Los joyeros de las Casas Reales guardan piezas espectaculares, con siglos de historia, y otras que, aunque contemporáneas, tienen un gran valor sentimental. Desde su entrada en la corte, hemos visto a Kate Middleton luciendo algunas de las joyas más preciadas de la Reina. Sin embargo, hay una que no fue prestada por la Soberana, sino que llegó a ella en un inesperado giro del destino y esconde una fascinante historia.
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Una joya especial para la corona británica
Kate ya no es una ‘princesa a la espera’. Es una princesa de Gales que continúa en ascenso y se ha convertido en la auténtica rosa de Inglaterra. No sólo ha forjado poco a poco su camino, sino que ha logrado lo que en un principio parecía impensable: tener siempre presente a la inolvidable Diana de Gales sin quedar permanentemente a su ‘sombra’.
En realidad, se parecen en poco. Dejando a un lado sus orígenes -no aristocráticos- y su preparación académica -estudió una carrera universitaria-, Kate jugó con ‘ventaja’… Al contrario de lo que es habitual en la casa Windsor, tuvo tiempo para conocer a su marido.
Tras ocho años de noviazgo (y una ruptura, en abril de 2007, marcada por la indecisión del Príncipe), el 16 de noviembre de 2010, la feliz pareja aparecía, sonriente, en los Salones del Estado del Palacio de St. James para anunciar su compromiso. Una imagen similar a la que una jovencísima Lady Diana Spencer (19 años) había protagonizado junto a su Príncipe (de 32) en el Palacio de Buckingham treinta años antes.
La expectación, al igual que entonces, era máxima y sabían que las comparaciones resultaban inevitables. Quizá por eso Kate no arriesgó. Apostó sobre seguro con un vestido de la firma ISSA (que se agotó) de color azul, el color de la realeza que también escogió Diana, y había otro detalle más importante que la conectaba con la inolvidable Lady Di: llevaba el mismo anillo de compromiso que ella (aunque con un pequeño ‘retoque’, puesto que hubo que reducir su diámetro).
“Me habría encantado conocerla, y desde luego, es una mujer que es una inspiración, y a la que hay que admirar”, aseguraba Kate, mientras en su mano izquierda, resaltaba la preciada pieza que la princesa llevó hasta su muerte (fue visto por última vez en su mano el día de su divorcio, en 1996). Un zafiro de 18 kilates rodeado por 14 pequeños diamantes de la firma Garrard Joyeros (que provee a la Familia Real británica desde 1843), que fue elegido por la propia Diana y sirvió de inspiración a las novias del momento.
El legado de Diana
El futuro Rey de Inglaterra escogió como escenario de su proposición un lugar lejano a los oropeles de palacio, la sabana africana. El príncipe Guillermo llevó el anillo de su madre escondido en una mochila y lo guardó como un tesoro durante las tres semanas que estuvo en África hasta que llegó el momento de pedir matrimonio a Kate, en una cabaña masai, en Kenia. “Allá donde iba lo llevaba bien sujeto porque sabía que si desaparecía, me metería en un buen lío, y como lo había planeado, salió bien”.
“Pensé que sería bonito. Es muy especial para mí y Kate es ahora muy especial para mí. Es la manera que tengo de tenerla cerca, de asegurarme de que mi madre no se pierda un día como el de hoy”, explicaba el heredero al trono.
Diana había dejado escrito, en una carta personal, que le gustaría que “se repartiesen mis joyas entre mis hijos para que así sus mujeres pudieran usarlas”. Y, según apunta Paul Burrell en el documental La historia de Diana, cumpliendo con la última voluntad de la princesa, tras su fallecimiento, tanto Guillermo como Harry tuvieron acceso a su fabuloso joyero, pudiendo quedarse con alguno de sus preciados accesorios.
Se podría suponer, por tanto, que el joven príncipe había pedido quedarse con el anillo de compromiso de su madre… Sin embargo, Burrell asegura que no fue así. De acuerdo a su testimonio, el príncipe Guillermo optó por el reloj Tank Français de oro amarillo de Cartier que le había regalado su abuelo Spencer en su 21º cumpleaños a su hija, y fue Harry quien se decantó por esta icónica joya , que le recordaba a aquellos momentos en los que, siendo muy pequeño, tomaba la mano de su madre, “y ese anillo siempre me hacía daño porque era muy grande”.
Un tesoro para la hermana que nunca tuvo
Harry tomó una decisión importante, la de dejar que la joya con mayor valor sentimental permaneciese ligado al trono y a la futura reina de Inglaterra. ‘Se quedó’, por tanto, sin ella, pero ideó una nueva para declararse a Meghan Markle que también fue un guiño a su madre . Un anillo diseñado por él mismo a partir de los diamantes de la colección de la princesa Diana, con gemas seleccionadas personalmente por él y un gran diamante central de Botsuana, donde pasaron sus últimas vacaciones juntos.
Para el pequeño de los hermanos era importante que Kate tuviese esa valiosa pieza. Al fin y al cabo, siempre estuvo muy unido a ella, compartían confidencias y fue un pilar muy importante cuando daba sus primeros pasos en la familia. “Estoy encantado de que mi hermano le haya propuesto matrimonio a Kate. Eso significa que gano una hermana, algo que siempre he querido”.
La nueva princesa de Gales se reveló “la hermana que nunca tuvo”, y quizá por ello, tampoco dudó en que debía ser ella quien luciese el accesorio más especial del joyero de su madre. Aunque ahora la historia haya cambiado, y los últimos acontecimientos hayan hecho que la distancia -no sólo la física- se interpusiese entre ellos.