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Ya está a la venta 'En la sombra', las polémicas y esperadas memorias del duque de Sussex

¿Qué pasó con el 'tiaragate'? Harry desvela cómo Meghan eligió su tiara nupcial y quién puso pegas a la novia

La supuesta discusión entre Isabel II y la duquesa de Sussex a cuenta de la diadema que la actriz estadounidense quería llevar el día de su boda


Actualizado 12 de enero de 2023 - 18:47 CET

En sus memorias –que se publicaron este 10 de enero y en nuestro país y se titulan En la sombra- el príncipe Harry puntualiza algunos temas que en su día ocuparon titulares y que por estar dentro de la Familia Real británica no le dejaron desmentir. Desde el conflicto que mantuvieron Meghan y Kate a cuenta de los vestidos de las damas de honor hasta cómo fue verdaderamente su relación con el príncipe Guillermo. Entre estos temas, está el "tiaragate", que no es otra cosa que la supuesta discusión que tuvieron Meghan e Isabel II a cuenta de la tiara nupcial de la actriz estadounidense.

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Lo que sucedió, según la versión de Harry, ocurrió en el vestidor privado de Isabel II y solo lo presenciaron cinco personas: la propia Isabel II; un joyero experto en historia que conoce la procedencia de toda a colección real; Angela Kelly, asistente personal de la Reina; Meghan y Harry. La pareja acudió por expreso deseo de la soberana para que la futura duquesa de Sussex pudiera probarse varias tiaras de cara a la boda.

 

Lo que sucedió, según la versión de Harry, ocurrió en el vestidor privado de Isabel II y solo lo presenciaron cinco personas: la propia Isabel II; un joyero experto en historia que conoce la procedencia de toda la colección real; Angela Kelly, asistente personal de la Reina; Meghan y Harry. La pareja acudió por expreso deseo de la soberana para que la futura duquesa de Sussex pudiera probarse varias tiaras de cara a la boda. "Había cinco tiaras dispuestas y la abuela le indicó a Meg que se las probara delante del espejo de cuerpo entero. Yo me quede atrás, mirando. Una era toda de esmeraldas. Otra de aguamarinas. Cada nueva tiara era más soberbia y deslumbrante que la anterior […] Sin embargo, de las cinco, una destacaba sobre las demás. Todo el mundo estuvo de acuerdo", cuenta el príncipe Harry sobre algo que sucedió en febrero de 2018, tres meses antes de la boda.

Portada de la biografía del príncipe Harry titulada en España 'En la sombra' y publicada por Plaza & Janés

La versión de Harry está clara: había cinco tiaras preseleccionadas por la Reina y sus asesores y entre esas cinco Meghan eligió una que para todos fue la opción perfecta. Esa tiara siempre fue desde el principio la que finalmente todos vimos: la tiara bandeau de platino y diamantes de la reina María. ¿Entonces cuál fue el problema? La primera noticia de que había habido un conflicto se publicó en noviembre de 2018 en The Sun. El periodista Dan Wootton –que en enero de 2020 fue el primero en publicar que Meghan y Harry planeaban vivir fuera del Reino Unido- firmaba un artículo con este titular: "La Reina advirtió al Príncipe Harry sobre el comportamiento ‘dificil’ de Meghan después de una disputa por la tiara para la boda real". Esa primera noticia incluía varias ideas que Harry viene a desmentir en sus memorias de forma directa o indirecta:

El origen de la supuesta tiara

"Meghan quería una tiara que tuviera esmeraldas y ni ella ni Harry estuvieron contentos cuando les dijeron que su primera opción era imposible, ya que nadie sabía exactamente de dónde procedía. Hubo preocupaciones por si era una tiara originalmente rusa", decía el artículo de The Sun, por esto Harry cuenta en su libro que en esa reunión estaba presente un joyero experto en historia que conocía la procedencia de toda la colección real y que a Meghan se le presentaron cinco opciones que previamente habían sido aprobadas por la Reina y su equipo.

Aquí la primera contradicción con el relato extremadamente minucioso que hizo de ese día el periodista Omid Scobie en su libro Harry y Meghan en libertad, el libro con el que Meghan reconoció haber colaborado ante un tribunal. Según el libro de Scobie en esa habitación no había cinco personas, había cuatro, ya que Mark Appleby, el joyero de la Corona, no estuvo presente ese día "debido a que se trataba de un momento muy íntimo y personal, pero se encontraba cerca por si era necesaria su ayuda". En cierto modo resulta extraño que si tres personas habían aprobado cinco tiaras finalmente se dudara del origen de una de ellas, pero todo puede pasar ya que cuenta la leyenda que la colección de joyas de los Windsor es mucho más extensa de lo que vemos. Sea como fuere, lo cierto es que en cada boda no dejan de sorprendernos.

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 "Había cinco tiaras dispuestas y la abuela le indicó a Meg que se las probara delante del espejo de cuerpo entero. Yo me quede atrás, mirando. Una era toda de esmeraldas. Otra de aguamarinas. Cada nueva tiara era más soberbia y deslumbrante que la anterior […] Sin embargo, de las cinco, una destacaba sobre las demás. Todo el mundo estuvo de acuerdo", cuenta el príncipe Harry sobre algo que sucedió en febrero de 2018, tres meses antes de la boda.

