Carlos III sigue con su estrategia de hacer la monarquía británica lo más sostenible posible y eso pasa por rentabilizar todo lo posible las posesiones reales. La última idea del monarca, quien se encuentra convaleciente tras su intervención para tratar un agrandamiento de próstata, es un proyecto que planea instalar un camping de lujo en su finca de Sandringham, donde le gusta pasar algunos periodos vacacionales como las navidades.
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El Rey tiene que aprobar todo lo que se construya en esta propiedad de Norfolk y si el consejo municipal da su visto bueno, se instalarán quince tiendas de campaña de tipo safari en una zona boscosa de la finca que incluirán terraza privada y barbacoa, además de la habilitación de 28 parcelas para caravanas y doce parcelas para acampar.
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Este glamping que planea Carlos III será “ultralujoso” y “lo suficientemente agradable para que los propios miembros de la Familia Real se puedan hospedar en él, por lo que, literalmente, serían dignos de un Rey”, según ha publicado The Sun citando a fuentes reales.
Desde 1862, Sandringham pertenece a los Windsor. Fue adquirida por la reina Victoria, a petición del príncipe de Gales (el futuro Eduardo VII), como residencia para él y su entonces futura esposa, Alejandra de Dinamarca. En 1865, sin embargo, el tamaño de la vivienda era insuficiente y se destruyó el edificio principal para hacer uno más amplio. La casa, de característico ladrillo rojo, fue terminada en 1870 con una peculiar mezcla de estilos. Se añadió una nueva ala al edificio con un estilo más tradicional, incorporando un salón de baile, lo que dio como resultado un diseño más coherente. Esta gran casa de campo se adelantó a la época y fue de las primeras en tener alumbrado de gas, inodoros con cisterna y un primer modelo de ducha.
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Junto con el castillo de Balmoral, Sandringham es propiedad de la Familia Real británica y no forma parte de los bienes del Estado. Así, cuando en 1936, Eduardo VIII (después conocido como el duque de Windsor) abdicó como Rey, estas fincas no pasaron al nuevo Rey, su hermano Jorge VI, abuelo de Carlos III, sino que este tuvo que comprárselas a su hermano para que ambas propiedades siguieran siendo propiedad exclusiva de los Windsor.