El libro del príncipe Harry, En la sombra, (Spare, en inglés) ya es un superventas y ha revelado aspectos, según la versión del duque de Sussex, sobre cómo fue su infancia, cómo vivió la muerte de su madre, la princesa Diana, su paso por el Ejército, su boda y la siempre complicada relación que ha mantenido con la monarquía británica. Las memorias, además, muestran otros hechos más cotidianos y curiosidades de la Familia Real británica, algunos de dominio público y que Harry ha confirmado ahora.
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A continuación detallamos algunos de los datos más llamativos y sorprendentes de la Casa Real que capitanea Carlos III.
Los 'gin-tonics' de la Reina Madre
Isabel Bowes-Lyon, más conocida como la Reina Madre, abuela de Carlos III, era una figura entrañable para el Reino Unido y muy querida dentro y fuera de los Windsor. Fue un referente materno para el actual Rey y siempre corrió el rumor de que parte de su longevidad se la debía a su costumbre de beber gin-tonics. Su bisnieto Harry así lo corrobora en sus memorias cuando cuenta un día cualquiera de verano en Balmoral. En concreto, se refiere a una comida familiar que tuvo lugar en el pabellón de caza de esa finca en Escocia, donde cada uno tenía un papel asignado. A sus 101 años, la Reina Madre, que falleció en 2002, “pidió un cóctel martini, y al cabo de unos instantes alguien le acercó un vaso helado lleno de ginebra”, confirma Harry que decidió unirse a ella y pedir un cóctel ante su familia por primera vez. Después, el duque de Sussex hace un retrato de su Gan- Gan, como llamaba a su bisabuela, una mujer “que fue reina durante la Segunda Guerra Mundial”.
¿Quiénes han ostentado el título de Gan- Gan?
Las memorias de Harry son un relato único sobre cómo Harry ve a su familia y refleja que además del protocolo derivado de tener como abuela a la Reina de Inglaterra, el duque de Sussex también ve en Isabel II a una entrañable abuela. El Príncipe revela el nombre con el que llamaban a su bisabuela, Gan- Gan.
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Tras la desaparición de la Reina Madre, Isabel II pasó a convertirse en bisabuela de los hijos del príncipe Guillermo y Harry que siguiendo la tradición se dirigían a la recordada monarca con el nombre Gan- Gan. Incluso Archie y Lilibet, hijos de los duques de Sussex, también conocían así a su bisabuela paterna.
Felipe de Edimburgo, un experto con la parrilla
El duque de Edimburgo, marido de Isabel II, era un príncipe lleno de talentos e inquietudes que iban desde las más intelectuales a las más domésticos. Harry nos revela ahora que era su abuelo el que realizaba las barbacoas en Balmoral y con unas pinzas de cocina daba vuelta a los filetes de venado antes de colocar sobre la parrilla “una rosca de salchichas de Cumberland”. Por su parte, Isabel II estaba dedicada a los aliños: “La especialidad de la abuela era el aderezo de la ensalada, y había preparado una gran cantidad”.
El gaitero de Balmoral, la sombra de la Reina
Isabel II fue una monarca amante de las tradiciones. Una de ellas era la costumbre que tenía de ser despertada y acompañada a la hora de cenar por el sonido de la gaita. A la Reina le encantaba, según cuenta Harry en su autobiografía, el sonido de las gaitas como a la reina Victoria. Tan importante era para ella su gaitero, que este le hizo un último homenaje durante el funeral de la soberana. Mientras descendía el féretro lentamente hacia la bóveda real para recibir sepultura, se oyeron los sonidos de la gaita que tanto la habían acompañado durante su vida.
