Como estaba previsto, Harry asistió solo a la ceremonia de coronación. Meghan eligió quedarse en su casa en Montecito, California, con Archie —celebraba ese mismo día su cuarto cumpleaños— y Lilibet. Fue su primera aparición pública en familia desde la publicación de Spare , las Memorias en las que repartió críticas para todos y llamó “villana peligrosa” a la Reina. Y, probablemente, la última vez que durmió en Frogmore Cottage, la casa que restauró con Meghan abrazando un sueño que se rompió en mil pedazos.
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El príncipe Harry acudió solo a la coronación de su padre. Al término de la ceremonia se fue directo al aeropuerto: ese mismo día cumplía cuatro años su hijo mayor, Archie
Fue un viaje de horas y quedó claro que el orden de la línea sucesoria ya no cuenta: el quinto en la línea sucesoria al trono británico entró después de la undécima y se sentó en la tercera fila. Un duque en las sombras, lejos de la familia más leal al Rey. Ni siquiera regresó a Buckingham con su padre ya coronado. En medio de una ‘guerra’ fratricida se confirmó lo evidente: Carlos III rema en la misma dirección que el príncipe Guillermo, aunque sin perder de vista a su querido Harry. Como padre, ante la última discusión de los dos hermanos, su frase resume el dolor: “¡Basta! Por favor, chicos, no convirtáis en un suplicio mis últimos años”. Es el precio de la guerra, de la primera línea a sortear el penacho del gorro de su tía Ana y, haciendo de tripas corazón, mientras comprobada que ya no hay sitio para él.
El duque de Sussex llegó de buen humor, intercambió risas con su tía, la princesa Ana, miró a su hermano de soslayo y fue cambiando de semblante