El enfrentamiento

Según esa primera noticia publicada en The Sun la negativa de Isabel II y su equipo a prestarle a Meghan una tiara con esmeraldas provocó desavenencias entre ellas: "Hubo un intercambio muy acalorado que llevó a la Reina a hablar con Harry. Ella le dijo: Meghan no puede tener todo lo que quiera. Ella recibe la tiara que yo le he dado". Fue entonces cuando se publicó por primera vez una frase supuestamente de Harry que corrió como la pólvora: "Lo que Meghan quiere, Meghan tiene". En las memorias de Harry esto nunca pasó, de esa habitación todo el mundo salió satisfecho con una elección unánime sobre la tiara nupcial e Isabel II dijo al terminar: "Procura practicar cómo ponértela". Este consejo puede ser la clave de todo.

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La villana de esa historia

Según la versión de Harry, Angela Kelly, asistente personal, consejera y conservadora de la joyería, insignias y guardarropa de Isabel II, es la villana del "tiaragate". Un miembro de la vieja guardia de palacio que por alguna razón no estaba dispuesta a hacerle la vida fácil a Meghan y a Harry. "Una semana después (del episodio en el vestidor de Isabel II) nos pusimos en contacto con Angela y le preguntamos si nos podía enviar la tiara para que Meg practicara cómo ponérsela… Sin embargo, por algún motivo Angela no respondió a ninguno de nuestros mensajes", cuenta Harry, explicando que eso provocó que tanto la diseñadora del vestido como el peluquero tuvieran que hacer su trabajo a última hora. Lo que cuenta Harry tiene otra lectura: Angela Kelly estaba dificultando el cumplimiento de una orden de la soberana al no contestar a las peticiones que se hacían desde el Palacio de Kensington.

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Según la versión de Harry, Angela Kelly, asistente personal, consejera y conservadora de la joyería, insignias y guardarropa de Isabel II, es la villana del "tiaragate". Un miembro de la vieja guardia de palacio que por alguna razón no estaba dispuesta a hacerle la vida fácil a Meghan y a Harry

Harry no lo cuenta, pero para conocer un poco más Angela Kelly y la importancia que tenía para Isabel II hay que decir que estaba en la cúspide de la Casa Real británica, llevaba trabajando en el equipo de la Reina desde 1993 cuando ingresó como camarera de la Reina y era una de las pocas personas que tenían permitido tocarla. Kelly siempre estaba de guardia por si la soberana necesitaba de sus servicios y tenía la confianza de recibir a la Reina en su propia casa a título personal.

Distinguí en su expresión una clara advertencia

Ese primer artículo que destapó el "tiaragate" contenía esta frase: "El mensaje de la Reina fue que Meghan necesitaba pensar en cómo habla con los miembros del personal y tener cuidado de seguir los protocolos familiares". Esta noticia también deslizaba que, en cambio Kate, siempre había sido muy cuidadosa con el trato del personal. Ahora, gracias al libro de Harry aunque ya lo había contado Omid Scobie en el libro que se publicó en el 2020, sabemos que la discusión la tuvieron Harry y Angela Kelly y no Meghan e Isabel II. La versión de Harry es que Meghan estaba feliz con su tiara y el único problema que no dejaran probársela. Según Harry, él intentó por todas las vías oficiales que Angela Kelly les hiciera llegar la tiara de buenas maneras y sin acudir a su abuela: "Eso hubiera desencadenado una confrontación abierta y no estaba seguro de que lado se pondría mi abuela. Además, en mi opinión, Angela era una persona problemática y lo último que necesitaba era convertirla en mi enemiga".

Aquí la segunda contradicción de esta historia entre lo que acaba de contar Harry y lo que publicó Omid Scobie, un libro con el que recordemos que colaboró Meghan. El periodista asegura que dado que faltaban solo un par de semanas para la boda y el asunto de la peluquería seguía siendo un conflicto, Harry sí recurrió a su abuela y fue solo entonces cuando Meghan pudo probarse la tiara. "Un funcionario de palacio declaró que Harry se había mostrado hipersensible al acusar a Angela de intentar dificultarle las cosas a su prometida", reza el libro de Scobie.

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La versión de Harry es otra y cuenta que los días pasaron sin que él pudiera hacer otra cosa que seguir los cauces burocráticos y finalmente Angela se personó como "por arte de magia" en el Palacio de Kensington con la tiara. "Le di las gracias, aunque añadí que nos habría facilitado mucho la vida haberla tenido antes. Echó fuego por los ojos y empezó a leerme la cartilla", cuenta Harry. "Me lanzó una mirada que hizo estremecer y distinguí en su expresión una clara advertencia. 'Esto no quedará así'". Hasta aquí llega el relato de Harry, cada uno que se saque sus conclusiones, pero parece insinuar que su conflicto con Angela pudo ser el origen de lo que se filtró meses después. No en vano, el duque de Sussex repite por activa y por pasiva que las filtraciones interesadas desde el interior de la Casa Real son algo habitual y forma de ajuste de cuentas.

