Meghan y Harry reaparecieron en Nueva York, de la mano y exultantes, para recoger un polémico galardón a tan solo unas horas del estreno de su docuserie, mientras, al otro lado del océano, Palacio volvía a sentir la presión de Sussex, entre la expectación y el cansancio. El príncipe, con un traje oscuro, y la duquesa, con un vestido blanco y el anillo de aguamarina que heredó de la princesa Diana destellando en su mano, igual que en la celebración de su boda… Desafiando a la lluvia y a los Windsor con una sonrisa bajo un paraguas, como aquel marzo de 2020, en Londres, cuando se despidieron de su vida. El amor es más fuerte que la Corona, parecían decir mientras recibían el premio de derechos humanos Robert F. Kennedy, por su compromiso contra el racismo estructural, cuestionando incluso a su familia. Una escena que ni hecha a medida.
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Al día siguiente, su polémico documental, Harry & Meghan, estrenado en Netflix, recorría el mundo abordando la misma denuncia de racismo, además de la falta de apoyo de la Familia Real y la supuesta “cacería de brujas” contra la duquesa de los medios británicos. Y la conclusión es que se reavivó el abismo entre ellos y que ya no hay vuelta atrás. Los duques de Sussex no quieren ramitas de olivo y la ruptura es total, aunque no cayeron bombas sobre Palacio —falta la segunda parte, que promete guerra— y no atacaron a los Windsor, conformándose con lanzar algunas flechas soterradas al Rey y a los príncipes de Gales.
“No importa cuánto lo intentara, no importa cuán buena fuera, no importaba lo que hiciera, todavía iban a encontrar una manera de destruirme”
Un tesoro escondido
Los duques hablan de su lucha y de su drama, pero, también, comparten su intimidad de una manera excepcional. Su docuserie es un autorretrato íntimo y personal de todo lo que han vivido juntos desde que sus caminos se cruzaron, en el verano de 2016. Un festín visual de fotos, clips y correos sobre su vida familiar en California y su día a día junto a Archie y Lilibet, mientras nos llevan de regreso al día de su compromiso, de su boda y a las razones que los llevaron a tomar la decisión de abandonar Reino Unido.
¿Qué diablos ha pasado?
La primera entrega empieza de forma un tanto dramática, con Harry y Meghan contando cómo estaban siendo aquellas primeras horas sin el amparo de la Familia Real, en marzo de 2020. El príncipe, desde la sala VIP del aeropuerto de Heathrow: “Es duro mirar atrás ahora y pensar: “¿Qué diablos ha pasado? ¿Cómo hemos acabado aquí?””. “Es mi deber destapar la explotación y los sobornos de los medios». “Nadie sabe toda la verdad. Nosotros sabemos la verdad. La institución y los medios, también”. Y Meghan, desde Vancouver, Canadá. Sin maquillar, llorosa y con una toalla enrollada en la cabeza: “No sé ni por dónde empezar. Solo quiero que pase todo esto”. Harry dice: “Esta es una gran historia de amor. Y lo más loco es que creo que “solo acaba de empezar”. Ella sacrificó todo lo que alguna vez conoció, la libertad que tenía, para unirse a mí en mi mundo, y poco después terminé sacrificando todo lo que tenía para unirme a ella en su mundo”. “Acepto que haya gente que no esté de acuerdo en lo que he hecho o en cómo lo he hecho. Pero tenía que hacer todo lo posible para proteger a mi familia. Sobre todo, después de lo que le pasó a mi madre. No quería que se repitiera la historia”.
Flechazo digital
Una de las revelaciones más sorprendentes es que se conocieron a través de Instagram. El príncipe descubrió a la actriz en el feed de una amiga en común. Era la época en la que el filtro de la aplicación Snapchat estaba muy de moda, y Meghan aparecía en una imagen con orejas, hocico y lengua de perro, pero igualmente fue amor a primera vista. “Eso es lo que vio de mí”. Harry continúa: “Yo estaba como: “¿Quién es ella?””, y quiso tener toda la información sobre esa intrigante mujer, y su amiga hizo saber a Meghan que el “príncipe Haz” había preguntado por ella. Entonces, la duquesa, que llevaba soltera “un par de meses”, pidió acceder a la cuenta secreta del príncipe para descubrir qué contaba. “No lo busqué en Google”, como la gente cree. Al día siguiente, intercambiaron números de teléfono.
