La partida de ping-pong ha llegado a su fin. Cuando faltaban poco más de veinte días para la coronación de Carlos III, el Palacio de Buckingham despejaba una de las grandes incógnitas: el príncipe Harry estará ese histórico 6 de mayo en el Abadía de Westminster, Meghan Markle no y sus hijos, los príncipes Archie y Lilibet tampoco. Ellos se quedarán en Estados Unidos por lo que la estancia del duque de Sussex en el Reino Unido parece fugaz, un trámite de ida y vuelta. Así se pone fin a muchas dudas y rumores, a la vez que se centra el foco en una cuestión clave: el tratamiento que Harry recibirá por parte de la Casa Real británica durante su paso por Londres y esta cuestión habría sido la columna vertebral de unas negociaciones en las que hay claros vencedores.
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El punto de inicio es obvio: Carlos III quiere (y hasta necesita) que el príncipe Harry esté presente en su coronación. El soberano es una figura de cohesión y unión nacional, que no se debe presentar ante el mundo como un padre sin la capacidad de unir en torno a un evento de esta dimensión histórica y estatal a sus dos únicos hijos. Además, en términos de comunicación, la ausencia de los duques de Sussex podría ser una distracción mayor que su presencia. Así que, según The Telegraph, el soberano estaba dispuesto a hacer algunas concesiones para lograr que los duques de Sussex viajaran a Londres. Sin embargo, no todos dentro de la Casa Real británica opinaban como él: el príncipe Guillermo temía que la presencia de la pareja eclipsara el gran evento.
Tres jugadores y un mediador
Son dos formas de verlo y la Casa Real británica trabajó para llegar a un acuerdo que algunos medios británicos definen como una "partida de ping-pong transatlántica". La estrategia de Harry ha sido evidente: dilatar los plazos como una forma de presionar a la institución para conseguir un resultado más ventajoso. En esta partida, con tres claros jugadores (Carlos III, Guillermo y Harry) que tienen motivaciones y posturas muy distintas, faltaría una pieza clave: el arzobispo de Canterbury. The Telegraph, citando a "fuentes reales", publicó que el soberano le pidió ayuda a Justin Welby para que mediara en las negociaciones para conseguir que Harry estuviera en la ceremonia.
La explicación es que Welby, que casó a Harry y a Meghan en el 2018, es una figura "muy cercana" a los duques de Sussex. Cuentan que mantiene un contacto regular con ellos y que fue comprensivo con la difícil situación que vivía la pareja cuando decidió cortar con la institución en el año 2020. Lo cierto es que, si analizamos las intervenciones públicas del arzobispo, ya sea para pronunciarse en cuestiones políticas, sociales o morales, se muestra como un hombre muy abierto, de carácter conciliador y de posiciones templadas. Es decir, no parece el tipo de persona que añade leña al fuego.
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Sobre las negociones en el Reino Unido han corrido varios rumores, como que la pareja pretendía estar en el balcón del Palacio de Buckingham, algo que no hicieron en el Jubileo de Platino y que no tiene sentido al no ser miembros en activo de la institución, que Archie tuviera un reconocimiento especial público al coincidir su cumpleaños con el día de la coronación o un papel dentro de la ceremonia. Estas peticiones, a simple vista, parecen algo fantasiosas y no hay informaciones (ni filtraciones) que sustenten que efectivamente hayan sucedido. Harry es un Windsor, sabe que la coronación se remonta a 1066, que la Abadía de Westminster es un lugar de la máxima relevancia institucional y es obvio que sus hijos no tienen la edad para afrontar un papel de este tipo, ya que ni el príncipe Louis, que es un año mayor que el príncipe Archie tendrá una función. También se habló de las exigencias en torno a la seguridad que impone la pareja, teniendo en cuenta que Londres va a estar blindado ante la presencia de jefes de Estado y otros mandatarios extranjeros (entre ellos Felipe VI) no parece que esto fuera un problema. Además, Harry, que estuvo en el Jubileo de Isabel II, en sus funerales y recientemente en un juicio en la Corte Suprema, ya ha dejado ver con sus movimientos que si quiere puede estar en suelo británico.
¿Un lugar de segunda como en el jubileo o uno de primera como en el funeral?
Entonces, ¿qué podría pedir? Según Mail on Sunday,Harry quería un lugar de alto perfil en la Abadía de Westminster y la garantía de que en el futuro mantendría todos sus títulos. Esto sí parece más razonable: luchar por el tratamiento público que recibirá en la coronación. ¿Un lugar de segunda como recibió durante el Jubileo de Isabel II, en el que fue uno más entre los nietos y bisnietos de la soberana? ¿O un tratamiento de primera como tuvo durante el funeral de Estado de la soberana cuando recuperó su posición como hijo de rey?
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El tema de los títulos además tiene varias lecturas, ya que el príncipe Harry, según el citado medio, se resistiría a ser despojado de sus títulos o a recibir un tratamiento similar al del príncipe Andrés, cosa que ya ha pasado y que fomenta que la opinión pública ubique a los dos príncipes problemáticos al mismo nivel, cuando las circunstancias son muy distintas. El príncipe Harry salió por voluntad propia, mientras que al príncipe Andrés no le quedó más remedio que apartarse a regañadientes cuando se vio vinculado con el Caso Epstein, asunto por el que nunca fue juzgado al llegar a un acuerdo extrajudicial.
Esta negociación, las condiciones para Harry, habrían divido a la Familia Real y aunque todavía está por ver qué tratamiento tendrá el duque de Sussex dentro de la Abadía, parece que hay claros vencedores. Carlos III ha conseguido que su hijo vaya y los príncipes de Gales no se verán eclipsados, ni Kate, que hará un gran despliegue, ni sus hijos, protagonistas indiscutibles también de esa jornada. Es evidente que la presencia de Harry en solitario no es tan llamativa ni ocupará tantas páginas en prensa como si hubiera estado acompañado por Meghan y los niños. Si pensamos que que todos ganan algo, de lo contrario Harry no asistirá, habrá que ver qué posición ocupa en la coronación y que pasa con sus títulos en el futuro. Tampoco hay que olvidar que este episodio ha llegado tres meses después de que el príncipe Harry publicara sus explosivas memorias, poco amables sobre todo para Camilla, nueva reina consorte, y de que dijera que esperaba alguna disculpa por parte de la Familia Real británica. Tras lo cual, casualidad o no,la Casa Real británica le retiró su residencia en el Reino Unido: Frogmore Cottage.