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Uno de los objetivos y compromisos que se ha marcado Carlos III durante su reinado es, en la medida que sea posible, reducir los gastos de la Corona británica. Dicho y hecho, ya que tan solo un mes después de ser ungido monarca, el soberano de 74 años se ha puesto manos a la obra para tomar su primera decisión al respecto. Tal y como confirman fuentes oficiales, el jefe de Estado renuncia definitivamente a su finca Llwynywermod ubicada al suroeste de Gales, la que durante mucho tiempo ha sido su base de operaciones en este país cada vez que lo visita.
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© Getty ImagesEl Rey comienza así con este proceso que afecta a su colosal patrimonio y, concretamente, a esta lujosa casa de campo de casi ochenta hectáreas que adquirió en 2007 a través del ducado de Cornualles. Su valor de compra fue de 1.4 millones de euros y, al parecer, el primogénito de la recordada Isabel II pasó mucho tiempo en dar con esta propiedad que fuera de su gusto, según informa The Telegraph.
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El caso es que tras el fallecimiento de su madre, el monarca ha estado pagando un alquiler por el uso de esta residencia y ahora dejará de ser efectivo a partir del verano. El motivo es que dichos terrenos pertenecen al citado Ducado, el cual pasó a manos de su hijo Guillermo el pasado septiembre como heredero al trono. Desde Buckingham Palace se señala que Carlos III es un "apasionado de Gales", señalando además que pasó en este territorio buena parte de su etapa estudiantil.
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© Getty ImagesSin embargo, en esta nueva etapa de cambios, se prevé que el soberano visite la región con mucha menos asiduidad que antaño y, por esta razón, ha decidido desprenderse de su histórico inmueble. Un lugar del que él y su esposa, la reina Camila, guardan muy gratos recuerdos por todas las experiencias que allí han vivido a lo largo del tiempo. Situada cerca del Parque Nacional Bannau Brycheiniog, cuando compraron esta finca hace más de quince años era poco menos que un solar en ruinas.
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© Getty ImagesSe necesitaron más de veinte meses y una inversión superior a los dos millones de euros (más de lo que costó el propio terreno) para arreglarla y transformarla, dando como resultado un hogar de varias habitaciones, tres cabañas y un granero convertido en sala para eventos que corrió a cargo del arquitecto Craig Hamilton. Por su parte, el salón principal tiene techos altos, un gran ventanal y una chimenea de leña.
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Annabel Elliot, la hermana de Camilla, supervisó el diseño interior que cuenta con textiles, cerámica y antigüedades. Además, lo que antes fue un establo terminó reconstruyéndose en el comedor, decorado a su vez con una enorme alfombra. En los jardines que la rodean, Carlos III plantó además las rosas, jazmines y madreselvas que tanto le gustan. Ya no volverán a disfrutar de esta residencia, y estña por ver qué futuro les espera a otras propiedades como Highgrove, Birkhall, Clarence House, Sandringham y Balmoral.
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