Sarah Ferguson está sentada plácidamente sobre el tronco de un árbol y un manto de hojas secas a sus pies. De repente, se oye un correteo saltarín por el sendero cercano a este rincón del jardín donde estamos junto a la duquesa de York. Es entonces cuando aparecen. Cuando salen a su encuentro dos de los perros más famosos del mundo: ‘Sandy’ y ‘Muick’, los corgis que pertenecían a la Reina Isabel II y que, desde su muerte, viven con Sarah y su exmarido, el duque de York. Recién acicalados, los cachorros saltan entusiasmados sobre su regazo buscando los mimos de Sarah para, después, acomodarse a su lado mientras ella posa para las cámaras de HELLO!
La escritora y benefactora de sesenta y tres años está radiante. “Los corgis son muy simpáticos, educados y están muy bien adiestrados. Son felices”. Sin embargo, esta escena idílica, que tiene como escenario el impresionante hotel Coworth Park de Berkshire, se produce al mismo tiempo que Sarah es objeto de incisivas especulaciones sobre su vida personal.
“Con mi primer libro descubrí una sensación de libertad que me encantó. También comencé a escribir por una necesidad de evadirme de la realidad”
El mismo día en que nos reunimos, acaban de aparecer unos titulares que sugieren que el Rey Carlos III podría recortar la subvención anual del príncipe Andrés y verse obligado a abandonar su casa en Windsor, Royal Lodge, donde también vive Sarah. Unos días más tarde, nuevas informaciones especulan con que el Rey habría ofrecido a Andrés Frogmore Cottage, la residencia de los duques de Sussex en Gran Bretaña. “Esto es realmente un asunto del duque y de Su Majestad”, sentencia Sarah. La misma firmeza con la que responde al mito de que ella no es “económicamente independiente”. “Todo lo que diré es que desde hace muchos años —con “Budgie, el pequeño helicóptero” (su libro infantil, publicado en 1989)-—, me he ocupado de mis hijas y he contribuido a la economía familiar”.
En otro orden de cosas, Sarah está encantada de que su hija menor, la princesa Eugenia, esté esperando su segundo hijo. “Es fabulosa”, dice de Eugenia, madre ya de su primer nieto, August, de dos años, fruto de su matrimonio con Jack Brooksbank. “Está estupendamente y estoy muy orgullosa de ella”, nos dice Sarah.
Y ese orgullo se extiende también a su exitosa carrera como escritora. A finales de este mes, Sarah publicará La misteriosa dama, editada en Gran Bretaña por Mills & Boon, la segunda parte de su best seller Un corazón por brújula, una serie de novelas históricas en las que narra las aventuras de Lady Mary, una mujer muy determinada que resuelve crímenes en la Inglaterra victoriana y en la que no es extraño que sus seguidores adviertan algunas similitudes con su creadora. “El personaje de Lady Mary es muy parecido a mí porque finge ser un felpudo, aunque, en realidad, es poderosa y fuerte”, afirma. “Yo no soy ningún felpudo, pero a veces finjo ser un bufón. Siempre soy muy atrevida”.
“El personaje de Lady Mary es muy parecido a mí porque finge ser un felpudo, aunque, en realidad, es poderosa y fuerte”, afirma Sarah, que recalca: “Yo no soy ningún felpudo, pero a veces finjo ser un bufón”
Ser autora, dice, ha reforzado su autoestima. “Creo que la escritura me ha hecho ganar confianza en mí misma y me ha dado algo que es solo mío. No de la duquesa. No de Fergie. No de la mejor amiga de Diana. No de la nuera de la Reina. De Sarah. Mío”. El altruismo es también una parte importante de su vida. Lleva más de treinta años comprometida con la juventud, en especial, con su educación. Su organización benéfica Children in Crisis ha formado a más de 1,4 millones de niños. Ya principios de los 90, Sarah ayudó personalmente a familias de refugiados de la guerra de los Balcanes.
