Tanto el príncipe Andrés como el príncipe Harry, aunque por motivos distintos, entraban en ese listado de presencias incómodas, aunque esperadas, en la coronación de Carlos III. El duque de York y el duque de Sussex -que ha aterrizado en el Reino Unido hace unas horas en un vuelo comercial y se espera que regrese a los Estados Unidos al terminar la ceremonia para estar en cuarto cumpleaños de su hijo Archie- han llegado con discreción a la Abadía de Westminster con el resto de miembros de la Familia Real británica que no tienen peso institucional, ni roles asignados. La sorpresa ha sido contemplar el lugar que la nueva Casa Real británica asignaba a cada uno de ellos en el interior de la abadía.Si Harry rompió con la institución con la publicación de su libro, en esta coronación la institución deja claro que ahora son ellos los que rompen con él, mientras el príncipe Andrés demuestra que no ha tirado la toalla y revindica su posición en la familia Windsor.
Harry, un príncipe de tercer fila
No estaba claro el lugar que la Casa Real británica le daría a Harry en este acto porque en los últimos eventos había recibido dos tratamientos muy diferentes: en el jubileo de Isabel II los Sussex ocuparon un lugar más que secundario, relegados con el resto de Windsor que no tienen tratamiento real; sin embargo, en el funeral de Estado de Isabel II, los duques de Sussex recuperaron el lugar que perdieron al salir de la realeza, él como hijo del rey y quinto en la línea sucesoria. La imagen de la coronación ha sido muy distinta, el protocolo ha vuelto a cambiar. El príncipe Harry ha llegado solo y se ha encontrado con sus primas hermanas, Eugenia y Beatriz de York, y los maridos de estas, Jack Brooksbank y Edoardo Mapelli Mozzi, en la puerta de la abadía. Mientras, el príncipe Andrés, con su manto de la Orden de la Jarretera, la orden de caballería más importante de la monarquía británica y una distinción que hace unos meses no le dejaron usar en público, avanzó el primero en dirección al altar. Detrás caminaba la princesa Eugenia con su marido, y luego Harry, solo Harry, cerrando marchaba la princesa Eugenia y su marido. Quedaba claro que el orden de la línea sucesoria ya no cuenta: el quinto en la línea sucesoria al trono británico ha entrado después de la undécima.
Según la prensa británica el tema de los asientos ha sido motivo de discusión dentro de la Casa y de la Familia Real, ya que una opción era la seguir la línea sucesoria y, de ser así, el príncipe Harry sale ganando. Otra postura era la que apoyaba la idea de que en primera fila solo estuvieran los miembros trabajadores de la Familia Real, lo que relegaba al príncipe Harry a una posición lejana y esta es la que ha vencido en una abadía en la que es probable que Harry tengatantos amigos como enemigos, ya que, aunque sigue siendo el sobrino y el primo querido de muchos, cada día encuentra nuevos frentes, el último fue al hablar de Camilla, la nueva reina, en su libro.
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Si bien la reina Camilla directamente no se pronunció, los movimientos no se hicieron esperar, ya que la institución les quitó a los Sussex su residencia en el Reino Unido, Frogmore Cottage, donde se está quedando Harry durante estos días. Además, una amiga y ayudante de la nueva reina, Lady Lansdowne, explicó en The Timeslo muy dolida que estaba Camilla por los comentarios de Harry, además el propio hijo de la reina, Tom Parker-Bowles, para el que sí había un sitio en primera fila, algo que hasta ahora no había tenido, lo recalcó en un podcast. El hijo de la reina vino a decir que su madre se mueve por amor y que no había ningún plan a largo plazo para llegar al matrimonio con Carlos y luego a la Corona británica, algo de lo que le acusaba Harry en su libro, titulado En la sombra en la edición en español. A pesar de todo,Harry igual que Andrés, es un príncipe de cuna, un Windsor de nacimiento, un miembro de The Firm, ambos saben que su presencia en la coronación era necesaria para la imagen del nuevo rey y el sostenimiento de un sistema que ellos conocen bien.
Andrés, el príncipe para el que siempre hay luz al final del tunel
El caso del príncipe Andrés es totalmente distinto: él nunca quiso salir de la institución, es más, de los cuatro hijos que tuvieron Isabel II y el duque de Edimburgo es posiblemente que sea el que más ha luchado a lo largo de toda su vida por conservar para él y para su descendencia las obligaciones y los privilegios institucionales con los que nació. Retirado de la vida pública desde el 2019 por su vinculación con el Caso Epstein y despojado de sus títulos militares y de la dignidad de Alteza Real, el tercer hijo de Isabel II conservó su posición en eventos familiares hasta la muerte de su madre, especialmente significativo fue el momento en el que la soberana entró de su brazo en esta misma Abadía de Westminster en marzo de 2022, también ante la presencia de otros jefes de Estado y durante la misa en recuerdo del difunto duque de Edimburgo.
Ahora todo ha cambiado, Carlos III es el presente y el príncipe de Gales es el futuro, es decir, son ellos los que deciden quién está y qué posición ocupa. Tras el relevo en la corona,el príncipe Andrés perdió alguno de los privilegios que conservaba con su madre, como el de tener seguridad a pesar de no tener labores oficiales. No obstante, igual que en el caso de Harry, cortar todos los lazos no es tan fácil. El príncipe Andrés llegó a un acuerdo extrajudicial con Virginia Giuffre y nunca fue condenado por las acusaciones de abuso sexual de menores ni se demostró que él participara en la red de tráfico de Jeffrey Epstein.
Así que oficialmente no hay motivo para negar su presencia en una ceremonia de esta dimensión estatal, histórica y familiar, ya que sería una forma de "condenar" una conducta que no ha quedado probada. El príncipe Andrés no representa al jefe del Estado a nivel institucional, a diferencia de sus otros hermanos, la princesa Ana y el príncipe Eduardo, que incluso puede actuar de regentes en ausencia del soberano, pero sigue siendo un miembro de la familia Windsor.