Ocho meses después de la muerte de Isabel II, comienza oficialmente una nueva era para la monarquía británica. Hoy todas las miradas han estado puestas en Carlos III, sin embargo, no hay que olvidar que tanto el príncipe Guillermo como su primogénito, el príncipe George, han desempeñado papeles de mucha relevancia en la solemne ceremonia que ha tenido lugar en la Abadía de Westminster.
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Entre vítores y aplausos, los príncipes de Gales y dos de sus hijos han llegado a la Abadía de Westminster, donde han sido recibidos por el Decano, para ser testigos de este día histórico. Guillermo y su esposa, Kate, se han mostrado felices y muy sonrientes junto a la princesa Charlotte, de ocho años, y el príncipe Louis, de cinco. El príncipe George, de nueve años, no ha acompañado a sus padres y sus hermanos porque se ha trasladado hasta el templo junto a los otros pajes de honor.
Como era de esperar, los pequeños se han convertido en el centro de todas las miradas, causando sensación con los estilismos que han elegido para el gran día de su abuelo, el rey Carlos. La princesa Charlotte se ha decantado por un vestido y una capa de Alexander McQueen en crepé de seda marfil con bordados de punto de satén marfil con motivos de rosas, cardos, narcisos y tréboles, flores que representan las cuatro naciones del Reino Unido. Además, lleva un tocado floral con lingotes de plata, cristal e hilo de plata de Jess Collett x Alexander McQueen.
Louis, que siempre es el más simpático de todos y ya estaba bostezando antes de entrar a la Abadía, ha estado muy formal sin soltar la mano de su hermana. Lleva un traje hecho por Dege and Skinner que consiste en una túnica Hainsworth Garter Blue Doeskin con adornos de encaje en el cuello, los puños y la parte delantera.
Sus hijos siempre consiguen robarnos una sonrisa, pero la princesa de Gales ha vuelto a hacer una demostración de su elegancia innata. Kate, que también será coronada Reina en un futuro, será otra de las protagonistas indiscutibles de la jornada, aunque no tenga un papel concreto en la ceremonia de coronación. Ha elegido un vestido de Alexander McQueen en crepé de seda color marfil con lingotes de plata y bordados de hilo con motivos de rosas, cardos, narcisos y tréboles.
Lleva pendientes de perlas y diamantes pertenecientes a Diana de Gales y el collar de festón de Jorge V, que se hizo en 1950 a pedido del monarca para su hija, la entonces princesa Isabel. Además, lleva un tocado de Jess Collett x Alexander McQueen con lingotes de plata, cristal y bordado de hojas tridimensionales con hilo de plata.
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Guillermo, por su parte, ha vestido el uniforme de gala de la Guardia Galesa, confeccionado con piel de ante de lana escarlata de Hainsworth, con botonadura sencilla y cuello alto. El bordado con hilo dorado del cuello, puños y faldas traseras ha sido realizado a mano. El puerro plateado en el cuello es el emblema de la Guardia Galesa, de la que Guillermo es coronel desde diciembre de 2022. Los botones dorados de su chaqueta representan la insignia del regimiento y la insignia en el lado izquierdo son sus ‘Alas’ de piloto de helicóptero que obtuvo mientras prestaba servicio en la Real Fuerza Aérea.
Además ha lucido las medallas de los Jubileos de oro, diamante y platino de su abuela, la reina Isabel II. Los pantalones están hechos de lana oscura con rayas escarlata. Además ha lucido el manto de la Orden de la Jarretera así como el collar de la que es la orden de caballería más importante y antigua de Reino Unido.
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Un papel clave
Carlos lleva toda su vida preparándose para ser Rey (ha desempeñado su papel de Heredero durante 70 años) pero podría decirse que Guillermo también. Hoy ha dado un nuevo paso en su propio camino, adquiriendo nuevas obligaciones, compromisos y privilegios, muchos de los cuales han quedado escenificados este sábado 6 de mayo en un acto que han visto en directo millones de personas.
El príncipe de Gales, que también ostenta el título de duque de Cornualles y duque de Rothesay, ha rendido homenaje a su padre, arrodillándose ante él y jurándole lealtad en el que ha sido el único homenaje de sangre real de la ceremonia. También ha ayudado a vestir a Carlos III con su túnica dorada real, conocida como el manto, antes de su coronación.
Su hijo mayor, el príncipe George, ha jugado un papel clave. Con tan solo nueve años, ha formado parte de la procesión como paje de honor, llevando las túnicas ceremoniales de su abuelo cuando ha entrado y ha salido de la Abadía de Westminster.
Día histórico
La coronación de Carlos III ha sido una ruptura con la tradición en ciertos sentidos, especialmente porque es la primera coronación que se ha llevado a cabo un sábado en más de 100 años, y porque durante nueve siglos, el protocolo dictó que no se invitaba a jefes de Estado y que ningún otro miembro de la realeza debía estar presente en la coronación de un soberano británico. Sin embargo, el Rey ha decidido romper la tradición rodeándose de representantes de las monarquías de todo el mundo.
Tal y como se esperaba, el servicio ha sido un evento religioso solemne, así como de celebración y pompa. Desde el Palacio de Buckingham ya adelantaron que iba a reflejar el papel del soberano en la sociedad actual y símbolo de una monarquía que mira al futuro. Y así ha sido.
La nueva generación
Ese futuro lo representan de la misma forma Guillermo, Kate y sus tres hijos. Ahora es el turno del rey Carlos, pero dentro de unos años serán ellos los que den un paso al frente para ocupar sus nuevos cargos. La coronación del nuevo monarca les ha servido como 'ensayo' para lo que está por venir, un capítulo que marcará su vida y para el que ya se están preparando siguiendo el memorable ejemplo de Isabel II y, ahora, de Carlos III.