Lo dejó claro durante su primer discurso como jefe de Estado y lo ha venido demostrando durante sus primeros meses en el trono, Carlos III quiere una monarquía reducida con unos apoyos estables con papeles muy definidos y que no compitan entre sí, una forma de evitar los problemas derivados de tener a muchos actores en primera línea y a la vez de concentrar el foco y la popularidad en su reinado, un protagonismo que históricamente se le ha escapado. Atrás quedan los duques de Sussex, el príncipe Andrés (que parece irrecuperable para la vida oficial), sus sobrinos o los queridos primos de Isabel II, atrás queda el balcón del Palacio de Buckingham abarrotado de gente, Carlos III se suma a lo que ha ocurrido en todas las casas reales de Europa en los últimos años y concentra las funciones institucionales en muy pocas manos: su mujer, Camilla; Guillermo y Kate, los nuevos príncipes de Gales; y dos de sus hermanos, los príncpes Ana y Eduardo. Entre todos llevan a cabo unos 2.000 actos oficiales al año y se reúnen con unas 70.000 personas entre cenas, almuerzos, recepciones o sus tradicionales fiestas en el jardín. En el plano personal es evidente, mientras que Harry y Meghan se han convertido en un escollo en los inicios del reinado de Carlos III, él ser rodea de su familia 'leal'.
Camilla, en su propia cuenta atrás
Lo expresó por escrito Isabel II meses antes de morir y lo ha repetido el propio Carlos III siempre que ha podido: el leal servicio que ha prestado su mujer durante los últimos 17 años la han convertido en la reina consorte que nadie esperaba. Una mujer que entró en la Familia Real con casi 60 años y se reinventó para asumir unos compromisos y obligaciones que no había tenido en su pasado como ama de casa con una estupenda posición social y mucho tiempo para sus hijos, sus caballos y sus amigos. Para algunos colaboradores de Carlos III, el mayor valor de Camilla es que hace más fácil el trabajo con el nuevo rey, que ha dado muestras de tener un carácter complejo que ella sabe reconducir. Su papel, por tanto, está muy claro, apoyar a Carlos III como jefe del Estado igual que hizo durante su tiempo como príncipe de Gales. De forma paralela, Camilla ha ido asumiendo los patronazgos relacionados con la alfabetización, las personas mayores, las víctimas de violación, abusos sexuales o violencia doméstica; animales, patrimonio y danza.
Los nuevos príncipes de Gales, un valor en alza
Guillermo y Kate son los más populares de la actual Casa Real británica, lo eran antes, subieron como la espuma con la problemática salida de los duques de Sussex y su núevo título de príncipes de Gales les ha dado un nuevo impulso, además de dejar en sus manos todas las empresas y proyectos que tienen que ver con el lucrativo ducado de Cornualles, que ha hecho que sus ingresos se incrementen de forma considerable con el movimiento en la línea sucesoria. La función príncipal del príncipe de Gales es apoyar al soberano como figura de unidad, estabilidad y continuidad nacional.
El paso al frente de Guillermo y Kate se produjo cuando comenzó la pandemia, ya que comenzaron a asumir funciones propias de un papel que no asumirían de forma oficial hasta septiembre de 2022, con la muerte de Isabel II. Ellos fueron los encargados de reabrir Buckingham a los jefes de Estado extranjeros y el príncipe Guillermo asistió por primera vez a la apertura del Parlamento británico, un acto de la máxima relevancia en la que el príncipe Carlos sustituyó a Isabel II marcando el inicio del año legislativo. Llevan años participando en las cenas de Estado, así como en todos los ceremoniales de carácter nacional. En el extranjero sucedió algo parecido, Kate comenzó a viajar en solitario y a reunirse con las futuras reinas de su generación; y junto a Guillermo evocaban los días en los que Isabel II y el duque de Edimburgo realizaban grandes giras en el exterior, principalmente en la Commonwealth. Fue entonces cuando Guillermo demostró aplomo en su papel, que no es otro que el de representar al jefe del Estado y al Reino Unido, velar por las relaciones y los intereses de su país. En ese contexto, el príncipe Guillermo parece ser consciente de que tiene que actualizar el mensaje e imprimir un estilo propio. Lo vimos durante su paso por las Bahamas cuando dijo: "las relaciones evolucionan, pero la amistad perdura"; dejando claro que es consciente de que está llamado a ocupar en el futuro la máxima posición de un reino que pierde territorios.
Princesa Ana, infalible, discreta y ahora posible regente
Durante los últimos años del reinado de Isabel II, Ana de Inglaterra ha sido la persona de la Familia Real que ha cumplido con más actos oficiales. Su agenda es la más llena y su presencia la más discreta, en el Reino Unido es respetada, querida, popular y tiene autoridad dentro de la institución, se la ha ganado, en parte porque siempre entendió su papel: estar aunque no te vean y en sostener la Corona aunque no la lleves. Esto es lo que viene haciendo la princesa Ana durante estos últimos meses, desde que falleció Isabel II en el Castillo de Balmoral, ella aporta estabilidad en un momento inestable y es elegida para representar al jefe del Estado en el extranjero, como quedó claro en el reciente funeral de Constantino de Grecia.
La importancia que tiene la princesa Ana en el reinado de Carlos III se hizo evidente cuando el nuevo soberano pidió que se impulsara el proceso legal para que ella fuera nombrada 'consejera del Estado', lo que le permite convertirse en regente cuando el jefe del Estado esté en el extranjero o enfermo. Este cargo, según las leyes de regencia, recae de forma automática en el cónyuge del soberano (Camilla) y en los cuatro primeros adultos en la línea sucesoria: los príncipes Guillermo, Harry, Andrés y Beatriz. Este listado era un problema ya que los príncipes Andrés y Harry están fuera de la vida oficial, mientras que la princesa Beatriz no está dentro de lo que se considera "miembros trabajadores" de la Casa Real. La Cámara de los Lores le dio luz verde a la petición de Carlos III e incluyó a la princesa Ana, que ocupa el puesto 16ª de la línea sucesoria ya que fue desplazada por sus dos hermanos varones y por todos sus sobrinos, entre los miembros regentes, igual que hizo con el príncipe Eduardo.
Condes de Wessex, los eternos secundarios
Ese papel de 'suplente' del rey tampoco le correspondía al príncipe Eduardo, el hermano pequeño de Carlos III, pero el jefe de Estado lo ha hecho posible. Él y su mujer, la condesa de Wessex, ya eran miembros trabajadores a tiempo completo durante el reinado de Isabel II, que decidió que fueran ellos los que fueran asumiendo las labores que fue dejando el duque de Edimburgo. En los últimos meses han hecho numerosos viajes oficiales al extranjero, juntos o por separado, su papel está claro, asumir los compromisos institucionales de menor calado, dejando que el peso (y el foco) se concentre en las dos parejas estrella de la monarquía británica: Carlos y Camilla, Guillermo y Kate.