El rey Carlos III, ferviente ecologista y concienciado con la sostenibilidad desde hace décadas, ha tomado una decisión en la que ha dejado su impronta medioambiental. Se trata de la piscina del Palacio de Buckingham, uno de los lugares más desconocidos del recinto, donde la temperatura del agua ha bajado por expreso deseo del soberano británico.
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Algunos de los miembros del personal del Rey, que tienen el privilegio de usar esta piscina, han notado que el termostato ha descendido, según informa The Times. Al bajar unos grados, además de reducir las emisiones a la atmósfera también se rebajará la factura de energía que se paga con fondos públicos. El año pasado, el montante de la partida de servicios públicos de los palacios reales, que pagan los contribuyentes británicos a través de la subvención soberana fue de 3,2 millones de libras esterlinas (3, 69 millones de euros), según el rotativo. Además de reducir costes económicos, el soberano también estaría muy interesado en lograr las cero emisiones netas en la Casa Real en el año 2050.
La piscina de Buckingham, anexionada al edificio principal, fue mandada construir por el abuelo de Carlos III, Jorge VI en 1938 para que sus hijas, las princesas Isabel (después reina Isabel II) y Margarita, pudieran aprender a nadar cuando eran niñas. Durante los bombardeos alemanes, el Palacio sufrió mucho y en 1940 un misil cayó cerca de la piscina, que posteriormente tuvo que ser reconstruida.
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Aunque Carlos III prefiere nadar en el mar, en esta instalación aprendió a defenderse en el medio acuático igual que sus hermanos. La princesa Diana de Gales también la usaba con regularidad y se cree que los príncipes Guillermo y Harry dieron sus primeros baños en ella, según apunta el periódico inglés. Antes de que los príncipes de Gales se mudaran a Windsor, sus tres hijos, los príncipes George, Charlotte y Louis también hacían uso de ella.
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El personal senior de la Casa Real puede usar la piscina, pero deben comprobar con anticipación que ningún miembro de la Familia Real planea nadar allí. En su libro, el autor real Brian Hoey asegura que "la regla es que si un miembro del personal está nadando y aparece alguien de la realeza, tienen que salir, a menos que sean invitados a quedarse, lo que sucede a menudo. Si, cuando aparece el miembro del personal, ya hay un miembro de la realeza en la piscina, el sirviente, y esto incluye a miembros de alto rango como el secretario privado, no intentará unirse a ellos”.
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No existen imágenes públicas del interior de la piscina y la estructura que la reviste es de cristales oscuros lo que significa que los visitantes de los jardines de palacio no pueden ver el interior. El vaso es rectangular y bastante sencillo, sin tumbonas ni spa.