Carlos III es ahora el jefe del Estado más "novato" de las monarquías europeas, siendo a la vez el que más años lleva preparándose para ello. Una muestra es, por ejemplo, que cuando Carlos III fue "coronado" por primera vez, entonces como príncipe de Gales y heredero oficial a la Corona británica, Guillermo de los Países Bajos tenía dos años y Felipe VI solo uno. Sucedió en 1969 en el castillo galés de Caernarfon, a Carlos III le faltaban cuatro meses para cumplir los 21 años y arrastraba la imagen del hijo en el que no confiaban demasiado. A esa ceremonia de investidura se invitaron a 4.000 personas y se consiguió una audiencia millonaria. El entonces príncipe se arrodilló ante su madre, que le ciñó una corona hecha para la ocasión. Han pasado 54 años desde entonces, ahora Carlos III se enfrenta a su coronación definitiva prevista para el próximo 6 de mayo.
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Ese "ensayo", aunque con mucha menos solemnidad y pompa que la veremos próximamente, fue una ceremonia colorida, vistosa y llena de simbolismo. Tuvo lugar el primer día de julio de 1969 en el lugar que alberga las ceremonias de investidura de los nuevos príncipes de Gales: el Castillo de Caernarfon, construido al norte de Gales tras la victoria inglesa. Por aquel entonces los Windsor ya habían descubierto el poder de la comunicación y la imagen, así que esta ceremonia también fue transmitida en directo a color por la BBC (que emitió un especial de seis horas) y seguida por 19 millones de personas en el Reino Unido. Según datos de los Archivos Nacionales británicos, en todo el mundo la vieron 500 millones de personas, lo cual es una barbaridad si tenemos en cuenta que la última Super Bowl (la final del principal campeonato profesional de fútbol americano) fue seguida por 113 millones, aunque nada si lo comparamos con los 750 millones de personas que siguieron su boda con Diana Spencer el 1981.
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Parte del éxito de esta ceremonia se explica porque, dejando a un lado la tradición y el significado, se concibió como un evento moderno y, sobre todo, un espectáculo. A la historia ha pasado la idea de que fue clave la opinión del tío político de Carlos III, Lord Snowdon, el marido de la princesa Margarita, la única hermana de Isabel II. Antony Armstrong-Jones era fotógrafo y director artístico de moda, diseño y teatro, tenía claro lo que funcionaba y lo que no a través de una cámara. Así que ese castillo medieval se transformó en un plató: se construyó un estrado circular de pizarra y un novedoso dosel de metacrilato engalanado con el escudo de Gales (las tres plumas unidas por una corona) que permitía ver y grabar desde cualquier ángulo. Aunque también hay que recordar que mucho antes de que Armstrong-Jones llegara a la familia Windsor, la Casa Real británica había comenzado a retransmitir sus grandes celebraciones y que fue el duque de Edimburgo el que se enfrentó a Wiston Churchill para que la coronación de Isabel II fuera retransmitida íntegramente en todos los dominios británicos.
También la corona, que se mandó a hacer en oro galés para ese día al no haber disponible ninguna que guardara relación histórica sin ser controvertida, es de diseño moderno y un tanto futurista, aunque fuera inspirada en un diseño tradicional. Creada por el arquitecto y orfebre Louis Osman, tiene un solo arco central, a diferencia de las coronas de los monarcas británicos que tienen dos o cuatro, para señalar la jerarquía del príncipe inferior a la del soberano, en la parte superior hay una bola del mundo del tamaño de una pelota de ping-pong y en órbita trece diamantes forman la constelación de Escorpio, el signo zodiacal del Príncipe de Gales. Además, tiene diamantes y esmeraldas engastados horizontalmente que representan los Siete Dones de Dios (sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios.) por un lado y los Siete pecados capitales (soberbia, la avaricia, la lujuria, la ira, la gula, la envidia y la pereza) por el otro.
