Aunque han puesto tierra de por medio, las polémicas siguen persiguiendo a los duques de Sussex a uno y otro lado del Atlántico. Desde que en marzo de 2020 decidieron asentarse en Estados Unidos, primero en Los Ángeles y después en Montecito (California), lo cierto es que ya se han encontrado con algunos escollos con los que seguramente no pensaban que se encontrarían cuando dejaron atrás Reino Unido. El último, la controvertida persecución por parte de unos paparazzi que sufrieron hace unos días en Nueva York y que ellos tildaron de “casi catastrófica”, mientras la Policía y el alcalde de la ciudad dieron unas versiones menos alarmistas.
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Parece ser que el gran drama de la vida del príncipe Harry sigue atormentándole en Norteámerica. Es de sobra conocido que su madre, la princesa Diana, murió tras las heridas sufridas en un accidente mientras el coche en el que viajaba era perseguido por unos fotógrafos. Desde entonces, cuando era un adolescente, la relación del duque de Sussex con la prensa ha sido especialmente tensa, con demandas de por medio, y se volvió muy difícil cuando conoció a su esposa Meghan Markle. Los mensajes de odio que recibió la exactriz, los comentarios de tintes racistas, las filtraciones a la prensa fueron, en gran medida, los detonantes para que dejaran a la Casa Real británica y emprendieran una nueva vida lejos de Palacio.
En su documental para Netflix y en su libro autobiográfico, titulado En la sombra, el príncipe Harry cuenta de primera mano lo mal que lo pasa cada vez que oye el click de una máquina de fotos y cómo la exposición mediática le ha afectado a su salud mental. Aunque huyeron y se blindaron con sus dos hijos en su mansión de Montecito, el reciente incidente con unos reporteros gráficos en Manhattan ha hecho revivir viejos fantasmas del pasado.
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Hasta ahora, los duques de Sussex han controlado a la perfección su discurso, su agenda, sus salidas y muchas de las imágenes que querían que vieran la luz. Sin embargo, todo eso saltó por los aires el pasado 16 de mayo cuando después de que Meghan Markle recogiera un premio feminista, un portavoz de la pareja dijo que “estuvieron involucrados en una persecución automovilística casi catastrófica a manos de un grupo de paparazzi muy agresivos”. Además, en el comunicado se apuntaba a que “esta persecución incesante, que duró más de dos horas, resultó en múltiples colisiones cercanas que involucraron a otros conductores en la carretera, peatones y dos miembros de la Policía de Nueva York. Si bien ser una figura pública conlleva un nivel de interés del público, nunca debe ser a costa de la seguridad de nadie. La difusión de estas imágenes, dada la forma en la que se obtuvieron, fomenta una práctica altamente intrusiva que es peligrosa para todos los involucrados”.
Tanto la Policía como el alcalde neoyorquino cuestionaron que la persecución fuera tal y como la contaba el portavoz de los Sussex y pusieron en duda que la persecución durara dos horas por las calles del centro de la Gran Manzana. Lo cierto es que ellos lo vivieron como un gran peligro, algo que corroboró el taxista que les llevó a su destino: “Estaban callados y parecían asustados, pero es Nueva York, es seguro”.
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La agencia de noticias no va a darles el material de la presecución
La agencia de prensa que recepcionó el material gráfico por parte de los fotógrafos hará una investigación, aunque no piensa entregar a Harry y a Meghan las fotos ni vídeos. Hace unos días, Backgrid USA recibió una carta por parte del equipo de los Sussex en la que decían lo siguiente: “Exigimos que Backgrid nos proporcione de inmediato copias de todas las fotos, vídeos y/o películas tomadas anoche [el 16 de mayo] por los fotógrafos independientes después de que la pareja dejó su evento y durante las siguientes horas”.
La agencia de prensa contestó tirando de ironía:“En Estados Unidos, como estamos seguros que saben, la propiedad pertenece al dueño de la misma: los terceros no pueden simplemente exigir que se les dé, como tal vez pueden hacer los Reyes. Quizá deberían sentarse con sus clientes y decirles que las reglas inglesas de prerrogativa real para exigir que la ciudadanía entregue sus propiedades a la Corona fueron rechazadas por este país hace mucho tiempo. Apoyamos a nuestros padres fundadores”.
Este es el segundo contratiempo que Harry de Inglaterra se ha encontrado por tierras estadounidenses, después de la polémica con su visado. El hermano del príncipe de Gales consiguió el visado estadounidense antes de que confesase en su libro que había tomado drogas, uno de los motivos por los que se niega la estancia en el país. El grupo de expertos conservador The Heritage Foundation está presionando a los funcionarios para que revisen la solicitud. Así las cosas, la visa del quinto en la línea de sucesión al trono británico estaría en debate y es un asunto que tendrá que resolverse próximamente ya que si se le niega deberá ser deportado de Estados Unidos. A pesar de vivir en California, parece que el príncipe Harry no tiene intención de conseguir la ciudadanía estadounidense. En su libro biográfico, Harry dice que empezó a fumar marihuana de forma recreativa “y luego me di cuenta de lo bueno que era para mí”. “Es una de las partes fundamentales de mi vida que me cambió y me ayudó a lidiar con los traumas y los dolores del pasado”, relata.
Expertos en materia de inmigración aseguran que no están del todo seguros si el consumo de drogas en el pasado por parte de Harry podría amenazar su estancia en Estados Unidos ya que aunque técnicamente es motivo de expulsión del país al no tener cargos penales relacionados con los estupefacientes o con el alcohol y no tratarse de un consumidor habitual, sino de haber hecho un consumo recreativo, su situación no correría peligro.