Carlos III accedió al trono hace ya nueve meses y lo hizo con muchas ganas de cambiar las cosas e iniciar una nueva era marcada por la renovación y el ahorro. En línea con estas directrices, se esperaba que el nuevo monarca no se trasladase al imponente palacio de Buckingham, la residencia oficial de los reyes y reinas británicos, pero, finalmente, sí habrá mudanza. Eso sí, no planean dejar Clarence House, su casa desde hace dos décadas, de manera inminente.
En un principio diversas fuentes cercanas al Rey explicaron a varios medios británicos que vivir en un palacio de las dimensiones de Buckingham, con 775 habitaciones, era mucho más caro, además del elevado coste mediambental, por lo que “no es adecuado para el mundo moderno”, decían entonces. Finalmente, harán uso privado, y no solo institucional, de la residencia, pero será en 2027, cuando terminen las reformas que ya están en marcha en los apartamentos privados situados en el ala norte.
La renovación del edificio comenzó durante el reinado de Isabel II. Se presupuestó en 428 millones de euros, y afecta a la estructura del edificio en su conjunto, un proyecto a largo plazo que la casa real británica explica así: "El modo más eficiente económicamente de de reemplazar estos servicios esencial y asegurar que el Palacio queda preparado para cumplir con sus funciones los siguientes 50 años, es llevar a cabo un programa de obras en varias fases durante diez años".
Ahora es Carlos III el encargado de supervisar estos trabajos que afectan, entre otras cosas, al cableado eléctrico, las tuberías y la calefacción, instalaciones que no se habían renovado desde la década de los 50. Es de esperar que el resultado sea también más sostenible, un asunto que al Rey le preocupa sobremanera. El último gesto para promover la reducción de emisiones ha sido bajar algunos grados la calefacción de su residencia, medida que, previsiblemente, trasladará a Buckingham.
Se desconoce si mantendrá Clarence House como su segunda residencia o si la cederá a otros miembros de la familia real. El baile de casas entre los Windsor han copado titulares los últimos meses. Los duques de Sussex acaban de liberar Frogmore Cottage, por expreso deseo de Carlos III, que pretendía alojar en esa encantadora casa de los terrenos de Windsor al príncipe Andrés, quien no parece muy conforme con la idea de abandonar Royal Lodge, su actual hogar mucho más grande que la alternativa que le ofrece su hermano. Esta por ver si este movimiento del monarca viene a facilitar estas cuestiones o, tal vez, a suscitar nuevos desacuerdos.
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