'Yo, Carlos, Príncipe de Gales, me convierto en vuestro señor'
Volviendo a ese 1 de julio de 1969, hay que dejar claro que lo que se celebró en Gales fue una ceremonia de investidura, no una coronación, reservada solo para los soberanos, y aunque fue la forma de hacer oficial su título, lo cierto es que había sido nombrado heredero y príncipe de Gales con nueve años. Entonces el joven príncipe se arrodilló ante su madre para que le pusiera la corona y con sus manos entre las de ella dijo: "Yo, Carlos, príncipe de Gales, me convierto en vuestro señor". Testigos de ese momento fueron el duque de Edimburgo y el ministro del Interior de entonces, James Callaghan, aunque toda la familia Windsor estuvo presente y se contó con 4.000 invitados (3.500 de Gales) para ver como el príncipe caminaba por el castillo cubierto con un manto real de armiño, portando una vara de oro, una espada, un nuevo anillo y saludando desde el balcón que había sido engalanado con los estandartes reales y el dragón rojo de Gales. Esta escena fue recreado en el episodio 6 de la tercera temporada de The Crown, que retrata a Carlos III como un personaje tímido, sensible, negado y endurecido por las reglas y el aislamiento. Esta ceremonia es parte de ese camino en el que empieza a encontrar su voz y a comprender sus orígenes, el significado de su título y su papel en el Reino Unido.
El entonces príncipe dio un discurso apasionado sobre su vocación de servicio público y habló sobre su compromiso en inglés y en galés; no en vano había pasado los últimos tres meses estudiando en Aberystwyth (una localidad universitaria del condado de Ceredigion) con un tutor que era nacionalista galés. Allí había profundizado en el idioma, la historia y la cultura de una de las cuatro naciones constitutivas del Reino Unido. Además, tras esta ceremonia, Carlos III emprendió una gira de cuatro días por la zona que se desarrolló sin sobresaltos, a pesar de que en la década de los sesenta hubo un creciente movimiento nacionalista galés. Para comprender este contexto, igual que la naturaleza de un título que no es automático, es decir, que depende de la voluntad del soberano que lo otorga de forma expresa, hay que comprender sus orígenes.
Un poco de historia
El título de príncipe de Gales pertenece a la Corona desde 1301, cuando se "creó" para Eduardo Caernarfon, que ascendería al trono como Eduardo II. Aunque en realidad entonces el título de Príncipe de Gales ya existía, pertenecía al reino de Gwynedd, los príncipes nativos de Gales, que era un territorio independiente antes de que fuera conquistado por Eduardo I de Inglaterra. Fue Llywelyn ap Gruffydd el "Último Rey" el que poseía el título, pero lo perdió igual que su cabeza, ya que cayó en una emboscada tras la que fue decapitado, muerte que recrea una estatua en la Sala del Mármol del ayuntamiento de Cardiff. En ese sentido, por tiempo y legado, Llywelyn fue un William Wallace a lo galés, otro héroe medieval que dirigía a su territorio contra una ocupación inglesa que terminaría siendo la realidad. Cuando Gales fue anexionada al reino de Inglaterra, el título de príncipe de Gales se destinó al heredero del monarca inglés, que también ostenta el de duque de Rothesay, cuando está en Escocia, y el de duque de Cornualles, cuando visite el suroeste de Inglaterra. Hay que recordar que es precisamente el ducado de Cornualles el que sostiene económicamente al heredero al trono y a su descendencia, tanto para actividades públicas y filantrópicas como privadas.
Cabe recordar que cuando Carlos y Diana llevaban poco más de dos meses de casados, en octubre de 1981, Carlos llevó a Diana (vestida de rojo como el dragón de Gales) al castillo de Caernarfon, para enseñarle el lugar al que debía su título de princesa. Por otro lado, y teniendo en cuenta que la Casa Real británica no ha hablado sobre este tema, bastante tiene ya con los fastos del próximo 6 de mayo, cabe esperar que en un futuro próximo se celebre esta ceremonia de investidura con Guillermo y Kate como protagonistas. Ellos son los nuevos príncipes de Gales.
Casi ocho meses después del fallecimiento en Balmoral de la reina Isabel II el Reino Unido se prepara para la coronación del nuevo monarca Carlos III. Un acontecimiento histórico que tendrá dos grandes protagonistas: el propio Carlos y su esposa Camilla. Pero también habrá ausencias muy sonadas e invitados un tanto incómodos. Hoy se sientan en nuestra red social Eduardo Álvarez y María Porcel, periodistas que saben mucho de temas reales y con ellos hablaremos sobre cómo será este día tan importante para el pueblo británico. ¿Quiénes estarán en la coronación y quiénes no? ¿Cómo será la vuelta del príncipe Harry a casa tras sus polémicas entrevistas?