Después de ocho meses preparando la histórica coronación con la que Carlos III abría oficialmente la nueva era de la monarquía británica, el Rey se tomará un respiro el próximo mes de junio y lo hará solo. Es la primera vez que viaja fuera de Reino Unido desde que fue coronado y el destino elegido es la región rumana de Transilvania, un lugar muy familiar para él, donde tiene hasta diez propiedades. Muy querido en esta zona histórica enclavada en los montes Cárpatos, no en vano se dice que es desdendiente del noble rumano Vlad El Empalador, que inspiró al personaje del Conde Drácula.
Sea este vínculo más o menos legendario, él mismo ha dicho que lleva esa tierra en la sangre ya que su tatarabuela en tercer grado, Klaudia Rhedey, nació y se crió allí hasta que se casó con un aristócrata alemán. Era la abuela de la reina Mary de Teck, esposa de Jorge V. Además de esta histórica conexión, hace casi dos décadas que Carlos III se enamoró de Transilvania, cuando cautivado por la paz que emanan las comunidades rurales de esta región, muy lejos del aura vampiresca que recrea la literatura, se compró una casa en el pueblo de Viscri, y dos años después otra del siglo XVI en la remota aldea Zalánpatak, en la parte étnica húngara de Transilvania.
Se trata de dos propiedades formadas por varios edificios anexos rodeadas de bosques, praderas y manantiales que se alquilan como bed & breakfast cuando su dueño no está en la residencia y en las que cualquiera puede disfrutar de una tranquila estancia rural en este rincón que dicen pasa por ser el último paisaje verdaderamente medieval en Europa. No esperen wifi en ninguno de estos alojamientos, ya que ni siquiera tienen radio o televisión. Eso sí, el rey de Inglaterra las dejó bien provistas de libros. Actualmente tiene un total de diez propiedades en la zona y el precio por noche oscila, según el tamaño de la habitación, entre los 115 y los 145 euros.
Carlos III en cifras: de su imperio personal a los impactantes números de la coronación
Es habitual que haga una escapada al año a Transilvania y este no será una excepción. "Hay un sentido de una continuidad milenaria. Un círculo virtuoso en el que el hombre y la naturaleza están en equilibrio", dijo Carlos III en su último viaje. Fascinado por ese sentido de la tradición, el monarca ha impulsado a través de la Fundación Príncipe de Gales proyectos para la preservación de su legado cultural, histórico y también medioambiental, su verdadera debilidad. Aura Woodward, encargada de dar forma a muchos de estos proyectos, contó a la agencia EFE cómo era el aún príncipe heredero cuando llegaba a su retiro particular: "En Rumanía estaba relajado y feliz; hacía caminatas de decenas de kilómetros por los bosques y las aldeas, hablaba con la gente y les preguntaba por sus familias, por sus vidas, por la agricultura".
En alguna ocasión, se llegó a implicar personalmente en las historias personales de los vecinos, como el caso de una mujer a la que un oso había matado a sus dos vacas, su principal fuente de sustento. Según contó Aura, lo primero que hizo al llegar a Reino Unido fue pedir que le hiciesen llegar a la ganadera otras dos vacas. Había quien temía que su nuevo rango le impidiese seguir viajando a la región y, sobre todo, contribuyendo a su dinamización, pero pueden estar tranquilos. Transilvania ya no es el refugio de un príncipe sino del rey de Inglaterra.
A pesar de la naturaleza personal y relajada de este viaje, sí se espera que Carlos III mantenga un encuentro con el presidente rumano, Klaud Iohannis, en el palacio de Cortroceni, cerca de Bucarest, según informa The Sun y la prensa local. No será hasta más adelante cuando el nuevo rey visite Kenia con su esposa Camilla en el que será su primer viaje oficial de carácter internacional.
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