su nuera recibieron el alta el 29 de enero. Mientras el rey Carlos lo hizo con luz y taquígrafos, ningún fotógrafo pudo captar a la princesa de Gales. Solo se vio salir de la clínica a Natasha Asher, su asistente y gran amiga, quién abandonó el hospital en un coche 4x4 repleto de flores y regalos que había recibido ‘su jefa’. Algunas teorías apuntaron a que quizá la Princesa abandonó el hospital en la parte trasera del coche de esta amiga. Posteriormente, el monarca y la reina Camilla acudieron con total normalidad a un servicio religioso en la iglesia de Santa María Magdalena en Sandringham.
Kate Middleton: la verdad sobre su estado de salud
El Palacio de Kensington aseguró entonces que la princesa Kate había regresado a su casa de Windsor, Adelaide Cottage, para continuar recuperándose de la cirugía y que estaba haciendo buenos progresos, pero no facilitó ninguna imagen ni explicó cómo se había desarrollado la convalecencia hospitalaria.
El anuncio de cáncer de Carlos
Haciendo nuevamente gala de una gran transparencia, la Casa Real británica anunció en febrero que el monarca tenía cáncer con lo que posponía su agenda y comenzaba un tratamiento en un hospital de Londres. Se le detectó, precisamente, cuando ingresó para tratarse su agrandamiento de próstata, pero no se quiso decir que tipo de tumor padece. Desde la oficina de Kate, se siguió guardando silencio sobre la dolencia de la Princesa, mientras el príncipe Guillermo aparecía en su primer acto público tras conocerse los problemas de salud de su padre y de su mujer, visiblemente más delgado y desmejorado. En ese evento, el heredero al trono dio detalles a una de las asistentes sobre cómo había sido la estancia en el hospital de Kate, donde tuvo dos enfermeras filipinas cuidándola que fueron “increíbles y amables”.
La sonada ausencia del príncipe Guillermo
La Familia Real británica, con la reina Camilla al frente, organizó un funeral al rey Constantino el pasado 27 de febrero. Cuando faltaban minutos para que el servicio religioso diera comienzo, el príncipe Guillermo comunicó que no asistirá a la misa del que había sido su padrino alegando “motivos personales”. Rápidamente el desconcierto y las alarmas volvieron a activarse y lo único que se supo es que la Princesa se encontraba “bien”. Fue en ese momento cuando Kensington movió ficha por primera vez para acallar los rumores. Lo hizo con un comunicado en el que se reiteraba en lo expresado desde el principio: "Fuimos muy claros desde el principio en que la Princesa de Gales estaría fuera hasta después de Pascua y el Palacio de Kensington solo proporcionaría actualizaciones cuando algo fuera significativo". Contundente, coherente y prudente, pero también ineficaz a juzgar por como se desencadenaron los acontecimientos desde entonces hasta ahora.
A estas palabras, le siguieron dos momentos clave. Por un lado, la confusión después de que el Ministerio de Defensa confirmase la prensencia de la Princesa en el desfile Trooping the Coulor con el que se celera el cumpleaños del monarca en junio, para después retirar su nombre de la lista de asistentes. Por otro, la ya mencionada fotografia publicada en un medio estadounidense solo unos días antes de la polémica imagen con sus hijos difundida con motivo del Día de la Madre.
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