Han terminado diez días de homenajes nacionales por el fallecimiento de Isabel II. Han sido jornadas intensas, sobre todo para el nuevo rey, Carlos III, y para los miembros trabajadores de la Familia Real británica, que han tenido poco espacio para el duelo privado y muchos momentos dedicados a la consolidación del nuevo reinado. Su luto, el de los Windsor, todavía se alarga diez días más por expreso deseo del nuevo jefe del Estado, sin embargo, cuando los restos mortales de la soberana británica ya se habían depositado en el lugar elegido por ella misma para su descanso eterno –en la capilla de San Jorge junto a su marido, padres y hermana- la Casa Real británica quiso compartir una imagen nunca vista que ya forma parte de la historia como su foto final, una elección cargada de simbolismo.
Entre la tierra y el cielo
En la imagen se puede ver a Isabel II caminando entre los brezales de las Tierras Altas de Escocia: es decir, en lo más alto de la zona más alta del Reino Unido. Camina entre la tierra y el cielo, es lo que muestra una imagen en la que el fondo queda cubierto por una ligera capa de niebla; camina hacía lo más alto precisamente en el lugar en el que murió: Escocia, lo que nos lleva a otra clave.
Balmoral, siempre Balmoral
Isabel II pasó parte de su vida en el Castillo de Balmoral, así que existía la posibilidad de que muriera allí y, como tal, estaba estudiado en la Operación Puente de Londres. Puede ser una casualidad, pero, si hay un lugar con el que la monarquía británica necesita estrechar lazos más pronto que tarde es Escocia: no llevaba la Reina fallecida ni veinticuatro horas cuando ya se exploraba la posibilidad de un segundo referéndum de independencia. Si bien Carlos III ha prestado mucha atención a las cuatro naciones constitutivas del Reino Unido –también ha tenido numerosos gestos con los miembros de la Commonwealth-, Escocia ha tenido un trato preferente y escoger que su foto final sea allí, es uno más.
Es una mujer, no una reina
Uno de los momentos más impresionantes del servicio religioso que se celebró en la Capilla de San Jorge del Castillo de Windsor fue cuando le quitaron del féretro la corona, el cetro y el orbe real; después rompieron una varita, la señal de que su servicio había terminado. Un gesto que simbolizaba que ese último paso lo daría como Elizabeth, un ser humano que ya no está revestido de los atributos reales. En la cabeza no lleva una corona, lleva un pañuelo, una de sus señas de identidad y ella ha convertido en un accesorio "real" atemporal. Si olvidar que viste también cuadros escoceses.
Una imagen tomada por un familiar ya fallecido
A lo largo de su vida a Isabel II ha posado para algunos de los fotógrafos más importantes como Cecil Beaton o Annie Leibovitz, sin embargo, esta foto no solo la tomó un gran fotógrafo, la hizo uno que había retratado momentos íntimos de la vida de Isabel II y de los Windsor. Patrick Anson, el quinto conde de Lichfield, un primo por parte de madre de la Reina que también sacó esas famosas fotos del backstage de la boda de Carlos III con Diana de Gales o los retratos oficiales del Jubileo de Oro de Isabel II. En realidad, a lo largo de su vida captó muchas fotos de esa parte que nadie ve de la Familia Real y falleció en el año 2005.
Sirve para recordarla con fuerza
La imagen que se ha compartido fue tomada en 1971, cuando Isabel II tenía 45 años y fuerza a raudales. Si bien es cierto que se mantuvo activa casi hasta el final de su vida, montando a caballo y conduciendo su Land Rover por los terrenos reales, sus últimos años han estado marcados por los problemas de movilidad y sus imágenes, por ejemplo las del reciente Jubileo de Platino, transmitían la debilidad propia de una persona de 96 años. Esta imagen es todo lo contrario, es la de una mujer fuerte en la plenitud de su vida.
Shakespeare: inspiración del nuevo rey
A esa fotografía le acompaña una frase que es la segunda vez que sale a la luz desde que falleció el pasado 8 de septiembre: "Que el vuelo de los ángeles te cante para tu descanso". La dijo Carlos III en su primer discurso y la volvió a repetir la Casa Real con la publicación de esta fotografía. Esta frase es un guiño al escritor más importante en lengua inglesa y uno de los más célebres de la literatura universal, William Shakespeare, que en una de sus obras, Hamlet, escribió esta frase para que Horacio se despidiera de Hamlet (segunda escena del quinto acto): "Buenas noches, dulce príncipe; que coros de ángeles arrullen tu sueño".