Cita en Londres y primera foto juntos
Cuenta el matrimonio que su primera cita fue en Soho House 76 Dean Street y que Harry llegó tarde por el tráfico. Meghan pensó que era “uno de esos tipos con tanto ego que piensan que cualquier chica se sentaría a esperarle media hora”, pero enseguida cambió de opinión. “Estaba asustado. Estaba sudando y ella se dio cuenta: “No, él no es así””, dice el duque. Quedaron al día siguiente en el mismo restaurante. Había una conexión especial —”Éramos como niños”— y la capturaron abrazados y con una sonrisa de felicidad. “Oh, Dios mío, creo que vamos a intentarlo”. Harry, que reconoce tener una “lista extensa” de las cualidades que quería en una novia, dice que fue ahí cuando se dio cuenta de que era la mujer de su vida. “Esta chica es todo lo que he estado buscando. ¡Se la ve tan cómoda y relajada en mi compañía!”. “En lo que es y en cómo es, Meghan es muy similar a mi madre. Tiene la misma compasión, la misma empatía, la misma confianza. Tiene esa calidez”.
“Acepto que haya gente que no esté de acuerdo en lo que he hecho o en cómo lo he hecho. Pero tenía que hacer todo lo posible para proteger a mi familia” (Harry)
Botsuana, el primer beso
Aunque solo se habían visto en dos ocasiones, el príncipe la invitó a uno de sus lugares favoritos: Botsuana. Compartieron tienda de campaña y abrazaron la vida salvaje. Curiosamente, iban en el jeep cuando se dieron su primer beso. “Podíamos ser nosotros mismos. No había cobertura, no había espejos, no había baño. Afortunadamente, realmente nos gustábamos”, dijo Meghan. Cuando empezó su noviazgo, intentaron ocultarlo durante todo el tiempo posible: “No sé cómo lo hicimos, pero lo hicimos. La mayor parte del tiempo estuvimos al otro lado del Atlántico”. “Era muy emocionante”, añade Meghan. Se veían cada dos semanas —”Nuestra relación era este pequeño tesoro guardado”—, se mandaban mensajes y hablaban durante horas por FaceTime. “Cuando llegué a conocer a Meghan más y más, pensé: “Estoy realmente enamorado de esta chica”. Entonces, a pesar de mi miedo, abrí mi corazón para ver qué iba a pasar”.
“Mis hijos son mestizos y estoy orgulloso de ello. Lo más importante para nosotros dos es asegurarnos de que no repetimos los mismos errores que, quizás, cometieron nuestros padres”
Historia de una reverencia a la Reina
Salvando a los primos de Harry, la Reina fue la primera de la familia a la que fue presentada Meghan, quien dice: “No sabía que la iba a conocer hasta momentos antes. Estábamos en el coche e íbamos a Royal Lodge para almorzar, y [Harry] dijo: “Oh, mi abuela está aquí. Sabes cómo hacer una reverencia, ¿verdad?”. Y pensé que era una broma”. Harry dice: “¿Cómo le explicas eso a la gente? ¿Cómo explicas que te inclinas ante tu abuela? ¿Y que necesitarás hacer una reverencia? Eso es raro”. Sin embargo, al final, “no hubo tanta formalidad realmente cuando la conocí”.
La formalidad de Kate y Guillermo
Meghan afirma que estaba “sorprendida” por la formalidad en privado de los miembros de la Familia Real. Sobre su primer encuentro con los príncipes de Gales (los llama Will y Kate) recuerda que fueron a cenar a su casa —eran vecinos en el palacio de Kensington— y que “yo llevaba unos vaqueros rotos e iba descalza”. “Soy muy de abrazos, siempre doy abrazos y no sabía que eso era muy raro para muchos británicos”, dando a entender que el gesto no había sido muy bien recibido y que, frente a su cercanía, los futuros Reyes tomaron distancia. “La formalidad en el exterior se reflejaba en el interior. Eso me sorprendió”.
