Su presencia no ha pasado ni mucho menos desapercibida y llamaba poderosamente la atención, hasta el punto que se considera como un hecho sorprendente que estuviera ahí. El príncipe Andrés, junto al resto de la Familia Real británica, no ha faltado este domingo al tradicional servicio religioso que se celebra cada 25 de diciembre en Sandringham. Con rostro serio, aunque esbozando alguna sonrisa de vez en cuando, el duque de York acudía a la misa de Navidad pese a que su asistencia no había sido confirmada y estaba en duda hasta última hora.
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Vestido con traje de chaqueta y corbata que acompañaba con un abrigo azul marino, lo hemos visto desfilar a medio día por detrás de su hija menor, la princesa Eugenia, y su yerno Jack Brooksbank. A su lado se encontraba su hermano, Eduardo de Wessex, mientras todos caminaban rodeados por una multitud de curiosos que se habían acercado hasta el lugar. Para ellos ha tenido un momento el príncipe Andrés, saludándoles y estrechando la mano con esas personas anónimas que no paraban de hacerle fotos tanto a él como a los otros royals.
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También veíamos al Duque a las puertas de la iglesia de Santa María Magdalena, charlando amigablemente con uno de los capellanes del templo. Hacía tres años que los Windsor no se reunían en esta finca de Norfolk donde Isabel II acostumbraba a pasar los últimos días del año. Debido a la pandemia de covid, tuvieron que suspender estas celebraciones que hoy cobraban un especial significado. El motivo, era la primera vez que tenían lugar con Carlos III como Rey y cuando aún colean las declaraciones del príncipe Harry y Meghan Markle en su explosivo documental.
No podrá usar más el Palacio de Buckingham como lugar de trabajo
El duque de York, apartado de la vida pública desde hace tres años por su relación y posterior juicio por el caso 'Epstein', ha participado en el evento aunque sus vínculos con la Corona sean cada vez menores. De hecho, este mismo fin de semana conocíamos la última decisión del nuevo monarca con respecto a su hermano, por la que se establece que el príncipe Andrés no podrá utilizar más el palacio de Buckingham como lugar de trabajo. Incluso, se apunta también a que podría quedarse definitivamente sin el personal que estaba a sus órdenes.
El príncipe Andrés comienza a perder privilegios que con su madre conservaba
Por si esto fuera poco, la Casa Real británica anunciaba esta semana algunos cambios en los títulos de sus miembros principales y que afectan al Duque. Así, la reina Camilla ha asumido el cargo de coronel de la Guardia de Granaderos, que antes pertenecía a Andrés York, mientras que Kate Middleton tiene su primer puesto en el Ejército sustituyendo a su esposo como coronel de la Guardia Irlandesa. El príncipe Guillermo, por su parte, se convertirá en coronel de la Guardia Galesa.
Lo del príncipe Andrés ha sido una caída por fases desde que su nombre se vio relacionado con la citada trama de tráfico y abuso sexual. Tras el fallecimiento de su madre, Isabel II, perdió a la única aliada con poder dentro de la Casa Real británica y no hay lugar para él en el nuevo reinado de Carlos III. Hace unas semanas, medios británicos informaron de la decisión de eliminar al equipo de seguridad del príncipe Andrés con el fin de ahorrar a los contribuyentes los tres millones de libras (unos tres millones y medio de euros) que cuesta su protección.
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Fue a raíz de su vinculación con Jeffrey Epstein cuando Andrés de York no solo perdió sus títulos y honores militares, sino también sus funciones oficiales, labores de representación y alguno de sus privilegios (no todos). Eso sí, mantiene su título de príncipe, su posición en la línea sucesoria y su papel de consejero del Estado. También tiene su fabulosa residencia oficial dentro de los terrenos reales de Windsor, el Royal Lodge, que le pertenece desde la muerte de la Reina Madre en el 2002.
En lo que respecta a su familia, parece que nada ha cambiado ya que su exmujer Sarah Ferguson siempre le ha defendido y sus hijas, Eugenia y Beatriz de York, también han estado a su lado. El próximo febrero, el duque de York cumplirá 63 años y las campanas de la Abadía de Westminster no repicarán por él. Es otro de los privilegios que ha perdido y uno que lo resume todo: sigue siendo un príncipe pero uno que no conserva el honor.
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