Una estatua a la que reverenciar
Harry hace un retrato exhaustivo de los veranos en el Castillo de Balmoral y nos acerca al día a día de la Familia Real británica. En el primer piso de la propiedad había una estatua de la reina Victoria “a la que yo siempre le hacía una reverencia al pasar, ‘Majestad”. Era algo que tenían que hacer, pero que él reconoce que hubiera hecho de todas formas pues la llamada ‘abuela de Europa’ (sus nueve hijos y la mitad de sus nietos se casaron con miembros de la realeza o la nobleza del continente) era un gran referente para los Windsor. Los restos de la reina Victoria y su esposo, el príncipe Alberto, descansan en el cementerio real localizado en los jardines de Frogmore, en Windsor, donde precisamente se encuentra la residencia que aún mantienen en Reino Unido los duques de Sussex.
El osito de peluche de Carlos III
Harry también arroja luz sobre algunos de los episodios más amargos de miembros de la Casa Real como fue la infancia en un internado de Carlos III en el que “de niño le habían hostigado (...) Le recuerdo murmurando con tono ominoso: ‘Casi no sobrevivo’. ¿Cómo lo había conseguido? Con la cabeza gacha y agarrado a su oso de peluche, que todavía conservaba años más tarde”. El muñeco Teddy acompañaba a Carlos de Inglaterra a todas partes. “Era un objeto lamentable, con los brazos rotos, deshilachado y cubierto de parches”. Para Harry este peluche reflejaba de manera clara la soledad que su padre tuvo en su infancia y que le forjaron su carácter, el de un hombre poco dado a hablar de sus sentimientos.
Un Rey que hace el pino
Uno de los personajes de los que más información da Harry es de su padre. Además de revelar datos tan insólitos como que aún conserva su osito de peluche de su etapa escolar, el Rey realiza una serie de ejercicios, incluido hacer el pino, recomendados por su fisioterapeuta, como el único remedio eficaz para un dolor crónico de cuello y espalda derivado por viejas lesiones de polo.
Harry no era buen estudiante
El príncipe Harry habla sin complejos de aspectos de su vida que han sido de lo más comentados como que era un mal estudiante. Tras pasar por el colegio Wetherby en Londres y el internado de Ludgrove, Harry y Guillermo fueron al prestigioso colegio de Eton. Fue allí, por cuyas aulas han pasado veinte primeros ministros británicos, príncipes, académicos, escritores, diplomáticos y héroes militares, donde el hijo menor de Diana de Gales se dio cuenta que lo suyo no eran los estudios y provocó en él “un profundo impacto”.
Pronto sintió la presión de estar en una institución educativa de tanto renombre. Su primera clase de francés puso de manifiesto que aquello sería un “purgatorio”. Pero no solo por las exigentes lecciones le venían grandes. Ponerse bien el uniforme (compuesto por levita, camisa, cuello blanco almidonado, broche, corbata y pantalones de raya diplomática) cada mañana era todo un reto para Harry.
Tras graduarse en Eton y hacer los exámenes de acceso a la universidad, el príncipe Harry decidió no continuar con los estudios superiores. “No me imaginaba a mí mismo varios años con la cabeza metida en los libros. Y mi tutor en Eton tampoco. ‘La Universidad no es para ti, Harry’ me dijo sin rodeos”.
Si cursar una carrera universitaria no era su destino, Harry y su padre estuvieron dando vueltas a qué opciones podría tener. Por descarte, pensaron que ingresar en el Ejército era lo que mejor se adecuaba a su situación: por su personalidad y por su deseo de estar fuera de la primera línea mediática.
Los regalos de Nochebuena, una herencia germánica
Aunque los Windsor, anteriormente la dinastía se llamaba Saxe-Coburg-Gotha, siempre han querido distanciarse de su herencia alemana, hay algunas tradiciones navideñas que siguen conservando como la de abrir los regalos en Nochebuena. Una de esas navidades, en Sandringham, cuenta que sobre una mesa cubierta por un mantel blanco con tarjetas se colocaban los paquetes y todos los abrían a la vez. Harry recuerda como su tía abuela, la princesa Margarita, le regaló un bolígrafo que tenía un diminuto pez de goma, lo que le lleva en sus memorias a reflexionar sobre los paralelismos que encontró entre ella y su propia vida: los dos, hermanos de un heredero, los 'repuestos'.