“Una actriz, esto no durará”
Harry dice que su familia quedó “increíblemente impresionada” y sin saber “qué hacer” cuando conocieron a Meghan. “El hecho de que estuviera saliendo con una actriz estadounidense, probablemente, fue lo que nubló su juicio más que cualquier otra cosa al principio: “Oh, ella es una actriz estadounidense, esto no durará””. Harry también desveló que no comprendían por qué debía recibir un “trato especial y ser protegida”, ya que entendían la presión mediática como una especie de “rito de iniciación”. “Algunos miembros de la familia decían: “Mi mujer tuvo que pasar por eso, ¿por qué tu novia tiene que ser tratada de forma diferente? ¿Por qué debería estar protegida?”. A lo que respondí: “El elemento diferencial es la raza””. “Creo que, para muchas personas en la familia, especialmente los hombres, puede haber una tentación o un impulso de casarse con alguien que encaje en el molde, a diferencia de alguien con quien, quizás, estés destinado a estar. Es la diferencia entre tomar decisiones con la cabeza y con el corazón. Mi madre tomó la mayoría de sus decisiones, si no todas, con el corazón. Y yo soy hijo de mi madre”.
¿Cómo le propuso matrimonio?
Su familia podía tener dudas, pero él vio que era la mujer de su vida y le propuso matrimonio. “Me enamoré perdidamente de ella, de pies a cabeza, porque mi corazón me dijo que era la mujer con la que pasaría el resto de mi vida. Y luego, cuando la conocí más, mi cabeza me dijo: “También es perfecta para el papel”. Fue como encontrar una aguja en un pajar». Abrí una botella de champán cuando [Meghan] estaba asando un pollo y eso delató un poco el juego: “Nunca bebes champán, ¿qué se celebra?””, a lo que él, con disimulo, respondió: “No sé, simplemente me apetecía”. “No sabía si diría que sí, pero ya tenía a ‘Guy’ (su perro) como rehén. Estaba cojo, así que no podía huir”. De la puesta en escena de esa noche, se incluyó la prueba. Se comprometieron en los jardines de Nottingham Cottage, en el palacio de Kensington. Entre quince velas eléctricas que había comprado, Harry hizo la pregunta: “Se arrodilló y yo dije: “¡SÍ!”. Estaba tan feliz y emocionada”.
Disfrazados de pingüinos
Estaban comprometidos y a punto de hacerse público su noviazgo y decidieron celebrarlo con una fiesta de Halloween para comunicar a sus amigos y familiares la gran noticia. Harry y Meghan se disfrazaron de pingüinos —cuando eligen pareja es de por vida— y, semanas después, se anunció el compromiso y llegó la primera entrevista, que la duquesa califica como “telerrealidad orquestada”, ya que “no nos permitieron contar nuestra historia. Por eso estamos aquí”.
El acoso y la vida real
Meghan y Harry disfrutaron de un breve período de luna de miel cuando su relación se hizo pública, pero la duquesa no tardó en sentirse acosada. Empezando por su casa de Canadá. “Daba miedo”, pero la policía le dijo que “no podían hacer nada”. Nunca había tenido problemas con el color de su piel hasta que se enamoró de un príncipe y sintió que querían destruirla. No conocía las reglas, de hecho, la primera vez que los paparazzi la siguieron, sonrió y los saludó… Pero Harry le brindó un consejo: “No puedes hablar con ellos. Los medios británicos dirán que te gusta”. Comienzan a aparecer publicaciones racistas y el tono sube cuando la princesa Michael de Kent usó un broche estilo Blackamoor en la Navidad de 2017, por lo que acabó pidiendo perdón. Y Harry dice: “En esta familia, a veces eres parte del problema, en lugar de parte de la solución. Hay un gran nivel de sesgo inconsciente”, de racismo que sufre la Familia Real y Reino Unido, y contra el que cree que todos deberían esforzarse en luchar. “En realidad, no es culpa de nadie. Pero, una vez que ha sido señalado o lo has identificado, necesitas corregirlo. Es un trabajo constante para todos, incluyéndome a mí”.