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Según la versión de Harry, Angela Kelly, asistente personal, consejera y conservadora de la joyería, insignias y guardarropa de Isabel II, es la villana del "tiaragate". Un miembro de la vieja guardia de palacio que por alguna razón no estaba dispuesta a hacerle la vida fácil a Meghan y a Harry

¿Un velo para una divorciada?

La noticia de noviembre de 2018 también decía que Isabel II había cuestionado la decisión de Meghan de llevar velo al tratarse de su segundo matrimonio. Harry reconoce en sus memorias que hubo debates acalorados "en los pasillos", obviamente la reina no hablaba en los pasillos. "Consideraban que una divorciada no debía ni planteárselo. Pero, curiosamente, quienes deciden mostraron cierta flexibilidad en el asunto", explica el duque de Sussex en su libro.

Las esmeraldas son verdes

Para conocer todas las aristas de un tema que para el periodista que lo destapó era "una historia bastante ridícula" que nunca pensó que adquiriera estas dimensiones, hay que recordar una obviedad: las esmeraldas son verdes. Esto es interesante porque la teoría de que Meghan quería llevar esmeraldas ganó verosimilitud porque el color verde dominó en varios escenarios de la boda: la sesión de fotos se hizo en el Salón Verde de Windsor y la pareja posó en el mismo sofá verde de damasco de Morel & Seddon que Diana de Gales eligió para el bautizo de Harry. Según el libro de Omid Scobie, con el que Meghan colaboró, "es posible que en cierto momento, al principio, se hablara de que la tiara ideal debía contener esmeraldas". En el citado libro se menciona que la tiara de esmeraldas podría ser la tiara Vladimir, una de las piezas más espectaculares de la colección real, que precisamente fue extraída de Rusia y que tiene aros de diamantes entrelazados de los que cuelgan grandes esmeraldas. Sin embargo, la tiara Vladimir era una de las tiaras "soberanas", es decir, de las que solo se ponía la jefa del Estado por lo que sería sorprendente que estuviera en esa selección de cinco tiaras. Otra cosa es que Meghan y su equipo estudiando posibilidades de lo que le iría bien se hubieran fijado en ella, pero esto, nunca se ha confirmado.

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Isabel II con al tiara Vladimir durante una cena de Estado

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Otro factor que hizo que la historia volara es que se publicó en noviembre de 2018, solo un mes después de que la princesa Eugenia se casara con una impresionante tiara de esmeraldas

Otro factor que hizo que la historia volara es que se publicó en noviembre de 2018, solo un mes después de que la princesa Eugenia se casara con una impresionante tiara de esmeraldas. A día de hoy, nunca se ha podido confirmar la relación de una tira con otra, es decir, no sabemos si esa tiara de esmeraldas que según Harry estaba entre las cinco candidatas era la misma que finalmente llevó su prima Eugenia de York o no. Aunque también hay que matizar que Isabel II tendía a guardar las tiaras más espectaculares para las princesas de cuna. Tanto Kate como Sarah Ferguson o la condesa de Wessex se casaron con tiaras bastante sencillas, mientras que las princesas Ana, Eugenia y Beatriz lucieron diademas de las que solo se pone una reina.

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"Mis tías me preguntaron que si a Meg le gustaría llevar la tiara de mi madre. Aquello nos llegó al corazón a los dos, y Meg se pasó muchísimas horas con la diseñadora del vestido de novia para que el velo conjuntara con la tiara y tuviera un ribete festoneado similar. Sin embargo, poco antes de la boda, mi abuela se puso en contacto con nosotros y nos ofreció su colección de tiaras", cuenta Harry en su biografía

Una novedad: la tiara de Diana

Lo que no se sabía hasta ahora es que las hermanas de Diana de Gales pusieron a disposición de Harry y Meghan la famosa tiara Spencer, con la que se casó la madre de Harry. "Mis tías me preguntaron que si a Meg le gustaría llevar la tiara de mi madre. Aquello nos llegó al corazón a los dos, y Meg se pasó muchísimas horas con la diseñadora del vestido de novia para que el velo conjuntara con la tiara y tuviera un ribete festoneado similar. Sin embargo, poco antes de la boda, mi abuela se puso en contacto con nosotros y nos ofreció su colección de tiaras", cuenta Harry en su biografía. Obviamente ya no había nada más que decidir. Llevar una tiara de la jefa del Estado es un privilegio y un regalo que no se cuestiona, por no mencionar que entrar en la Casa Real británica llevando una tiara de la casa Spencer -divorciada de los Windsor desde 1996- no tenía demasiado sentido, sobre todo porque Meghan iba a pasar a ser una representante de la Corona británica. A la princesa Diana se le permitió porque en su caso sí tenía una tiara familiar propia, una que dejaba claro que el príncipe Carlos se casaba con una mujer que venía de una de las tres familias de la nobleza británica con más relevancia de ese momento.