Los tapones de Isabel II para aguantar un concierto
Uno de los pasajes que sacan una sonrisa al lector, es cuando Harry habla del Jubileo de Oro de su abuela. Isabel II celebró sus 50 años en el trono el 6 de febrero de 2002 y murió en septiembre de 2022, cuando ya había cumplido siete décadas de servicio. Los hitos en la monarquía británica se celebran a lo grande y, con 76 años, la Reina acudió al concierto conmemorativo que se dio en los jardines del Palacio de Buckingham y en el que actuaron Paul Mc Cartney o Brian May entre otros.
En sus memorias Harry recuerda que durante el espectáculo musical estuvo sentado detrás de su abuela y que la vio seguir el ritmo con el pie y balancearse al compás de la música cuando “me entraron ganas de abrazarla, aunque por supuesto no lo hice”. Mientras seguía el show, Harry empezó a sentirse cansado y a dolerle la cabeza por el volumen de la música. “La abuela, sin embargo, no daba ninguna muestra de desfallecimiento. Continuaba igual de fresca. Continuaba marcando el ritmo con el pie y balanceándose”. Al inclinarse para mirarla más de cerca vio algo en sus oídos: unos tapones de color amarillo, algo que impactó a Harry sobre la sutil e inteligente manera de Isabel II “de guardar las distancias”.
¿Cómo se tenían que dirigir sus familiares a Isabel II?
En la sombra, Harry cuenta cómo fue el primer encuentro de su esposa con la monarca. Era octubre de 2016 y se encontraban en el Royal Lodge de Windsor, cuando Isabel II se presentó por sorpresa. El duque de Sussex advirtió a Meghan de si sabía hacer una reverencia, algo que le enseñó Sarah Ferguson y la explicó cómo tenía que dirigirse y tratar a su abuela. “Cuando te dirijas a ella por primera vez, la llamas Su Majestad. A partir de ahí, solo es señora (...) Hagas lo que hagas no la pises al hablar”. Después se pusieron a hablar y tras veinte minutos de charla, la Reina tuvo que marcharse.
Perfumes clásicos para Carlos y Diana
Gracias al libro, sabemos que la fragancia que usa el rey Carlos es Eau Sauvage de Dior, un clásico entre los clásicos que se coloca en las mejillas, el cuello y la camisa. “Floral, con un ligero toque acre, como de pimienta o pólvora”, recuerda Harry. Este mítico perfume de la casa francesa se comercializa desde 1966 y aunque en un momento estaba destinado al público juvenil con sus toques de limón, romero, lavanda, albahaca, vetiver, petitgrain y jazmín fue una revolución. Con el paso de los años se ha convertido en un perfume icónico, símbolo de elegancia y buen gusto que se mantiene con el paso de las décadas.
Si legendaria es la colonia de Carlos, no menos especial es la que usaba Diana de Gales. La malograda princesa se ponía gotas de First de Van Cleef & Arpels, cargado de feminidad y glamour, un perfume que parece una joya y que es clásico y elegante como la marca de joyería del mismo nombre. Un aroma afrutado, floral con un rastro de ámbar y sándalo, en un frasco que emula a las piezas de joyería más emblemáticas de la Maison, cuyos orígenes se remontan a 1906 cuando la joyería abrió en la Place Vendôme de París. Oler este perfume le hace a Harry retrotraerse a su infancia y revivir las vivencias junto a su madre.
Haz click si quieres ver “Harry, un príncipe del siglo XXI”, un documental para conocer mejor al hijo pequeño de Carlos III de Inglaterra y Diana de Gales. Su infancia estuvo marcada por la trágica muerte de su madre y tuvo una juventud bastante problemática no exenta de polémicas. Durante diez años vistió el uniforme militar, siendo destinado a misiones en Afganistán. Ahora Harry vive en Estados Unidos junto a su mujer, Meghan Markle, y sus dos pequeños, Archie y Lilibet y acaba de publicar un libro de memorias que trae de cabeza a la familia real británica. ¡No te lo pierdas!