“En lo que es y en cómo es, Meghan es muy similar a mi madre. Tiene la misma compasión, la misma empatía, la misma confianza. Tiene esa calidez”
De la mano de Diana
A su modo de ver, en los tabloides hay voracidad y racismo. De ahí los ataques dirigidos a la prensa sensacionalista, que lo persigue desde niño y ha influido en su vida de forma decisiva. Más aún, después de la muerte de su madre. También fueron los tabloides y las redes sociales los que aterrorizaron a Meghan y la denigraron. Un acoso mediático que comparan con el sufrido por Diana de Gales. “Tienes que entrar en el juego o se publicarán cosas malas de ti. Es un negocio despiadado. Con Meghan no había límites”. Y también describió los ataques en redes sociales como “el cazador contra la presa”. “Es como: “Esta familia es nuestra, para explotar… Su trauma es nuestra historia””.
Para explicarlo mejor, se usan fragmentos de la entrevista que Diana de Gales concedió a la BBC —la investigación concluyó que fue engañada y que no debía de volver a emitirse—, pero para Harry el valor de su testimonio sobre lo expuesta que se sentía ante los medios es enorme. El príncipe no puede evitar emocionarse. “Cuando mi madre murió, teníamos dos sombreros para usar”, dice mientras habla sobre el trauma del duelo. “Uno era el de dos hijos afligidos que querían procesar ese dolor. Y dos, el sombrero real: no mostrar emoción, conocer a la gente y estrecharles la mano”.
“No tengo muchos recuerdos tempranos. Era casi como si internamente los bloqueara. Pero siempre recuerdo su risa descarada y diciéndome: “Puedes meterte en problemas, pero que no te atrapen””. El príncipe viaja a su infancia, que “estuvo llena de risas, de felicidad y de aventuras”, de los recuerdos junto a sus padres y su hermano —salen imágenes de Mallorca con la Familia Real española—, a estar rodeado por paparazzi o cuando eran testigos de las lágrimas de su madre. Choca que, mientras dedica varios minutos al recuerdo de su madre, la figura del Rey como padre pase casi inadvertida y tan solo se ciña a algunas imágenes de su niñez y al paralelismo que ve con Meghan, que también creció con unos padres divorciados, una experiencia que los une. También que, al hablar de África, donde pasó temporadas de hasta tres meses, dijera que “tengo una segunda familia, un grupo de amigos que literalmente me criaron”.
Descubriendo a Archie y Lilibet
Sus hijos son los otros grandes protagonistas de la primera parte de su docuserie, especialmente Archie, quien nació en Londres, hace tres años y medio, y tiene acento norteamericano, y, en menor medida, Lilibet Diana, de dieciocho meses. Para contar su historia, los duques abren las puertas de su casa en Windsor y de su hogar, en el condado de Santa Bárbara, California. A través de las nuevas imágenes, descubrimos al príncipe empujando a Lili en su cochecito y a la duquesa llevándola en un arnés mientras da de comer a los pollos… Y a Archie, que tiene una canción favorita, Bennie and the Jets, de Elton John, celebrando su primer cumpleaños junto a sus padres y su abuela Doria o acariciando la fotografía de su otra abuela: “Esta es tu abuela Diana”, dice Meghan. “Mis hijos son mestizos y estoy orgulloso de ello. Cuando crezcan, miren atrás y me digan: “¿Qué hiciste?”, quiero darles una respuesta… Pero, igualmente, lo más importante es asegurarnos de no repetir los mismos errores que, quizás, cometieron nuestros padres. La mayoría de los niños con padres divorciados tienen mucho en común, sin importar cuál sea su origen”.