Ahora, como respuesta al conflicto que ha vuelto a romper la paz en Europa, la guerra de Ucrania, ha dirigido una campaña, a través de su fundación, Sarah’s Trust, para donar alimentos y bienes de primera necesidad a los refugiados que se encuentran en las frontera entre Ucrania y Polonia. En esta entrevista, echamos un vistazo a la trepidante vida de Sarah Ferguson, quien nos cuenta además cómo la escritura se ha convertido para ella en una bendita vía de escape, qué es lo que más echa de menos de la Reina Isabel II y cómo ‘Sandy’ y ‘Muick’, sus corgis, se han ido adaptando a su nuevo hogar.
“Estoy en una posición en la que puedo ayudar a Andrés con mi trabajo, y estoy contenta y orgullosa de hacerlo”
—¿Por qué le gusta tanto escribir?
—Con mi primer libro descubrí una sensación de libertad que me encantó. También comencé a escribir por una necesidad de evadirme de la realidad. Cada día, nos despertamos con una mala noticia. Ya sea la guerra de Ucrania, los terremotos en Turquía... Cuanto más me volcaba en la escritura, más podía evadirme del mundo y perderme en otras tramas.
—La protagonista de su nuevo libro, Lady Mary, está inspirada en una de sus antepasadas, Lady Mary Montagu Douglas Scott. Un mujer que es más fuerte de lo que parece. ¿Comparte alguna similitud con ella?
—Lady Mary es juguetona y cumple con las normas de etiqueta, pero, sutilmente y con buena educación, logra todo lo que se propone. Es íntegra y buena, pero también lleva una pistola bajo las enaguas.
—Describe a Lady Mary como una mujer ‘subestimada’. ¿Le han subestimado a usted alguna vez?
—Sí. Y no solo en el pasado. Cada minuto. Creo que incluso he llegado a subestimarme yo misma. La escritura me ha hecho ganar confianza en mí misma y me ha dado algo que es solo mío. No de la duquesa. No de Fergie. No de la mejor amiga de Diana. No de la nuera de la Reina. De Sarah. Y eso me ha dado mi propia voz. Estoy muy orgullosa de ser escritora.
—Parte del orgullo que siente por su carrera como escritora se debe a que puede mantener a su familia. Recientemente ha aparecido la noticia de que su exmarido, el príncipe Andrés, podría perder su subsidio anual, lo que significaría que, tanto él como usted, tendrían que desalojar su residencia. ¿Qué podría contarnos?
—Gracias por preguntar. En realidad es un asunto que compete al duque de York y a Su Majestad. Todo lo que diré es que desde hace muchos años —con Budgie, el pequeño helicóptero (su libro infantil publicado en 1989)-— me he ocupado de mis hijas y he contribuido a la economía familiar. Recientemente, la prensa ha estado diciendo que no es justo que Andrés pida esto o lo otro. Bueno, desde que se retiró de sus funciones reales, no recibe ninguna retribución de los contribuyentes. Yo estoy orgullosa y contenta de poder tener actualmente una posición en la que puedo darle soporte a él y al resto de la familia con mi trabajo.
—Hace ya casi seis meses que murió la Reina Isabel II. ¿Qué echa de menos de ella?
—Me encantaría decirle que las prímulas florecen en las orillas del castillo de Windsor, donde solía pasear con los perros, donde siguen creciendo las magnolias. Sé que eso le encantaría.
—El país ha abrazado al nuevo Rey. ¿Le alegra ver esta unión entorno a él?
—Creo de verdad en la institución de la Monarquía y creo de verdad en lo que hizo la Reina. Mi más sincero apoyo al Rey y a la Reina consorte y al príncipe y a la princesa de Gales; haré todo lo que esté en mis manos. El otro día, por cierto, hicimos una donación de parte de los corgis a la organización benéfica Medical Detection Dogs, de la que la Reina consorte es patrona. En realidad, procedía de mi fundación, Sarah’s Trust, pero me gustó la idea de que pareciera que la hacían los corgis porque quiero ayudarles en todo cuanto sea posible.
—¿Espera con anhelo el día de la coronación?
—Estoy muy emocionada. Ya he visto ondear banderas por las calles. No sé si me invitarán o no, pero creo que voy a preparar un pequeño pícnic para todo el mundo que quiera tomar una taza de té y divertirse.
