Cuando el 8 de septiembre Isabel II falleció en el castillo de Balmoral, los duques de Sussex estaban en Reino Unido. A pesar de que tienen fijada su residencia en Montecito (California), se da la circunstancia de que pocos días antes de la muerte de la Reina habían volado a Londres sin sus hijos para cumplir con diferentes compromisos oficiales. Aunque han pasado diez meses, la vuelta a casa del príncipe Harry y Meghan Markle tras despedir a la histórica monarca está ahora en el punto de mira. ¿El motivo? Habrían hecho una petición al presidente de los Estados Unidos para ese viaje de regreso.
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El funeral de Estado por la soberana británica reunió en la Abadía de Westminster a más de 500 jefes de Estados y dignatarios mundiales entre los que se encontraban Joe y Jill Biden. El presidente y la primera dama se movieron en un coche blindado por las calles de la ciudad del Támesis, a la que desplazaron en el Air Force One. Y precisamente en este avión presidencial quisieron cruzar el Atlántico los duques de Sussex, según indica Daily Mail. El matrimonio solicitó regresar al país en el que está ahora su hogar a bordo de esta aeronave, pero el gabinete del mandatario denegó la petición al considerar que podría causar "revuelo y tensar las relaciones con el Palacio y el nuevo Rey”.
El interior del Air Force One mide algo más de 370 metros y se reparte en tres niveles en los que hay una amplia suite con oficina, baño y una zona de conferencias. También hay una sala médica que podría usarse como quirófano y siempre hay a bordo un médico. La comida se prepara en dos puntos diferentes para poder elaborar menús para 100 personas, y es que el presidente no vuela solo, a su lado hay siempre asesores, prensa y equipos de seguridad. Para todos estos profesionales hay también habitaciones. Además, por delante suele ir otro avión con vehículos para que Biden pueda moverse en el destino.
Los movimientos de los Sussex invitan a pensar en que quieren ganar influencia política en Estados Unidos, y la petición a los Biden iría en consonancia de ese deseo. También el hecho de que invitaran a Jill Biden a estar presente en los Juegos Invictus que se hicieron en La Haya en primavera de 2022. La primera dama quería acudir, pero su presencia se descartó al considerar que la Familia Real podría sentirse ofendida por esta muestra de apoyo pública. Los Biden sí asistieron a esta competición en Canadá en 2017, cuando el príncipe Harry aún no había renunciado a sus funciones oficiales. También la esposa del presidente fue un año antes, cuando se llevaron a cabo en Florida.
Un lazo menos en Londres
Hace solo unas semanas, el quinto en la línea de sucesión al trono y su esposa entregaron las llaves de su casa de Frogmore Cottage, su hogar en Reino Unido, del que han sido desalojados por orden de Carlos III. Pocos días después de romper este lazo que los unía a Gran Bretaña, y zanjando los rumores de crisis, reaparecían en Santa Bárbara siguiendo con sus rutinas cotidianas. Ambos están volcados en la familia que han formado con los príncipes Archie y Lilibet Diana y en diferentes proyectos. Actualmente siguen vinculados a Netflix, donde tienen su propio documental, pero no mantienen el acuerdo con Spotify, donde Meghan estrenó su pódcast.