La madre de Meghan y el racismo
Doria Ragland, profesora de yoga, da su primera entrevista para la serie.”Los últimos cinco años han sido duros. Estoy lista para contar un poco de mi experiencia como su madre”. Ragland recuerda el momento en el que Meg —así la llama— le dijo por teléfono: “Mami, voy a salir con el príncipe Harry, no se lo puedes contar a nadie”. Y cómo empezó a susurrar: “Oh, Dios mío”. También que supo, nada más verlo, que él era “el elegido”. Mientras se muestran imágenes y vídeos de su infancia, revela que Meghan era empática, muy apreciada y muy madura, que creció entre mujeres y que estudió en el colegio Hollywood. “Yo era la empollona, no era la guapa”, dice recordando sus primeros pasos en el activismo. En el documental, madre e hija también regresan al barrio de Los Ángeles donde vivieron, y no era la zona peligrosa en Compton que se había publicado.
Meghan cuenta que tuvo una infancia feliz —”Fueron unos buenos padres divorciados”—, que fue “una niña de papá toda mi vida”. Eran otros tiempos; ahora, desde antes de la boda, Meghan no se habla con su padre. Thomas Markle vendió fotos a la prensa, mintió a su hija y acabó en el hospital tomando la decisión de no acompañarla al altar. De la ruptura de la relación, Harry se siente responsable. Y Doria, que también fue “acechada” por los paparazzi y rechazó su dinero, dice que se quedó atónita cuando supo que Tom era “parte del circo”. Y vuelve a aparecer el tema racial. Meghan recuerda el impacto de haber escuchado por primera vez cómo llamaban a su madre “negrata” y cómo la confundían con su niñera porque “yo tenía la piel clara”. “Ahora la gente es muy consciente de mi raza porque la convirtieron en un problema gigante en el Reino Unido… La mayoría de la gente no me trataba como a una mujer negra”.
Meghan dice que estaba sorprendida por la formalidad de Kate y Guillermo y muestra cómo hizo una exagerada reverencia por primera vez cuando conoció a la Reina, que hizo sentir a Harry incómodo
La sobrina desconocida
La joven abogada se presenta como hija de la medio hermana de Meghan, Samantha Markle, la enemiga número uno de la duquesa. Sus abuelos paternos obtuvieron su custodia cuando solo tenía dos años y terminaron adoptándola. Hale no tuvo ningún contacto con su madre desde los seis años hasta 2017, que fue cuando Meghan “descubrió” que tenía una sobrina y decidió estrechar relaciones con ella. Terminaron yéndose juntas a Nueva Orleans y Ashleigh Hale recuerda que vio en su tía “una hermana, una mejor amiga, pero también una figura materna”. En medio de las tensiones familiares y, aunque Ashleigh decidió cortar los lazos con su madre, la duquesa dice que se sintió obligada a no invitarla a su boda. La joven dice, casi llorando, que le dolió, aunque lo entendió, y Meghan explica su decisión contando que Kensington le aconsejó que no lo hiciera. En cuanto a Samantha, apunta: “No sé tu segundo nombre, no sé tu fecha de nacimiento. Estás diciendo que tú me criaste y me llamaste “princesa prepotente”. No recuerdo haberla visto de niña en la casa de mi papá”.
Mentiras y desmentidos de Palacio
Fuentes de la Casa Real desmintieron en Sunday Times algunas de las declaraciones de Meghan. La duquesa cuenta que nadie la ayudó a prepararse como miembro de la Familia Real y que tuvo que aprender todo por sí misma, incluido el himno, pero parece que no es cierto. Se le entregó un dosier con toda la información —cubría desde moda a personal— y se le apuntaba un experto para cada punto que podría ayudarla. Las mismas fuentes también niegan haberle sugerido que no invitara a su sobrina a la boda y que, de hecho, a Palacio le hubiera gustado que más familiares hubieran asistido. En cuanto a que la entrevista que Meghan y Harry ofrecieron a la BBC tras el anuncio de su compromiso estuviese orquestada por terceros, como denuncia ella en el documental, apuntan que [Meghan] controló cada minúsculo detalle sobre cómo debía hacerse público su compromiso.