“Es un gran honor tener a los corgis de la Reina con nosotros. A ella le encantaban los perros. Susurraba a los caballos y a los perros”, cuenta Sarah Ferguson
—La princesa Eugenia ha anunciado que estaba embarazada de nuevo. ¿Cómo se encuentra?
—Está fenomenal. Estoy muy orgullosa de su trabajo en la galería de arte Hauser & Wirth. Pero también estoy orgullosa de ella como madre. Es muy buena con August. Todo el mundo me pregunta cómo soy como abuela y a mí me encanta serlo. Y Jack, su marido, es increíble. Uno de mis mejores amigos. Somos una familia muy unida y fuerte. También adoro a Edo (Edoardo Mapelli Mozzi, marido de la princesa Beatriz). Estamos todos muy unidos. Mis yernos me cuidan mucho. Además, son muy guapos.
—¿Ve mucho a sus nietos?
—Mucho. Soy quien les limpia las tronas y quien les cambia los pañales. A mis yernos les parece muy divertido que la abuela se ocupe de cambiarlos. Soy la niñera ayudante y también la madre ayudante.
—¿Les ha dado a sus hijas algún consejo sobre maternidad?
—Estar siempre presentes. Que estén siempre ahí.
—Su labor benéfica ha sido una fuente de inspiración para sus hijas. Sobre todo, su trabajo al frente de su fundación, Sarah’s Trust. Darse a los demás siempre ha sido muy importante para usted, ¿verdad?
—Supongo que es como escribir una novela: me aleja de los miedos de la vida. Cuando lees una crónica de guerra, da miedo. Puede llevarte a un lugar muy oscuro si lo permites. Pero si logras dar la vuelta a eso y te das a los demás, ya no hay miedo. Escribir y ser solidaria me ayuda como persona.
—Su vida derrama ríos de tinta y no siempre por su labor altruista. ¿Cuáles son los artículos que más le molestan?
—Los que adoptan un tono muy personal sobre mí o mi exmarido me molestan muchísimo. Me preocupo por él porque es un abuelo muy bueno. Y es un hombre muy amable, y me molesta. Realmente me importa.
—Los corgis de la Reina viven ahora con usted, el príncipe Andrés y sus cinco norfolk terriers. ¿Cómo se han adaptado?
—Son muy simpáticos, educados y están bien adiestrados. Son felices.
—Los perros son tesoros nacionales. ¿Qué se siente al haberlos recibido en propiedad?
—Es un gran honor tenerlos con nosotros. A la Reina le encantaban los perros. Susurraba a los caballos y a los perros. El otro día, una de las personas que la cuidaban vino a saludarlos y ‘Muick’ se acercó y le puso la cabecita sobre el regazo. Fue conmovedor.
—Ahora mismo está trabajando para conseguir fondos y construir hospitales en la frontera de Turquía y Siria devastada por el terremoto, también está implicada con organizaciones ecologistas como Earth X Expo y con el coro de niños ciegos ucranianos. Con todo lo que tiene entre manos, debe de tener poco tiempo para usted. ¿Cuáles son sus hobbies?
—Me encanta sumergirme en la lectura de guiones. Me divierto mucho con todo tipo de géneros. También me entretienen los programas sobre misterios y asesinatos. Y escribo. Escribo mucho. Cojo papel y lápiz y escribo cartas. Adoro escribir cartas. Y libros, claro, por supuesto.
—¿Dónde se ve dentro de diez años?
—No puedo pensar en eso porque vivo el momento. Aún me queda mucho por hacer y muchos sueños por cumplir... Tengo que volver a sacarme la licencia de helicóptero, por ejemplo. Y voy a emprender una nueva cruzada: encontrar soluciones a los problemas medioambientales. Quiero ver un planeta limpio y más verde. Quiero oír cantar a los pájaros.
La duquesa de York, al frente de la Fundación Sarah’s Trust, dice que “escribir y darme a los demás son cosas muy importantes para mí: me alejan de los miedos de la vida”